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Política - Secuestro y asesinato de Ernesto Regalado Dueñas

El asesinato del magnate y la desbandada del grupo guerrillero

SEXTA Y ÚLTIMA ENTREGA ...Si eso fue así, está claro que quien mató al magnate fue Alejandro Rivas Mira o, bajo sus órdenes, alguno de sus subordinados. Pero, ¿también fueron ellos los que lo torturaron de manera tan brutal?

El asesinato del magnate y la desbandada del grupo guerrillero

El GrupoLos secuestradores debieron sentir que la Policía les pisaba los talones. En esas condiciones era muy difícil o imposible llevar a cabo el cobro del rescate sin correr un alto riesgo de ser aniquilados o capturados. 

El jueves 18 de febrero de 1971, a eso de las diez de la noche, los miembros de familia García apagaron los candiles de gas y se acostaron. El menor de los hijos, Alfredo, de 13 años, no lograba conciliar el sueño. Habitaban en un rancho de paja a la orilla de la calle a San Antonio Abad, en las afueras de San Salvador. 

La calle siempre estaba solitaria y silenciosa a esas horas. De pronto, Alfredo escuchó que un auto se aproximaba y se detenía cerca de la casa. Oyó voces, portazos, pasos apresurados y dos disparos. Luego, el auto partió. A la mañana siguiente los vecinos encontraron el cadáver de un hombre tirado en la calle, estaba vendado de los ojos y atado de pies y manos. Era Ernesto Regalado Dueñas.

Pocas horas después el ministro de Defensa, general Fidel Torres, declaró que los asesinos, que se encontraban prófugos, eran los estudiantes universitarios Carlos Menjivar, Guillermo Aldana y otro individuo cuya identidad estaban por confirmar.

Al igual que Jorge Cáceres Prendes, Guillermo Aldana pertenecía al entorno de los miembros de “El Grupo”, pero todo indica que no formaba parte del mismo. Ese doble error contaminaría aún más el proceso judicial y la versión oficial de los hechos, generando todo tipo de dudas, sospechas y rumores.   

En su libro, “De la dictadura militar a la democracia”, Julio Adolfo Rey Prendes afirma que al día siguiente del encuentro del cadáver de Regalado Dueñas, Alfonso Rivas Mira llegó a su casa, pálido y tembloroso, y le pidió ayuda. Le explicó que su hermano Alejandro le había regresado el auto que él le había prestado, pero que al revisarlo encontró que el baúl estaba manchado de sangre.

Si eso fue así, está claro que quien mató al magnate fue Alejandro Rivas Mira o, bajo sus órdenes, alguno de sus subordinados. Pero, ¿también fueron ellos los que lo torturaron de manera tan brutal?

El factor de la radicalización ideológica puede explicar que un grupo de brillantes estudiantes universitarios socialcristianos, en función de su compromiso revolucionario por “la redención de los oprimidos y los pobres”, estén dispuestos no solo a morir por esa causa sino también a matar por ella. Pero, al menos en teoría, eso mismo no explica ni justifica el uso de la tortura. El hecho es que hasta ahora, a solo un par de semanas de que se cumplan 45 años de aquella tragedia, ese punto continúa sin ser aclarado.

La desbandada

En todo caso, casi dos meses después, a principios de abril fueron capturados Alfonso Rivas Mira y Carlos Solórzano. En realidad no sabían mucho, pero bajo tortura y pentotal dijeron lo poco que sabían. Eso sirvió para confirmar sospechas y terminar de atar algunos cabos sueltos. Los periódicos mencionaron a casi todos los otros miembros de “El Grupo”, de quienes se publicaron grandes  fotografías. 

Cuando el señor Alejandro Cruz vio esas fotos supo que sus inquilinos en realidad eran Alejandro Rivas Mira y Ricardo Sol Arriaza, y llamó a la policía. La casa de la colonia La Providencia fue allanada, pero ya estaba abandonada. Solo encontraron el sótano, algunos documentos y otras evidencias materiales. También fue por denuncias a partir de la publicación de las fotografía que la policía descubrió la otra guarida de los secuestradores en Quinta Belvedere, también abandonada.

