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Judiciales - Se salvaron de milagro

Dos usulutecos se pierden intentando llegar a San Miguelito y terminan en manos de pandilleros que trataron de matarlos

Los pandilleros desnudaron a los jóvenes para comprobar de que no pertenecían a rivales. 

Ruta 2
Imagen de referencia.
Dos usulutecos se pierden intentando llegar a San Miguelito y terminan en manos de pandilleros que trataron de matarlos

Dos jóvenes usulutecos que viajaron a San Salvador se salvaron de las garras de la muerte luego de ser interceptados por pandilleros quienes se percataron que estos habían tomado una ruta equivocada que los llevó hasta una peligrosa zona de Mejicanos en la cual fueron señalados de ser delincuentes rivales a los que acechan esa zona de San Salvador.

La mañana del 3 de abril del 2017, Carlos y Antonio (nombres modificados por seguridad) salieron de su casa en Usulután hacia San Salvador con el objetivo de realizar una serie de diligencias en los alrededores del mercado del barrio San Miguelito. Era la primera que viajaban a la zona y desconocían la ruta que los llevaría a su destino.

Confiados en su instinto y en las indicaciones verbales que conocidos les dieron, al llegar a la capital los hombres tomaron un bus de la ruta 2 que en efecto pasa por la zona que buscaban, pero que nadie les advirtió en el momento que el bus hizo la parada para que se bajaran.

Luego de varios minutos de recorrido, los dos jóvenes comenzaron a preguntarse si iban en el autobús correcto o si se habían extraviado por lo que decidieron preguntar al conductor, este les confirmo que estaban por llegar al punto de la ruta y que su destino había quedado muchas cuadras atrás.

El conductor les sugirió que debían de abordar un microbús de la ruta 6 para llegar a las cercanías del mercado; dispuestos a seguir con el viaje, Carlos y Antonio abordaron la unidad señalada en la colonia Monterrey.de Mejicanos.

A los pocos minutos, tres sujetos con apariencia de pandilleros se subieron por la parte delantera de la coaster y abordaron a sus víctimas quienes se sentaban en asientos diferentes y comenzaron a asustarse al ver a los delincuentes frente a ellos.

Uno de los criminales se levantó la camisa y le mostró su arma para neutralizar a los usulutecos, mientras otro les indició que se habían bajado de una manera extraña del otro autobús y que tenían la sospecha de ser pandilleros rivales.

La situación se fue tornando cada vez más tensa, a tal punto que uno de los pandilleros golpeó a Carlos en la cara, lo tomó por el cuello  y lo bajaron del microbús junto con Antonio.

Los delincuentes llevaron a sus víctimas hasta un pasaje cercano. Con pistola en mano, les ordenaron que se quitaran la ropa para comprobar que no tenían tatuajes alusivos a estructuras criminales.

Desnudos y con la incertidumbre, los jóvenes negaron en reiteradas ocasiones ser pandilleros y les explicaron a sus victimarios que se habían perdido, sin embargo, dichas palabras no calaron en el razonamiento de los sujetos.

“Llevémoslos a la quebrada, allí los vamos a reventar sino dicen de que mara son”, amenazó uno de los delincuentes que también despojaron de sus pertenencias a las víctimas.

Una llamada que les salvó la vida

En el plan de los malechores no figuraba la denuncia de un testigo que observó cuando los jóvenes fueron interceptados, algo que alertó a la Policía de la zona que terminó ubicando a los sujetos.

Al ver la presencia policial, los delincuentes dejaron a sus víctimas y se dispersaron por varios pasajes de la colonia, de los involucrados solamente uno fue detenido por los agentes.

El reporte policial señaló que el detenido fue identificado como Omar L., de 30 años de edad, quien fue reconocido por las víctimas a quienes despojaron de dos celulares que al momento de la captura ya no portaba.

Omar fue procesado por los delitos de robo agravado y limitación a la libre circulación, sin embargo, el juez decidió absolverlo debido a la falta de colaboración de las víctimas en el proceso judicial.

El juez Tercero de Sentencia de San Salvador decidió dejar sin efecto la acusación presentada por la Fiscalía debido a que las víctimas no se presentaron al juicio que se realizó el 13 de septiembre.

Según la parte acusadora,  la justificación expuesta por ambos ofendidos fue la de vivir en una zona aislada de Usulután por lo que se le imposibilitada su presencia en la sala de audiencia.

Además, la parte juzgadora cuestionó la poca prueba recopilada en el caso para comprobar la participación del imputado quien recobró su libertad.

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