Como todos los días de la semana, Liliana (nombre cambiado por protección) salió de su vivienda ubicada en el cantón El Limón, en Soyapango, a las 5:00 de la mañana para poder marcar a tiempo la hora de entrada en su trabajo.

Las dos primeras semanas de mayo del año 2016 significaron una tortura abandonar su hogar. Un vecino soltero, identificado como Alejandro A., de 56 años, siempre la acosó sexualmente. Pero en esos días incrementó más la galantería y la llevó al extremo de ser obscena.

Justamente el 9 de mayo de ese año, el también contador le gritó palabras indecentes que daban a entender que la poseería sexualmente, por lo que la mujer le pidió abstenerse de tales comentarios de una manera molesta.

“Yo mato y soy un hombre malo. Yo ya he matado a varios”, fue la amenaza que Alejandro le hizo a la joven. El hombre, contador de profesión, padece de una enfermedad mental conocida como trastorno bipolar.

Atemorizada, la joven solicitó ayuda a su madre y a su hermano. Al observar esto, el sujeto les lanzó varias piedras, por lo que los parientes se resguardaron en su vivienda; entonces, las piedras fueron a golpear la puerta, ventanas y techo de la casa.

Con el ataque, Alejandro dañó el techo y el vehículo de Liliana y tras interponer la denuncia en la Fiscalía General de la República (FGR) se determinó que por responsabilidad civil debería de cancelarle $500.

Unos agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) detuvieron al atacante el 10 de mayo del año anterior y hasta está a la espera que la audiencia pública se desarrolle; está programada para el próximo 6 de marzo de 2018, por el Tribunal Sexto de Sentencia.

El padecimiento de Alejandro

La parte defensora del imputado presentó -a lo largo del proceso- una constancia médica. En ella la directora del Hospital Policlínico Arce, del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), Claudia Barahona, plasmó que Alejandro es un paciente que recibe tratamiento psiquiátrico desde el 19 de septiembre de 1980.

Por ello, el abogado que lo representa apeló la decisión de haber enviado al sujeto al centro penal La Esperanza, conocido como Mariona, debido a que “está expuesto a un enorme peligro al no recibir medicamentos, por el ambiente insalubre y por el hacinamiento tras la grave enfermedad que padece”, cita el expediente del caso.

“Me he sentido desesperado, impaciente, cansado. Tengo sueño, mi cuerpo me pide dormir, pero mi cerebro no me lo permite. He estado medicado y el último tratamiento lo tuve hasta mayo”, indicó Alejandro al ser entrevistado por el perito médico.

El imputado se dedicaba a la contaduría, por lo que fue auditor en varias oficinas, pero por su enfermedad perdió varios trabajos y terminó jubilándose en julio de 2001, hace 16 años y a temprana edad.

Mientras el caso se desarrolle, Alejandro tendrá que seguir en prisión mientras se determina si tiene algún nivel de responsabilidad en el acoso y las agresiones de las que se le acusa.