• Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Sucesos - Conviven con la violencia

“Los muertos no nos dan de comer”, dice una vendedora del Centro, donde el comercio no para a pesar de los homicidios

El viernes, mientras la Policía, Medicina Legal y Fiscalía trabajaban en la escena de homicidio ocurrido en la calle Rubén Dario los comerciantes de la zona continuaron con sus labores como si nada anormal ocurriera.

foto de ventas en el centro
“Los muertos no nos dan de comer”, dice una vendedora del Centro, donde el comercio no para a pesar de los homicidios

La violencia que se ha enquistado en El Salvador parece ser parte de la rutina diaria de muchas personas, que se han acostumbrado a convivir con el olor a pólvora, a sangre, a muerte. Es que la muerte parece deambular en las colonias, viajar en el transporte colectivo, visitar los lugares de trabajo y estudio.

Los comerciantes del centro de San Salvador no son la excepción. Muchos se muestran familiarizados con los hechos de violencia que se registran en la zona y que en la semana que termina se vieron incrementados. Ayer fue asesinado un vigilante en la 5a avenida Sur y calle Rubén Darío; el cuchicheo de los policías, investigadores y periodistas fue incapaz de hacer mella en el bullicio de las ventas callejeras, donde salvo una línea amarilla con el estampado de "Policía", parecía que nada ocurría.

Una vendedora de ropa, que no es identificada por seguridad, que estaba a escasos de 10 metros de la escena fue consultada sobre el hecho y de tajo dijo no saber nada, pero no desaprovechó el momento para quejarse que esa situación de violencia les afecta en sus actividades comerciales. "Los muertos no nos dan de comer, cada vez que pasa un caso así las ventas bajan", explicó, aunque ella no cesa en su intento por dar a conocer sus productos.

Pareciera que la seguridad no es su prioridad, lo cual podría tener su explicación en que la zona es muy peligrosa, si se considera que la semana anterior fue asesinado un colaborador de pandillas a dos cuadras de su puesto.

Otro caso que ocurrió recientemente fue en el mes de marzo, cuando una disputa entre pandilleros y vigilantes provocó la muerte de un vigilante y cinco vendedores, que también eran pandilleros. Uno de esos delincuentes fue asesinado sobre la calle Rubén Darío, a menos de 50 metros de donde quedó el cadáver del vigilante asesinado el viernes.

Tras ese hecho las autoridades de seguridad lanzaron un plan de vigilancia en la zona con mayor presencia de elementos de la Fuerza Armada y la Policía Nacional Civil (PNC); sin embargo los homicidios han continuado.

"Aquí a cada rato hay muertos, acostumbrados estamos ya de eso", explicó un comerciante de la zona quien añadió que no tiene temor porque no se mete en problemas y que para eso trata de "llevar la fiesta en paz", explicó.

Apenas se retiraron las autoridades y el cuerpo fue levantado, la vida comercial volvió a la normalidad. Los gritos volvieron a golpearse para sobresalir entre las voces chillonas que abundan en la acera, los compradores siguieron acercándose y el comercio siguió su rumbo. Al final, como dijo la vendedora consultada, "los muertos no nos dan de comer".

Cómo ocurrió el hecho

homicidio en el centro de San Salvador

Eran las 10:30 de la mañana cuando la mayoría de los vendedores informales ya habían abierto las rebosantes estructuras donde colocan sus productos para iniciar el día de trabajo cuando escucharon varios disparos.

El sonido provenía de tan cerca que los vendedores de la cuadra intentaron ocultarse y buscaron refugio para no ser alcanzados por la balas. Algo había sucedido, algo muy grave si se toma en cuenta que fueron más de 10 disparos los que escucharon, pero no sabían qué era, a excepción de las vendedoras que tienen acceso al callejón de atrás donde ocurrió el crimen.

"En el momento, uno se asusta porque no deja de ser humano, pero qué le vamos a hacer", explicó una vendedora ambulante que estaba cerca de donde ocurrió el asesinato.  

Normalmente a las escenas de homicidios se acercan curiosos los lugareños, los negocios cierran y se percibe temor en las personas; pero eso ya no ocurre en el centro.

Los vendedores se recompusieron de inmediato una vez conocieron que se trató de un homicidio y que nadie más había resultado herido y se mantuvieron en sus negocios para continuar con sus ventas.

Minutos más tarde llegó la Policía para despejar la zona y aislar un área de unas cinco ventas con cinta amarilla para que los transeúntes no pasaran en la zona. Los comerciantes de esos puestos debieron salir del área.

"Yo ni conozco al hombre para que me tengan aquí afuera, no sé como voy a llevar la comida hoy", dijo una de las vendedoras que no podía continuar sus labores debido a que sus productos y pertenencias estaban en el área restringida.

La víctima era José Mario Serrano, 47 años, un vigilante de un negocio ubicado a unas dos cuadras. Aunque los comerciantes de los alrededores no lo conocían precisamente por el nombre, algunos lo ubicaron por el atuendo. 

Serrano fue atacado a tiros por la espalda por un sujeto que luego huyó de la zona para subirse a un automóvil negro, tal y como lo captaron las cámaras de videovigilancia que están colocadas en la zona.

La víctima presentaba heridas de bala en la cabeza, hombros, espalda y piernas, según el oficial de servicio a cargo de la escena quien añadió que descartaron que fuera un asalto debido a que sus pertenencias fueron encontradas en la zona, entre ellas el arma de trabajo.

Más tarde reportaron la captura de cuatro sospechosos de participar en el hecho, quienes estaban en la 17 avenida Sur cuando fueron sorprendidos por una patrulla de policías quienes los ubicaron por las características. Solo uno de ellos fue identificado como Rosalío Deleón Martínez, de 23 años, mientras que el resto no portaban documentos.

Hasta la 1:30 de la tarde, la escena de homicidio no había sido levantada y los comerciantes continuaban con cierto desánimo en la zona esperando que despejaran para poder continuar sus tareas, que normalmente termina a las 6:00 de la tarde y en en el caso de los más valientes, se quedan vendiendo café o comida hasta las 10:00 de la noche.

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