Las diversas extorsiones hechas por pandilleros y las amenazas a muerte al no pagarlas representaron un eminente peligro para María M. y para su hija N., una niña de 13 años de edad, por lo que esto hizo que ambas abandonaran por un tiempo su casa ubicada en Montes de San Bartolo, en Ilopango.

En enero de 2015, María buscó como refugio la casa de sus hermanos, situada en la colonia Colinas del Norte, en Ciudad Delgado, residencia en donde también habitaba su padrastro David Hernández Palacios, un hombre de 60 años de edad y que laboraba como motorista de reparto de la empresa Aeroflash. Y aunque no era su padre de sangre, este era como el abuelo de la niña.

María residió por un tiempo en esa vivienda, junto a la menor de edad, hasta que recibió la noticia de que una de sus hermanas había enfermado, por lo que regresaron a Soyapango para poder cuidar de ella.

Días después de haber retornado, los pandilleros de Montes de San Bartolo preguntaban a María por la niña, así que por temor a que le hicieran algo en septiembre de ese mismo año la mandó de nuevo a Ciudad Delgado.

Cinco meses después, en febrero de 2016, Hernández Palacios perdió el control de sus emociones. A eso de las 3:00 de la tarde, la niña se encontraba sentada en uno de los sillones de la sala entretenida con una tableta electrónica cuando el sujeto la tomó fuerte de uno de sus brazos y la haló hacia una habitación aprovechando que se encontraban solos en la casa.

Pese a la resistencia de la menor de edad, el hombre la despojó del short que vestía y de su ropa interior, fue así como la abusó sexualmente por primera vez. Así ocurrieron cinco veces más, mismas agresiones que no fueron denunciadas por la niña por las amenazas que recibió por parte del abusador.

“Yo me sentí sucia y mal”, comentó la víctima a través de una declaración hecha bajo cámara Gesell, misma que fue transmitida en la vista pública hecha por el Tribunal 5° de Sentencia.

Todo tuvo un alto hasta que el 24 de julio de ese año, María decidió regresar por su hija y llevarla nuevamente a Soyapango. Al notar un comportamiento extraño y tras unas pláticas en donde la víctima reveló los abusos y un chequeo médico, la mujer se dio cuenta que la niña de 13 años estaba embarazada de su abuelo.

“Yo no sabía que estaba embarazada. No la pude ver a los ojos (a su mamá). Me sentía avergonzada”, relató la niña, a quien el Instituto de Medicina Legal (IML) le realizó un chequeo y el peritaje indicó que en ese momento tenía cinco meses de embarazo y sumado a ello Hernández Palacios le provocó una infección vaginal, según plasma el expediente jurídico.

“Ya no puedo irme hacia atrás, tengo que echarle ganas por mi hija”, comentó la menor, que hoy cuenta con 14 años de edad y una bebé.

El pasado 16 de octubre, el Tribunal 5° de Sentencia le impuso una pena de 20 años de prisión a Hernández Palacios, por lo que guardará prisión en el Centro Penal La Esperanza, conocido como Mariona.

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