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Internacionales - Crisis migratoria

La red de salvadoreños y mexicanos que le tendió la mano a cientos de migrantes en la Ciudad de México

Los pocos migrantes que quedaban en el estadio de béisbol en la capital mexicana fueron trasladados a otro centro deportivo y a la casa del Peregrino.

Migrantes salvadoreños en Ciudad de Mèxico
Momento en que le hacen entrega de unas mochilas de tela con las donaciones a los migrantes salvadoreños. Foto: Ermis Cruz
La red de salvadoreños y mexicanos que le tendió la mano a cientos de migrantes en la Ciudad de México

Todo comenzó con un tuit a inicios de noviembre. Se trataba de un grito de ayuda ante la llegada inminente de una caravana de más de 3,000 hondureños que llegarían a Ciudad de México. Organizarse fue cosa sencilla, las ganas de ayudar pudieron más y así también recibieron con las manos abiertas a la caravana de más de 2,500 salvadoreños que llegó poco después.

La escritora e historiadora salvadoreña, Elena Salamanca, nunca se imaginó que entre sus talentos innatos estaba la organización en tiempos de crisis. Esa es la mejor forma de definir el trabajo que realizó las últimas semanas junto a un grupo de salvadoreños y mexicanos para ayudar a los migrantes que llegaron y se albergaron en el estadio Palillo Martínez en la enorme Ciudad de México.

Salamanca lanzó una convocatoria entre sus seguidores ante el drama de la migración hondureña. En pocas horas ya se había sumado Claudia Olvera Sulé, una académica mexicana quien es pareja del cineasta salvadoreño Julio López, y Rodolfo Aramoni, un joven estudiante de la Universidad Autónoma de México (UNAM) que había trabajado su tesis sobre Centroamérica.

Solidarizados con el drama de una caravana de hondureños que salió de ese país a pie en búsqueda de llegar hacia Estados Unidos, comenzaron una colecta de ropa, zapatos y abrigos para prepararse para su llegada.

Los cuatro académicos iniciaron un emprendimiento por toda la ciudad recogiendo cualquier cantidad de donaciones. Así, lograron llenar 60 bolsas de basura tipo jardinera.

“No te puedo decir cuánto recogimos, eran cajas llenas de ropa para hombres, ropa de mujeres, ropa de niños, de niñas, calzado, gerbers para niños, pampers de bebes de todas las edades, toallas sanitarias, toallitas húmedas”, recuerda Salamanca en una conversación que sostuvo con El Salvador Times desde Ciudad de México.

Olvera, López, Salamanca, Aramoni entregaron las bolsas el pasado 30 de octubre a las religiosas del albergue CAFEMIN, quienes iban a distribuir cuando los migrantes ingresaran al albergue.

Las nuevas necesidades

Los hondureños llegaron a la capital mexicana el 4 de noviembre y decidieron quedarse algunos días en la ciudad descansando, recargando baterías y preparándose para el camino, que entraba en su etapa más complicada: llegar hasta Tijuana.

45351602_10155587322840755_3499469409238384640_oFoto: Elena Salamanca

Fue entonces que Salamanca junto a otros amigos se acercaron al albergue a observar las necesidades de la gente. “Nos dimos cuenta que la caravana tenía un gran cantidad de bebés, uno de los últimos censos decían que era 2,500”, expuso Salamanca.  

Se mantuvo López, Olvera y se sumó Ana Polens, académica mexicana que ha estudiado Centroamérica y ha vivido en El Salvador. Ya para este momento la red se había expandido, se sumaron más salvadoreños radicados en México como la colorista Natalia Mercado o el artista Atilio Montalvo; así como mexicanos solidarizados con la causa como Andrea García, una mexicana internacionalista, y el historiador mexicano Saúl Hernández.

Entre todos, se dieron cuenta que entre las necesidades más apremiantes estaban los calcetines, ropa interior y ayuda para los bebés.

Para ese entonces aquella pequeña red que empezó con cuatro personas, se había expandido hacia otros países y fue entonces que salvadoreños que viven en el exterior comenzaron a mandar donaciones en efectivo que fueron usadas para sufragar esas nuevas necesidades.

Se sumaron la economista y escritora salvadoreña, Ana Escoto; la periodista Carmen Molina Tamacas, que vive en Nueva York, y también de la salvadoreña Sofía Villacorta que vive en el mismo estado. Otra donación fue hecha desde Alemania. Con ello lograron comprar bóxers para hombres, calzones para mujeres, calcetines para adulto y bebés, así como pampers.

También. se sumaron maestros del Colegio de México (Colmex), dinero que sirvió para hacer todas las compras de las nuevas necesidades. La red se expandía y permitía entonces ayudar más a los migrantes.

De igual forma, entregaron tops y brasieres para mujer con todas las colectas en efectivo. “Además compré 120 brasieres, 120 tops, 120 brasieres de adolescente. Entonces ayudé como a 360 mujeres, no pude ayudar más. Pero toda ropa era nueva y limpia porque se estaban invirtiendo los fondos que estaba dando los amigos”, recordó Salamanca.

Otra salvadoreña que se sumo fue la académica Laura Aguirre, que junto con sus amigas logró recolectar varios coches de bebé para entregarles a las madres hondureñas que estaban a punto de emprender el viaje hacia la frontera con Estados Unidos.

Los salvadoreños llegan a la ciudad

Un nuevo contingente llegó el 12 de noviembre al estadio Palillo Martínez. Se trataba de un numero grupo de salvadoreños que rondaban los 2,500, con mucho menos bebés que los hondureños y con necesidades apremiantes.

