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Política - La destitución es permitida por la Constitución salvadoreña

ARENA da el primer paso para intentar destituir a Sánchez Cerén por incapacidad mental

PRIMERA ENTREGA. A partir de hoy El Salvador Times publicará una serie de reportajes sobre un tema político que ha despegado en los últimos meses: la salud mental del presidente de la República.

Presidente Salvador Sánchez Cerén.
Presidente Salvador Sánchez Cerén.
ARENA da el primer paso para intentar destituir a Sánchez Cerén por incapacidad mental

El partido ARENA ha dado el primer paso para intentar destituir al presidente Salvador Sánchez Cerén por incapacidad mental, dentro de un proceso que sería posible si una comisión de médicos nombrada por la Asamblea Legislativa determina que el mandatario no tiene las facultades mentales adecuadas para ejercer el cargo y una mayoría calificada de legisladores procede a la destitución. 

La iniciativa en cuestión no tiene visos de broma y tampoco ha surgido de un diputado cualquiera: la anunció René Portillo Cuadra, director de Asuntos Políticos de la cúpula arenera y además directivo legislativo, en un primer momento en relación al desliz presidencial de pedir que se pusieran de pie dos mujeres en silla de ruedas que participaban en un evento dedicado a personas con discapacidad.

No son pocos los presidentes salvadoreños que a lo largo de la historia han tenido una pésima reputación en cuanto a sus niveles de inteligencia y cultura. Todos ellos, unos más que otros, fueron víctimas de la burla popular expresada en forma humorística en chistes diversos. Actualmente, basta una rápida ojeada a las redes sociales para constatar que, con razón o sin ella, Salvador Sánchez Cerén no le va a la zaga a ninguno de aquellos antiguos mandatarios. 

La diferencia es que esta vez no se trata de un chiste intrascendente. Y lo de pedir a personas en silla de ruedas que se levanten, lo del “respeto respetuoso” o los “kilovatios de agua” no son los únicos deslices del actual presidente de la República. 

Por ejemplo, cualquier estudiante de secundaria sabe —o debería saber— que para corregir un rumbo hacia la dirección exactamente opuesta se debe realizar un giro de 180 grados. En política, por ejemplo, eso significaría un viraje del neoliberalismo al socialismo (o viceversa). Sin embargo, el día 23 de junio de 2012, siendo vicepresidente de la República, ministro de Educación y precandidato presidencial del FMLN, Sánchez Cerén afirmó en Radio Maya Visión que, para salir del neoliberalismo “El Salvador necesita hacer un giro de 360 grados en su modelo económico”.

Ese ocioso giro no sería más que una larga vuelta al mismo punto de partida, al neoliberalismo. Sobre ese despropósito se llegó a decir en las redes sociales, con sarcasmo evidente, que el tal giro de 360 grados dibuja ni más ni menos que un cero, y que sería la nota que obtendría el profesor Sánchez Cerén si se presentara a la PAES.  

En todo caso, la intención de ARENA de provocar un examen médico de la salud mental del Presidente no es peregrina. Puede analizarse como parte de un proceso de “impeachment” como el que ya sufrió la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, o como la destitución que en su momento se hizo al presidente paraguayo Fernando Lugo y al presidente ecuatoriano Abdalá Bucaram.

Este intento podría interpretarse también como una estrategia del famoso “golpe de Estado blando” que reiteradamente ha denunciado el FMLN, al igual que lo han hecho y lo siguen haciendo prácticamente todos los gobiernos de izquierda en América Latina. 

O se podría analizar como un deseo genuino y legítimo de la oposición política que ve en Sánchez Cerén al principal culpable de un desatinado gobierno que ha hundido al país en un desastre fiscal, económico y de seguridad ciudadana. Aunque, en este punto hay que reconocer que esa es la misma percepción que tiene la gran mayoría de los salvadoreños consultados por las casas encuestadoras respecto a este gobierno.

En este sentido, no es casual que Sánchez Cerén presente los índices de aprobación más dramáticamente bajos en los últimos 20 años, como este mismo periódico consignó recientemente en una nota titulada: “Gobierno desastroso de Sánchez Cerén aumenta frustración de la gente, según encuestas”.

Y sí, en El Salvador es posible destituir presidentes. La Constitución Nacional misma lo permite y establece cómo hacerlo. De hecho, en el artículo 131 de la Carta Magna se determina que la Asamblea Legislativa tiene el derecho de nombrar una comisión de médicos para analizar la salud mental o física del mandatario.

Esta comisión de profesionales de la salud, cuya especialidad no determina la Constitución, solo necesita mayoría simple para ser conformada. Este escenario es posible con solo los votos de ARENA y GANA, para el caso.

Si la comisión de médicos, de manera unánime, establece que las facultades físicas o mentales del primer mandatario no son las idóneas para ejercer el cargo, entonces se necesitan 56 votos para proceder a la destitución. En este caso sí son indispensables los votos del FMLN o —por lo menos— de siete diputados efemelenistas que decidan votar en disidencia.

Sin embargo, más allá de la llegada a buen puerto de la iniciativa para sacar a Salvador Sánchez Cerén de la silla presidencial, hay otras posibles motivaciones y estrategias que podrían esconderse detrás del velo de la irreverencia política. 

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