La cacería policial contra “El Grupo” fue intensa y feroz pero inútil. A todos ellos parecía habérselos tragado la tierra. Sin embargo, por esos días, dos agentes de la Guardia Nacional y un civil desconocido murieron en un enfrentamiento a balazos, en Los Planes de Renderos, muy cerca de la Quinta Velvedere. 

Los periódicos informaron que la pareja de guardias había intentado detener a tres individuos sospechosos que respondieron con fuego de armas cortas. Los dos civiles sobrevivientes huyeron llevándose el fusil de uno de los agentes muertos. Todo mundo relacionó ese incidente con “El Grupo”. Pero no existía tal relación. 

Nadie sabía por entonces que un creciente número de sindicalistas, maestros y estudiantes de secundaria y universitarios estaban siendo reclutados. Ni siquiera los reclutados sabían de qué organización se trataba, ni quiénes ni cuántos eran sus miembros y dirigentes. “Usted no pregunte. Cuanto menos sepa, mejor. Solo tiene que saber lo que le sirva para cumplir la tarea que se le asigne”, se les decía.

Lo que se les aclaraba desde el principio era que se trataba de una organización revolucionaria, marxista leninista, cuyo objetivo era la toma del poder político por parte de la clase obrera y por medio de las armas. Se trataba de establecer la dictadura del proletariado para iniciar la construcción de un régimen socialista.

Por tanto, se les explicaba, siendo lo central los intereses de la clase obrera, era exclusivamente en torno a esta clase que debía girar el pensamiento, el comportamiento y el accionar de la organización. Los militante, sobre todo si provenía de las capas medias, estaba obligado a proletarizar su visión de mundo y su conducta.

Contra “las desviaciones pequeñoburguesas de ciertos grupúsculos que se autoproclaman revolucionarios”, la nueva organización se autodefinía como garante de los genuinos intereses proletarios, y como la vanguardia del movimiento revolucionario. Su estrategia, la Guerra Popular Prolongada, partía de una certeza: luego de derrotar al enemigo local (la oligarquía y el ejército), tendría que enfrentarse inevitablemente una invasión del imperialismo norteamericano.

Por ello era preciso preparar al pueblo para una larga y sangrienta guerra (antioligárquica, anticapitalista y antiimperialista), mediante la combinación de todas las formas y los medios de lucha, con un principio básico: avanzar de lo simple a lo complejo, bajo la guía del marxismo leninismo que, se decía, por ser un pensamiento científico era incuestionable. Había otro principio básico: “el odio incesante e implacable contra enemigo de clase”. 

Las autoridades comprobaron que la cédula que portaba el civil abatido en los Planes de Renderos era falsa, pero no supieron que se trataba del obrero Mauricio González Domínguez, uno de los fundadores de otro incipiente brote guerrillero, muy distinto a “El Grupo”. Era la célula comandada por el panadero Salvador Cayetano Carpio,  denominada Fuerzas Populares de Liberación, FPL

En cuanto a “El Grupo”, las confesiones extrajudiciales de Alfonso Rivas Mira y Carlos Solórzano sirvieron de base para que las autoridades comenzaran a armar un caso en contra de algunos de sus miembros: Alejandro Rivas Mira, Lil Milagro Ramírez, Carlos Menjivar, y contra Jorge Cáceres Prendes. Pero excepto este último, que había sido recapturado, todos estaban prófugos. 

Como he dicho antes, “El Grupo” estaba conformado básicamente por diz personas, pero tenía un pequeño entorno de cómplices y simpatizantes. Cuando las autoridades arreciaron su persecución, casi todos huyeron del país y se desvincularon. Los únicos que resistieron la acometida y siguieron conspirando y combatiendo en la clandestinidad fueron siete: Alejandro Rivas Mira, Lil Milagro Ramírez, , Angélica Meardi, Carlos Menjívar, Julia Rodríguez, Sonia Ramírez y Eduardo Sancho.

Fueron estos los que un año después, en 1972, fundaron el Ejército Revolucionario del Pueblo, al cual comandaron hasta 1975, cuando fueron impugnados y expulsados de esa misma organización por una por una generación más joven encabezada por Joaquín Villalobos. Pero esa ya es otra historia que, si nuestros lectores tienen a bien, contaremos próximamente. 

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