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El calvario de Gabriela para enfrentar el lupus desde los dos años y que quiere superar para convertirse en doctora

El lupus no es la única enfermedad que debe enfrentar a su corta edad, pues con el paso de los años ha recibido muchos diagnósticos que no le han permitido cumplir su más grande sueño: ser una médico.

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Imagen referencia.
El calvario de Gabriela para enfrentar el lupus desde los dos años y que quiere superar para convertirse en doctora

Su vida ha estado marcada por un calvario en el que muchas enfermedades le han arrebatado sus sueños de convertirse en una médico que pueda ayudar a los niños que, al igual que ella, han sufrido durante mucho tiempo debido a complicaciones de la salud.

Gabriela, nombre cambiado por seguridad, es una joven de 16 años, que desde muy pequeña ha tenido que vivir bajo el techo de los hospitales, lugares que se han vuelto su segunda casa al visitarlos a diario para recibir los tratamientos necesarios para combatir, entre otras enfermedades, el lupus.

Este mal llegó a la vida de la joven en 2012, cuando los médicos le detectaron que en su sangre se encontraba esta enfermedad que poco a poco atacaría a cada uno de los órganos de su cuerpo.

“El lupus es una enfermedad que ve como enemigo a todos los órganos del cuerpo, se aloja en uno y no sale de ahí hasta que está totalmente destruido, ataca el sistema inmunológico por lo que puede ocasionar la muerte”, explicó con mucha seguridad la joven, quien se ha vuelto una experta en temas de su salud.

Sin embargo, esta noticia no fue algo que sorprendiera a Gabriela ni a su familia, pues hace dos años los doctores sospechaban que sus dolencias tenían síntomas de esta enfermedad, por lo que decidieron realizarle exámenes que para entonces resultaron negativos.

En ese momento, los resultados fueron inesperados por los doctores, pues ellos consideraban que todo arrojaba a que ella padecía de este mal, pese a ello no recibió un tratamiento para esta enfermedad, hasta que un día su cuerpo no pudo más, ya no tenía fuerza para levantarse debido a lo hinchada que se encontraba, los dolores se intensificaron y fue llevada nuevamente al hospital.

La negligencia

Tras descubrirle este padecimiento ha pasado en diferentes nosocomios, en donde le han brindado la atención médica necesaria para sobrellevar este mal que llega a la vida de una persona cada vez que nacen 99 niños con problemas renales, al número 100 se le desarrolla el lupus y vuelve a iniciar un nuevo ciclo.

Lamentablemente para la Gabriela y su familia, ella fue la pequeña número 100 que sufrió problemas renales desde los dos años, algo que en una unidad de salud de Apopa no le detectaron y la trataron con medicamento para parásitos.

“Yo estaba bien pequeña, no me acuerdo de eso, pero mi mamá me cuenta que yo estaba bien chiquita cuando comencé a hincharme, me llevó a pasar consulta un montón de veces y medicina para los parásitos me dieron”, afirmó Gabriela.

Los problemas iniciaron con una pequeña hinchazón en el ojo a la edad de dos años, algo que su madre pensó que se debía la picada de algún insecto durante las noches. Sin embargo, nunca imaginaron que ese sería el inicio de una serie de enfermedades que imposibilitarían que su vida se desarrollara como la de cualquier otro niño.

Una noche, Gabriela no podía abrir los ojos, su cuerpo estaba totalmente hinchado, razón por la que su madre, sin ninguna referencia, decidió irse inmediatamente al Hospital de Niños Benjamín Bloom, en donde le aseguraron que de no haber llevado ese día a su hija habría muerto debido a la acumulación de líquidos en su cuerpo.

Con solo dos años de vida y con desnutrición, esa noche los médicos la diagnosticaron con síndrome nefrótico, enfermedad que hace que los riñones se inflamen, retengan líquidos y que se vayan para diferentes partes del cuerpo, lo cual ocasiona hinchazón.

Desde ese día, inició el suplicio para una niña a la que al paso del tiempo se le presentarían más complicaciones de salud, diagnosticándole gastritis crónica, debido a la gran cantidad de medicamentos que desde pequeña había tomado; problemas cardíacos y en la columna; artritis y problemas visuales.

El cuadro de Gabriela se complicó en 2017, cuando tuvo una recaída debido al lupus, por lo que ha recibido seis quimioterapias que no solamente marcaron su cuerpo sino también hicieron que perdiera casi la totalidad su cabello.

Sus deseos de superación

Cada vez que veía a un niño ir a la escuela, sentía el deseo de querer asistir, de poder jugar y desenvolverse como cualquier otro pequeño a su edad. Sin embargo, las dificultades en su salud impedían que esto ocurriera.

Su vida académica la ha vivido lejos de los centros escolares, estudiando hasta noveno grado debido a las enfermedades que la aquejan.

Ahora, desea ser una médico especializada en reumatología, cardiología o nefrología, ya que profesionales de estas especialidades son quienes la han atendido desde siempre en los hospitales a los que ha llegado.

“Me gustaría estudiar reumatología porque ellos ven los casos de lupus, para estudiar sus orígenes y poder ayudar a los niños que igual que yo han sufrido y no saben la razón”, contó Gabriela con un nudo en la garganta que le fue imposible de disimular.

Debido a la gran cantidad de enfermedades que tiene, conoce muy bien sobre muchos padecimientos, se ha vuelto una joven autodidacta en temas de salud que siempre está leyendo sobre este tipo temas para conocer a lo que en un futuro podría o no enfrentarse.

Hasta ahora, no ha podido estudiar su bachillerato debido a la falta de recursos económicos y a que en el instituto no la reciben por los problemas salud, por lo que ha intentado estudiar a distancia, pero debe ser mayor de 18 años para poder aplicar a esta modalidad.

“Cerca de mi casa no me reciben a distancia porque tengo 16 años, pregunté en otros lugares y me han dado la opción de estudiar temarios y presentarme a hacer los exámenes, pero debo llevar unos documentos”, comentó Gabriela.

La familia sobrevive con los ingresos de un zapatero

Los únicos ingresos que tiene esta familia para poder pagar la casa en la que viven, algunas medicinas para Gabriela,  la alimentación, transporte y gastos de servicios básicos, son brindados por su padre, un zapatero que no siempre lleva la cantidad suficiente de dinero a la casa debido a que el negocio cada vez es más difícil.

“Casi nadie arregla zapatos ya, prefieren tirarlos a la basura y comprar unos nuevos, por eso mi papá no siempre tiene trabajo”, afirmó la joven.

Cuando el día ha sido bueno, el padre lleva alrededor de $15 y si no ha tenido muchos clientes solamente lleva $5, incluso menos, pese a esto, la familia se mantiene unida y agradeciendo a Dios por lo que tienen por tener la oportunidad de seguir con vida junto a sus seres queridos.

Si usted desea apoyar a esta familia, puede comunicarse a este medio, nosotros brindaremos la información necesaria para que la ayuda a Gabriela y su familia llegue lo antes posible.

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