• Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Sí al muro fronterizo… 

Sí al muro fronterizo… 

Marvin Aguilar

En 2010 Jan Brewer gobernadora de Arizona aprobó una ley estatal que fue catalogada por propios y extraños como xenófoba y racista porque criminalizaba a los indocumentados. Aquella ley junto a Brewer sufrieron una tormenta política. 

Toda la discusión la zanjó la gobernadora cuando sus voceros explicaron que la ley de Arizona había sido copiada de la ley migratoria mexicana. 

Incluso se argumentó que la ley de Arizona era mucho más benévola ya que solo se aplicaba a nivel estatal mientras que la de México en toda la nación. Debido a esta paradoja e hipocresía México se vio obligado a despenalizar la migración indocumentada. 

Nuestra migración como la de México es un problema económico social. Criminalizarla es el crimen.    

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Si al muro fronterizo… pero en el sur de México. Así titulaba El Mañana periódico mexicano un artículo el 24 de julio de 2016. Esa era la solución –sostenía- a la invasión que hacían centroamericanos al país camino a EE.UU. 

El Mañana, señalaba que el problema de los inmigrantes centroamericanos no solo es de EE.UU. sino de México y debido a eso el muro era mejor construirlo en la frontera mexica-chapina-beliceña. 

Sondeos demuestran que el 48% de mexicanos tienen una opinión mala o muy mala de nosotros los centroamericanos. El menosprecio de México hacia el sur no es nuevo. Ya el EZLN se les apareció en plena celebración del NAFTA porque su política elitista muchas veces los llevó a pensar que Chiapas seguía siendo centroamericano.

Es irónico y paradójico que México acuse ahora de racista y xenófobo a Donald Trump cuando su ley federal de población aprobada en los 70`s posee tintes maltusianos ya que solo permite migración de población blanca o del primer mundo y no de latinoamericanos por considerarlos que  afectaban el equilibrio poblacional. 

México ha tenido una política migratoria que sistemáticamente rechaza inmigrantes latinoamericanos en su territorio y por eso aceptó con gusto hacer el trabajo sucio siendo el país de contención para la migración hacia EE.UU. 

Impuso en esa lógica trabas migratorias para el caso, a nosotros, la visa que en la práctica requiere los mismos requisitos que el visado estadounidense y criminalizó hasta 2010 a nivel federal ser inmigrante sin documentos dejando a merced de la corrupción local a nuestros compatriotas.

Contrario que en EE.UU. la incontrolable policía mexicana puede detener a cualquiera que se le antoje y esto desde luego en los hechos afecta más que a narcos a indocumentados ya que estos últimos son para la policía fáciles de detectar, estos una vez detenidos se ven obligados a pagar sobornos entre $30 a $300 para poder continuar hacia el sueño americano.

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Donald Trump hizo una simpleza ha colocado un espejo a los mexicanos, nuestros hermanos. Han tenido que ser llamados delincuentes y violadores por el nacional populismo estadounidense para darse cuenta de una verdad: el hombre blanco habla con lengua de serpiente.  

Incluso Canadá cobardemente los abandonó al preferir negociar bilateralmente con el nuevo presidente estadounidense que quedarse echándole el hombro a un cuate; México ahora lo sabe: no es blanco-europeo, es olmeca, teotihuacano, azteca mexica y su sangre no hace química hacia el norte sino al sur.

México que ahora se enfrenta a EE.UU. alegando respeto a la diversidad étnica llega cojeando a ese encuentro y Trump lo sabe: ¿cómo explica que su población extranjera no llega ni al 1% y que legalizarse allí sea casi imposible?

Corolario: 

Meryl Streep tenía razón cuando le hacía ver a Trump que cuando un dirigente desde su posición y poder opina en negativo contra algo o alguien los demás tienden a seguir sus pasos. Argentina sigue a Trump: su nueva política migratoria esta provocándole roces con su vecina Bolivia que la acusa de xenófoba y racista.

Y sin embargo Donald Trump tiene razón. Tiene derecho a proteger sus fronteras y dictar sus leyes migratorias. Y por sobre todo tiene razón al decir cuáles son las causas de la migración centroamericana hacia EE.UU.

Son nuestras elites económicas extractivas y políticas corruptas a las que les conviene ese círculo vicioso: nacer sin controles; crecer en un determinismo de pobreza material, intelectual y espiritual que los empuje a irse; enviar remesas que jamás se invierten sino que se gastan en el consumismo más degradante que solo un pobre con dinero puede hacer para enriquecer a unos pocos mientras los mismos de siempre se reeligen cada elección.

Desde luego que Trump tiene razón porque sabe donde es que nos aprieta el zapato y es cuestión de tiempo para que se refiera a El Salvador. 

A Trump solo se le superará resolviendo nuestros problemas de una vez por todas, haciendo de nuestros países lugares donde todos podamos vivir y no sea necesario emigrar. En otras palabras dejar de mendigar trabajo y comida.

Por ahora contra Trump estamos con México.