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Social - Cancelación del TPS

Salvadoreña con TPS: “Claro que tengo un plan B, regresarme a El Salvador no es opción para mí”

Dos hijos ciudadanos y toda su familia amparada al TPS han hecho a esta salvadoreña pensar nuevas opciones para continuar en Estados Unidos. Algo tiene claro, "El Salvador no es opción".

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Ivonne Rivera, quien vive en Estados Unidos amparada al TPS desde 2001. Foto: FB
Salvadoreña con TPS: “Claro que tengo un plan B, regresarme a El Salvador no es opción para mí”

Ivonne Rivera tenía 17 años cuando dejó la casa que la vio crecer en una colonia de Santa Tecla y junto a sus padres migraron hacia Estados Unidos. Solo con las maletas llenas de cosas personales y sueños, emprendieron una nueva vida en la cuidad de Fillmore, California.

“Lo recuerdo como si fuera ayer, llegamos solo con nuestras maletas. Mi mamá tenía trabajo, pero no todo lo que estaba cuando llegamos era nuestro”, rememora Ivonne.

Por suerte, su madre ya había estado trabajando en Estados Unidos y, por haber estado antes de los terremotos, había logrado sumarse a un nuevo programa al que se denominó Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés). Al llegar junto a su esposo y sus dos hijas, en la primera prórroga que se dio le permitieron incorporarlos a todos y eso les cambió la vida para siempre.

Gracias al TPS su madre pudo conseguir un mejor trabajo en un hospital de ancianos y también su padre pudo colocarse en el mercado laboral. Ivonne, quien recién se había graduado como bachiller en  El Salvador, se puso a estudiar enfermería en el "college".

Fue hasta los 22 años que empezó a trabajar en un asilo de ancianos, cuando obtuvo su licencia de enfermería.

“Si yo no hubiera tenido el TPS no hubiera podido ir al college, ni tener licencia para manejar, ni tarjetas de crédito. Tener TPS me ha permitido estudiar, comprar carro, hacer préstamos, (tener) tarjetas de crédito, tener un mejor trabajo, poder viajar dentro del país sin ningún problema”, expuso la salvadoreña, quien ahora tiene 33 años.

Con dos hijos ciudadanos

En 2011, Ivonne se casó con otro salvadoreño quien también está amparado al TPS y procrearon dos hijos. Ahora, el mayor tiene cinco y la menor está por cumplir un año.

“Mis hijos son ciudadanos americanos, pero yo, teniendo el TPS, puedo darles un mejor estilo de vida y un horario de trabajo más flexible para mí”, relata.

Pero todo su mundo se derrumbó el pasado lunes 8 de enero, cuando el Departamento de Seguridad de Estados Unidos informó que daría una última prórroga de 18 meses y cancelaría el programa que por 16 años le permitió construir una vida con futuro, primero junto a sus padres, y después con su esposo e hijos.

Esa mañana una amiga le envió un mensaje de texto comunicándole la decisión. Ivonne sintió un vacío en el estómago, pero se negaba a creerlo. “No puede ser”, se repetía una y otra vez, por lo que buscó la página del consulado para confirmar.

El golpe fue tan duro que comenzó a llorar. No había nada más que hacer ante el veredicto. “Sentí tristeza y que todo mi mundo se derrumbó. Prácticamente este es mi país ya, bueno así lo siento yo”, confiesa aún con el corazón destrozado.

Sus hijos pequeños aún no comprenden que están a la puerta de que todo les cambie radicalmente. “Ellos aún no saben, pero cuando ya vean el cambio de vida lo van a sentir”, dijo.

La mente de una madre es traicionera y esto le sucede a Ivonne al proyectarse y pensar el futuro. De entrada, lo primero que ve es que tendrá que sacar a un hijo de la escuela católica a la que asiste, desde el próximo año. Eso solo es una muestra del terremoto que ha sido en su vida esa noticia.

“El plan B”

Aunque aún faltan 18 meses para que Ivonne se vea obligada a dejar Estados Unidos, ella y su familia no pueden quedar de brazos cruzados.  

“Claro que tengo un plan B, casarme con un ciudadano americano o quedarme ilegal. Regresarme a El Salvador no es opción para mí”, dice Ivonne con firmeza. Asegura que aunque es el país donde nació, sería difícil encontrar trabajo y readaptarse a la vida que se vive en El Salvador.

“Y lo más importante es por mis hijos. Es un lugar desconocido, que no es ellos y sé que acá de ilegal haré más dinero que estando legal en el país donde nací. ¿De qué voy a trabajar allá? No, definitivamente no es opción regresarme”, sentencia.

Otra alternativa que han pensado como familia es migrar hacia Canadá y eso implicaría nuevamente desarraigarse del lugar que los ha visto crecer. Para eso su madre tendría que vender la casa que tanto trabajo les costó adquirir, al igual que entregar los vehículos que tienen en uso si no los han logrado pagar por completo.

Su madre, una enfermera que trabaja en hospital en el Condado de Ventura, tendrá que jubilarse antes de tiempo. “Es todo un cambio de vida radical. Ella (su mamá) está muy mal”, dice.

A las autoridades

Pese a que el panorama es desolador, Ivonne no pierde las esperanzas y cree que aún hay un futuro para ellos en ese país, donde tanto han aportado, crecido y trabajado.

Varias de sus amigas en El Salvador le han dicho que no se preocupe que en el país tiene las puertas abiertas y “aunque sea frijolitos” habrá para ella y sus hijos. Sin embargo, ella y su familia se rehúsan a resignarse. “En mi casa tenemos aún esperanza de que habrá algo”, menciona.

Ivonne hace un llamado a las autoridades estadounidenses: “Que piensen humanamente  no solo en mi vida, sino la de muchas personas que está acá en este país que nos ha dado oportunidades para salir adelante y ver realizados nuestros sueños y también aportamos bastante a la economía de este país. Muchas de las personas hacen trabajos que un ciudadano americano no haría”, manifestó.

De igual forma, a las autoridades salvadoreñas, les pide que les cumplan. “Tienen que cumplir lo que han prometido y dicho en las redes sociales, porque hay muchos salvadoreños que sí se van a regresar”, sentenció.

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