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La Suiza de América desea parecerse a nosotros

La Suiza de América desea parecerse a nosotros

Cuando en 2004 Miguel Ángel Rodríguez secretario general de OEA renunció por acusaciones de corrupción en su contra siendo presidente de Costa Rica no solo terminaba abruptamente la oportunidad de Centroamérica como figura líder hemisférica (que ingenuamente pretendimos nosotros rescatar con otro corrupto, Paco Flores) sino que además anunció la debacle de un mito: los ticos que nunca se han sentido centroamericanos sufren las mismas dolencias que sus hermanos.

Es un hecho. La decepción de las elites políticas hace que los pueblos opten por salidas alternas a los partidos tradicionales. Varía. En Europa o EE.UU. les ha dado por la xenofobia y racismo que lleva a partidos de extrema derecha o con referente nazi a desplazar ha los hasta ahora hacedores del Estado de bienestar: la social democracia o liberales.

En Latinoamérica tan dados al shock resultado de ese mal educado y administrado mestizaje indígena-africano-español hemos optado por otro fanatismo: el religioso.

Los partidos políticos han involucionado hacia una ideología nacional-cristiana para captar votos. Y esta neo-evangelización de América es en extremo militante debido a que quién la lidera no es el experto catolicismo romano, el flemático anglicanismo británico o ilustrado luteranismo europeo sino que es un pentecostalismo-evangélico criollo en estado de banda que no habiendo tenido la oportunidad histórica como la tuvieron ya sus predecesoras cristianas desde 1492 de cometer todo tipo de salvaje-etnocidio en la región, enarbola en el siglo XXI los valores de la cultura conservadora -muy arraigada en el cerebro réptil de nuestros habitantes- para imponer una agenda religiosa que pretende satanizar cualquier atisbo de Derechos Humanos acusándolo de pecado e intervención extranjera.

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Costa Rica esta desnuda: en realidad no es solo un país excepcional en materia de bienestar y estabilidad democrática o laicismo y exenta del desastre crónico de sus vecinos El Salvador, Nicaragua, Honduras y Guatemala.

En el fondo era corrupta. El narco gracias a una sociedad con anomia (ya no está orgullosa del cero analfabetismo o niveles bajos de pobreza extrema) ha permeado sus estamentos; violento (más de 600 homicidios en 2017); intolerante; misógino; xenófobo (su trato a los nicas es trumpiano) y finalmente homofóbico.

¿Qué ha llevado a los ticos –pesar de ser mejor educados que nosotros- a una situación tan polarizada? Es decir donde ya no es socialmente axiomático el respeto a lo diferente y económicamente liberal el anhelo a la libertad individual sino que se parte del ataque personal hacia quienes no piensan como yo.

¿La causa? Siempre lo he sostenido (contrario a los nacional-religiosos en su diatriba), no son la ampliación de los Derechos Humanos. El culpable de la pérdida de los buenos valores es la pobreza, la creciente desigualdad económica que viene azotando a los ticos.

Y allí está la respuesta de por qué Fabricio Alvarado, un cantante evangélico cuya esposa habla en lenguas angelicales y fue profetizado por Dios que sería presidente para restaurar Costa Rica sería elegido este domingo de resurrección gobernante.

El deterioro económico, endeudamiento público como resultado de la corrupción de la clase política es evidente en la Suiza de América.

Eso hizo que de los convocados a votar solo fueran 1, 950,113 (65.73%) bajo, según la tradición electoral tica. Igual logró que se destruyera el bipartidismo relegando a los tradicionales PLN y PUSC al tercer y cuarto lugar y dando nacimiento en primera instancia ya en 2002 al PAC y en 2018 a RN que con empate técnico encabeza las encuestas.

La educación sexual y una sentencia de CIDH sobre el matrimonio igualitario que debió como todo país civilizado y de tradición democrática que aparentemente era Costa Rica ser dirimido por los pro y contras en la Sala IV de Constitucionalidad ha terminado por sustituir de la agenda electoral temas más urgentes: el económico-fiscal y corrupción.

Sostenemos que es la desigualdad la causante de esta escalada milenarista tica porque ha sido en las zonas rurales y más deprimidas económicamente donde el cantante evangélico obtuvo sus mejores resultados electorales.

¿Su estrategia de campaña? No acatar la resolución de la CIDH sobre el matrimonio gay porque es el primer paso para luego legalizar todo tipo de aborto, la pedofilia y hasta el sexo con animales e imponer la (mal llamada por ellos) ideología de género que convertirá a Costa Rica en Sodoma-Gomorra y, ya iluminados, salirse de la OEA. Amén.

Corolario:

En Costa Rica fue fusilado Francisco Morazán considerado por la región el unionista centroamericano. Igual el padre de la patria tica no tiene nada que ver con los eventos en Antigua Guatemala de 1821 y menos su celebración de independencia. La cosmogonía del 15 de septiembre tico es bien suigéneris: trata más de la derrota infringida a los filibusteros de William Walker que con la emancipación de España. No sentirse parte de Centroamérica la hizo sentirse lejos de nuestras realidades que ahora es la suya.

Fabricio Alvarado es una paradoja histórica. Sus antepasados que al abolir el ejército costarricense  proclamaron la protección de su nación en el orden jurídico internacional, en todos los organismos que el mundo creara para defender el derecho de los pueblos por si alguien intentaba invadirlos ahora están por elegir a un corso que en plan carajillo se pavonea con mandar al averno el derecho internacional y cuya única patente es su ideología religiosa.

Si los nicas comenzaron regresando a la dinastía olvidando que por quitársela se mataron. A los chapines la derecha que había hecho del gobierno un carrusel de la corrupción los llevó a elegir a un cómico de presidente (también corrupto) y a los catrachos la inseguridad narco-pandilleril a un sátrapa con bandera cristiana ¿debe sorprendernos que ahora vengan los ticos (tan centroamericanos como nosotros) a elegir a un cantante evangélico como presidente?

Cualquier analista independiente diría que Centroamérica ha marcado su ruta: la vieja política ha comenzado a morir. Desde luego no hemos escogido el camino fácil, sino uno largo y sinuoso.