Juana del Carmen Amaya Quintanilla fue secuestrada hace 9 años en su ruta hacia Estados Unidos por el crimen organizado que opera en las fronteras mexicanas, que la obligó a traficar con drogas y a trabajar de mesera en bares y prostíbulos.

Su madre en El Salvador, Reyna Amaya, sufrió durante todo este tiempo la agonía de no tener noticias de su hija que la había dejado en El Salvador con dos hijos pequeños, y que había partido hacia los Estados Unidos para encontrar mejores condiciones de vida.

Pero en su camino lo que encontró fue un mundo de drogas y prostitución, pues en Tijuana fue secuestrada por mafias mexicanas que la mantuvieron drogada y en lugares oscuros, obligándola a trabajar a cambio de no matarla.

“Perdí contacto con mi madre, me tuvieron encerrada en lugares oscuros, me llevaron a bares a ‘mesear’ a la fuerza”, contó la salvadoreña, quien añadió que un hombre la ayudó a escapar; sin embargo, en su regreso hacia El Salvador, y encontrarse sin dinero, se estableció en Chiapas donde se casó y tuvo otros dos hijos que ahora tienen 7 y 3 años, narró.

La historia del encuentro entre madre e hija fue posible por una organización denominada Movimiento de Migrantes Mesoamericanos que este miércoles hicieron posible que ambas mujeres se fundieran en un abrazo.

La historia fue recogida por un noticiero de Quadratín, en Chiapas.

La salvadoreña manifestó que pese a haberse reencontrado con su madre no piensa regresar a El Salvador pues la situación en su país no es segura. Su madre por su parte, expresó que la niña que dejó a su cuido está ansiosa por ser tocada por las manos de su madre.