• Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 00:00

Social - Hospitales

Su hija libraba una batalla contra la insuficiencia renal en el Bloom cuando su hijo mayor y su esposo fueron asesinados por pandilleros

Desde que perdió a su esposo y a su hijo, no cuenta con una estabilidad económica para poder viajar hacia su casa, ya que los gastos que esto le genera no pueden ser solventados por la difícil situación en la que se encuentra.

hospital_Bloom
Su hija libraba una batalla contra la insuficiencia renal en el Bloom cuando su hijo mayor y su esposo fueron asesinados por pandilleros

Su vida ha estado marcada por pérdidas invaluables, en un momento de aflicción cuando su hija estaba siendo ingresada de emergencia en el Hospital de Niños Benjamín Bloom, recibió una llamada telefónica, en donde le informaron que su hijo y su esposo habían sido asesinados.

Fue hace cuatro años desde que las pandillas le arrebataron “a su mano derecha”, su esposo, y a su hijo mayor quienes eran los que llevaban el sustento diario a una familia en Juayúa, Sonsonate. ¿La razón? Ellos decidieron no colaborar con las estructuras criminales de la zona.

“Yo estaba en emergencias del Bloom con mi niña, ella estaba deshidratada, no quería comer después de una hemodiálisis, cuando me hablaron diciéndome que había matado a mi esposo y mi hijo al salir del culto”, contó entre lágrimas Juana (nombre cambiado por seguridad de la familia).

Antes de recibir la llamada, esta madre recuerda que al llevar a su hija al hospital los doctores dijeron que ya no tenía pulso y que Karen (nombre cambiado por seguridad de la familia) le pidió que no la llevara al nosocomio. "Siento que mi vida ya no es mía, siento que me voy a morir mamá”, fue la frase que escuchó la madre.

Estas palabras fueron un duro golpe para Juana, quien estalló en llanto y comenzó a rogar por un milagro, para que su hija fuera salvada y regresara nuevamente a sus brazos.

Fue en ese momento en el que le dan la terrible noticia, mientras su hija se debatía entre la vida y la muerte, embarazada de su tercer hijo, estando sola en la capital, sin nadie que pudiera calmar su llanto y desesperación tras saber que jamás volvería a hablar con sus seres queridos.

No sabía qué hacer, ni como darle la noticia a la pequeña Karen y sin contar con el dinero necesario para trasladarse hacia su casa, pidió ayuda a los feligreses de la iglesia en donde se congrega, fueron ellos quienes llevaron a madre e hija a darle el último adiós a un padre y un hermano que habían sido víctimas de la violencia en el país.

Milagrosamente, los médicos del Bloom lograron estabilizar a la débil Karen, dando una luz de esperanza en medio de tanta tragedia a esta familia.

Una niña que vivió su infancia un hospital tras ser diagnosticada con insuficiencia renal

Desde la edad de los cinco años, esta madre notó que su hija no estaba bien, la llevó a una unidad de salud y solamente le dieron un medicamento, con el cual le aseguraron que Karen se recuperaría completamente.

Al ver que cada vez la niña iba empeorando, decidió trasladarse a la capital para que fuera atendida por los especialistas del Bloom. Fue así como le detectaron insuficiencia renal, mal por el cual ha estado durante 13 años en constante tratamiento.

Más de una década de soportar catéteres en su estómago y cerca de su cuello han dejado marcas y cicatrices que serán difíciles de sanar para una niña que vivió su infancia bajo el techo de un hospital y el albergue en el que se alojaba junto a su madre.

El pasado 15 de septiembre, Karen cumplió 18 años, por lo que los médicos le informaron a su madre que debía ser trasladada al hospital de Santa Ana, pues debido a que ya cumplió la mayoría de edad ya no podía ser tratada en el Bloom. Ahora solo espera los documentos para que la reciban en un nuevo nosocomio y así continuar luchando por su vida.

Deja a su hijo de tres meses a cuidado de su anciana madre

Desde los tres meses, Juana se vio obligada a dejar al menor de sus hijos al cuido de su anciana madre, pues ella no podía dejar pasar más tiempo para llevar nuevamente a Karen a sus tratamientos en el hospital.

Con un nudo en la garganta contó que cada vez que alguien le regala un poco dinero trata de guardarlo para poder ir a ver a su hijo, que corre a la puerta al escuchar la voz de su madre y su hermana llegando a casa.

“Yo voy dos veces al mes a ver a mi hijo menor que ya tiene tres años, quisiera verlo todos los días pero no puedo, no tengo cómo pagar los pasajes”, dice la madre con el corazón roto. 

Desde que perdió a su esposo y a su hijo, no cuenta con una estabilidad económica para poder viajar hacia su casa, ya que los gastos que esto le genera no pueden ser solventados por la difícil situación en la que se encuentra.

Juana gasta un poco más de $10 para trasladarse de San Salvador hacia Sonsonate, en donde a su llegada su anciana madre y su pequeño hijo esperan que ella les lleve algo de la capital, pues en la pequeña casa en la que viven ella es la única que puede aportar algo para que ellos salgan adelante.

“Gracias a mi Dios hemos salido adelante, no tenemos el apoyo de nadie, pero él jamás nos ha desamparado”, afirmó con un tono de esperanza Juana.

La ayuda que recibe esta familia es gracias a sus vecinos, quienes al ver la situación por la que desde hace años pasa esta familia les donan víveres y en algunas ocasiones dinero en efectivo para que Karen pueda acudir a sus tratamientos.

Cuando llega el momento de partir nuevamente hacia el hospital, su pequeño llora y pide que lo tome en sus brazos, algo que llena de dolor a esta impotente madre que sufre por no poder brindarle el tiempo que su hijo menor requiere.

“Mami, me cuida a la Karencita”, recuerda que le dice su hijo entre lágrimas, mientras estira los brazos hacia el bus viendo partir a su madre al lugar en el que pasará casi un mes sin saber de ella y de su hermana.

Viven bajo el techo de un albergue esperando reunir dinero para ir a Sonsonate

Karen y su madre no cuentan con un familiar que les brinde un lugar en la capital para poder descansar después de cada hemodiálisis, razón por la que acuden a un albergue en el que les dan un techo y una cama para pasar las noches.

Durante este duro proceso, tanto madre como hija han sido alojadas en un lugar que abrió sus puertas para que no pasaran frío, ni soportaran las lluvias y contaran con una mano amiga que les ayudó en el momento en que más lo necesitaban.

Por no contar con los recursos necesarios para comprar un plato de comida, esta madre ha tenido que soportar por mucho tiempo no llevar un bocado a su boca, lo que algunas veces le regalan se lo guarda a su hija para que ella no pase hambre.

En el albergue en el que se alojan pasan durante casi un mes, en donde en ocasiones personas altruistas les regalan comida para aliviar el hambre que en muchas ocasiones no han podido saciar.

“Si alguien me regala algo es cuando yo como, pero si mi hija no ha ido al hospital y no ha comido entonces yo se lo doy a ella”, afirmó la madre.

Es así como han pasado los años, esperando mes a mes reunir el dinero necesario para poder partir hacia su casa y ver nuevamente a su hijo y a su madre, quienes ansían ver el progreso de Karen y la llegada de Juana.

Si usted desea ayudar a esta familia, puede contactarse directamente con este medio. Nosotros brindaremos la información necesaria para que la ayuda a llegue lo antes posible.    

Comentarios