Los rostros de aquellos salvadoreños que partieron el 31 de octubre desde la plaza El Salvador del Mundo no era el mismo. Las quemaduras en el rostro, las llagas en los pies, la piel tostada por tanto sol ya habían dejado mella en todos.

Ciudad de México los recibió con un fuerte golpe: un frente frío y lluvia que llegó a generar una sensación térmica de 1°C, algo nunca antes experimentado para los salvadoreños acostumbrados a temperaturas de 30°C bajo el sol.

Salamanca había recibido una donación de un académico mexicano que dio casi todo su guardarropa, entre ellos unas corbatas, por lo que decidieron venderlas. También recibieron una fuerte donación de la académica Tkay San Juan, quien estuvo ligada a El Salvador por haber digitalizado el archivo de Radio Venceremos. Ella hizo una colecta con sus amigos por el mundo que permitió en gran medida entregar la donación.

Así, el 14 de noviembre pasado hicieron una gran donación con todo el dinero que habían recibido. Esta donación consistió en 60 mochilas que llevaba cada una: sudaderas, ropa interior (calzones tipo bóxer para mujer y calcetines), gorros, colas para el pelo, toallas húmedas, cremitas (cara, labios y rozaduras o “fuego”), guantes y capas para la lluvia.

En ese caso, la entrega fue hecha a mujeres, pues muchas de ellas no habían recibido nada, pues muchos hombres acapararon donaciones. Algunas estaban acompañadas de sus parejas, otras eran madres solteras.

A las niñas se les entregaron gorros, guantes, colitas calzoncitos y calcetines. A los bebés se les entregaron pañales, calcetines, gorritos y en algunos casos guantes. A los hombres se les entregó ropa interior.

De hecho, en esas entregas a bebés, Salamanca pudo conocer al migrante más pequeño de la caravana salvadoreña: un bebé de cuatro meses de nacido, cuya madre tiene 18 años y lo cuida su tía de 14. Las jóvenes buscan llegar a Estados Unidos con la promesa de una vida mejor.

Posterior a eso, también se hizo una entrega de pañaleras con pachas, cremas, pampers, guantes; así como unas bolsas de tela que contenían los mismos elementos que la mochila.

Carlos Cáceres hablando con migrantes salvadoreñosFoto: Elena Salamanca

“Es una hipocresía que Carlos Cáceres diga que el Gobierno ha luchado por ellos”

Tras una larga jornada de entregar donaciones, bajo la lluvia carpeta por carpeta, viendo los rostros de decenas de migrantes, Salamanca se topó con una sorpresa, el embajador de El Salvador en México había llegado a visitar a los migrantes. Les pidió que regresaran al país y de paso les recordó lo que el Gobierno ha hecho por ellos.

“Es una hipocresía que Carlos Cáceres les diga que el Gobierno ha luchado porque ellos sean beneficiarios de programas sociales, porque salen 3,000 personas por las pandillas, la falta de empleo y el hambre”, señaló la historiadora.

Desde la mirada de los migrantes que lo escuchaban no se percibía un alivio, por el contrario, la decisión más firme de continuar la travesía y no volver a El Salvador. Ese mismo día les dieron la noticia que había una posibilidad de que algunos sean recibidos como asilados en Canadá. Por ahora, esa era una promesa más palpable que volver a su tierra.

Salamanca cuenta que en medio del drama colectivo y cada uno de los migrantes que durmieron y recibieron ayuda en el estadio Palillo Martínez tenía su propia historia, su propia motivación. Algunos expulsados por las pandillas, otros por la falta de oportunidades, otros por el hambre.

Una de ellas es una señora originaria de Apopa, a quien hace cuatro años un incendio le arrebató su casa y además dejó a su hijo -de entonces 10 años- con severas quemaduras. Ahora ella viaja en caravana junto al pequeño que debido al frío tiene inflamadas las manos por las huellas que dejó el fuego en ellas.

La señora partió con él y su otra de hija de 17 en búsqueda de un sueño que por ahora solo parece espejismo. 

Conforme avanzan los días, las necesidades continuaron siendo apremiantes. El pasado sábado 17 de noviembre fue el último día que estos salvadoreños y mexicanos llevaron ayuda al estadio, pues la mayoría han decidido continuar su viaje.

Con las últimas donaciones lograron donar 53 mochilas con sudadera, gorro, guantes, calcetines, toallas húmedas y un chocolate. Se entregaron 25 a hombres y 28 a mujeres.

Esto fue posible gracias a la ayuda que llegó de tres donaciones grandes recibidas, dos desde Europa de nuestras amigas Jimena Aguilar, en Berlín, y Alejandra Lemus, en Barcelona, y una de los estudiantes de la Prepa 55 de Ciudad de México, cuyo profesor es el actor salvadoreño Ermis Cruz, quien también ayudó a la administración de las donaciones. 

Ya para este domingo quedaban a penas 700 migrantes en el estadio. Muchos de ellos esperarán más semanas hasta que logren una visa humanitaria o asilo en Canadá o México. Los demás continuaron hacia la prueba de fuego: la frontera con Estados Unidos.

Para este lunes 19 de noviembre los migrantes ya habían desalojados del albergue y trasladados hacia otro lugar. En un primer momento se dijo que iba a ser llevados al Deportivo 18 de Marzo o a la casa del Peregrino, siempre en la misma ciudad, pero no han llegado a esos lugares. Por el momento, se desconoce su paradero. 

Sin embargo, mientras sigan llegando migrantes a Ciudad de México la red quedará activada para tenderles una mano.

46405299_10155613166780755_7593106715919253504_oFoto: Ermis Cruz

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