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Una historia de narcos

Una historia de narcos

En el libro de Diego Fernando Murillo, alias don Berna: Así Matamos al Patrón, que relata la persecución, ubicación y muerte de Pablo Escobar Gaviria hace 23 años, en sus páginas finales el autor revela un acontecimiento muy interesante: la segunda llamada que hiciera el capo de la droga a su familia a los apartamentos Tequendama el 2 de diciembre de 1993 a las 2:52 PM.

En aquella conversación que permitió ubicarlo en el barrio de los Olivos de Medellín, Pablo Escobar al hablar con su hijo le pide que envíe una carta de agradecimiento al presidente de El Salvador, Alfredo Cristiani por el ofrecimiento de asilo que les había hecho a su esposa e hijos. Minutos después de esa llamada interceptada por el escuadrón de búsqueda el narcotraficante más poderoso del mundo caía – al parecer suicidándose- en los techos de aquel barrio medellinense.

Hace algunos días le preguntaba a Juan Pablo Escobar Henao, hijo de Pablo Escobar, sobre la veracidad de esta revelación y me contestaba que ellos entendían que con la intención de ayudar a la pacificación de Colombia se había hecho esta oferta de asilo por parte del ex presidente salvadoreño a la familia de Escobar.  De allí las instrucciones de agradecer vía escrita que Pablo Escobar dio a su hijo. Periódicos de la época igualmente revelaron esta posibilidad de asilo en El Salvador.

En una entrevista para El Faro el ex presidente salvadoreño ya enfadado por tantos rumores al respecto sobre vínculos entre él y el narco, niega y explica lo que al parecer sucedió durante una visita oficial suya al Palacio de Nariño casualmente los días que terminó la cacería de Pablo Escobar y que permitiría aquella confusión:

«Todas esas son panflinadas, dice Cristiani, luego de que El Faro le detalla reportes de prensa de la época-. Ahí no hubo absolutamente nada... en todo caso, si alguien preguntó allá, en los medios que lo publican, como era la noticia del momento, tal vez me habré limitado a decir que si el presidente Gaviria solicitaba lo podríamos analizar. Pero hasta ahí. Eso de que habíamos ofrecido asilo es totalmente falso. Completamente falso.

«Nunca ofrecí asilo ni a la familia ni a él. Pude haber mencionado que si el presidente Gaviria solicitaba algo que lo analizaríamos. Pero asilo jamás. Nunca ofrecí asilo. ¡Jamás! Y si alguien lo puso así es completamente falso. Y allá no sé quiénes eran el montón de prensa...

— ¡Jamás! Yo jamás ofrecí asilo para Pablo Escobar. Es más, si lo mataron. ¿Para qué iba a ofrecerle asilo si lo mataron ahí?» 

En cuanto a nuestros políticos, hay que entenderlos más por lo que callan que por lo que dicen. Y Alfredo Cristiani tiene el tino para estar en los lugares equivocados en momentos inoportunos.

Así le sucedió con los jesuitas que siendo comandante general de la FAES sus tropas cometen una masacre sin que él supiera igual llegó a Colombia cuando Pablo Escobar finalmente muere.

Cristiani llegó a Bogotá al parecer días antes de la muerte del capo, allí al decir que «si el presidente Gaviria solicitaba algo lo analizaríamos» estaba entre líneas dejando la puerta abierta para un asilo.    

En efecto, una de las justificaciones de la escalada violenta en Colombia por parte del cártel de Medellín era precisamente garantizar la seguridad de la esposa e hijos del capo a los que se les había hecho atravesar un calvario tanto para salir de Colombia como para ingresar a Alemania o finalmente quedarse en África.

El asilo no era para Pablo Escobar, sino para salvar a su familia de los intentos de matarlos del escuadrón de la muerte los PEPES: Perseguidos de Pablo Escobar y que impedía la entrega del narco a las autoridades colombianas. 

Corolario:

Con el tiempo lo que se perseguía con la eliminación de los cárteles de Medellín y Cali y que costó muchas vidas valiosas en Colombia no ha servido de nada. La producción de coca que en tiempos de Pablo Escobar era de 30,000 hectáreas ahora es de 90,000 e igual ha sucedido en Perú y Bolivia. El patrón se salió finalmente con la suya y por eso es popular en televisión. 

Gracias a la corrupción de los políticos la lucha contra las drogas se ha perdido. La vía militar ya no es opción. La legalización de la mariguana en varios Estados de la Unión Americana o Europa que incluye a un hispanoamericano como Uruguay anuncia el futuro: la tendencia es al control y no a la criminalización y aunque llegará en distintos momentos a nuestros países esa transición es inevitable.  

Era un preludio fatal cuando Carlos Lehder amenazó que la bomba atómica contra Estados Unidos que Colombia poseía era la cocaína.

Los Estados Unidos cerraron la llamada ruta del Caribe y con eso nació la ruta centroamericana. Desde entonces los países del triangulo norte (Guatemala/Honduras/El Salvador) comenzamos otra guerra y las elites otro negocio: el control de territorios de desembarco, transito y narcomenudeo de la droga colombiana.

Por ahora careciendo de una política y voz propia en el tema a nosotros nos quedará seguir poniendo muertos, papel asignado por el crimen organizado y mercados consumidores a las rutas de la cocaína hacía EE.UU.

El hijo de Pablo Escobar, Juan Pablo Escobar Henao llega esta semana a El Salvador a dictar dos conferencias sobre lo inútil que es el dinero fácil de la droga, pesar de la moda narcos con aptitud que los mass media promueven estos últimos años y que ha creado ya una narco cultura.

Oportuna en momentos que nuestro país es señalado de haber el narcotráfico financiado campañas electorales y poseer narco-políticos.