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¿Y los amigos de Mauricio?

¿Y los amigos de Mauricio?

Las comparaciones son odiosas, pero nuestros políticos son la fiel muestra de lo mal lectores o enemigos de los libros que somos los salvadoreños.

Los políticos mismos recurren a parangonar su figura con otros líderes. Suelen ser figuras lejanas desconocidas para la mayoría de salvadoreños y por ello es imposible tener criterios para examinar las conductas de quién se dice son semejantes. De Salvador Cayetano Carpio se decía era el Ho Chi Minh de Latinoamérica.  

Todo esto es resultado de falta de ideas propias. Se emulan las ideologías —no liderazgos— y la ligereza con que Mauricio Funes se equiparó o nombró guía político-ético a alguien tuvo que haber devenido de una intensa y crítica lectura que lo identificara invariablemente en una posición ante las cosas o la realidad de ellas. Empujado a decir que era igual a Lula da Silva y que su guía era Romero (sabiendo su vida personal e inexplicable riqueza pos presidencia) deja en evidencia su falsedad. 

Se concluye que cuando dijo: Seremos cómo... que nuestro faro es aquel o cuál país o personaje político/religioso fue porque quizá creía que eso lo haría ver cosmopolita ante nuestro sencillo pueblo. No lo supo, pero se volvió esclavo de sus palabras, de esas ideas ajenas que él elevó a la categoría de proyecto y discurso.

ARENA usó esas argumentaciones con la AFPs (Chile) y la dolarización (Panamá o Ecuador). El tiempo ha demostrado que ninguno de los ejemplos traídos a cuenta era totalmente aplicable a nuestra realidad. Pero muchas veces los humanos somos ídolos con pies de barro. Y por eso lo más inteligente no es derrumbarlos, sino jamás crearlos. La izquierda salvadoreña, yendo en contra de las mismas reflexiones de Schafik Handal, creó a Mauricio Funes.

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Lula, el referente de Funes y el PT del cual su ex esposa y ex primera dama es militante, están atrapados en una vorágine de corrupción de favores políticos pagados con petrodólares. Al borde de sentarse en el banquillo de los acusados, Lula dice que no sabía nada; imposible. Un presidente está obligado a saberlo y verlo venir todo, todo lo que sucede a su alrededor ya que lo contrario lo convierte en un soberano pelele deficiente que jamás debió ser candidato por ausencia de altura y mirada periférica.

Lula en 2005 debió sospechar que algo andaba mal cuando un escandalizado pueblo brasileño vio las fotos que revelaron la clase de vacaciones que se daba el menor de sus vástagos, Luis Claudio, entonces de 19 años e hijo del primer presidente de izquierda.

El joven Da Silva se llevó a 13 amigos por dos semanas a pasear en residencias presidenciales, aeronaves y lanchas de la marina de las fuerzas armadas brasileñas. Todo bajo el patrocinio del erario público. Durante la juerga se incluyó una fiesta a la que invitaron a Pelé que gustosamente se fotografió con el grupo de amigos del hijo del presidente.

En medio de aquel escándalo y de un fuerte ajuste fiscal que pregonaba su política económica el presidente decidió comprarse un nuevo avión presidencial. ¿Su costo? 56.7 millones de dólares. Nada mal para un obrero de izquierda.

Excesos arriba motivan corrupción hacia abajo. Alguien debió habérselo dicho a Lula, pero al parecer nadie quería pararle la alegría al mandatario, el primero que provino de la izquierda y, ahora, de aquellos barros son sus lodos. El PT sigue sin aceptar que cada gran proyecto que hizo terminó estallándoles en la cara, acorralándolos como a los viejos militares de la dictadura que ellos mismos combatieron. Pobre izquierda, pobre Brasil.

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Mauricio Funes hizo una gran labor. Valiente al develarnos la forma en que Francisco Flores desvió fondos en pleno desastre nacional para pagar la campaña política de 2004 para que ARENA hiciera presidente a Tony Saca.

Su esposa en aquel entonces, Wanda Pignato, igualmente ha sido heroico unicornio en tierra extraña —además de inteligente— al poner el tema de género, inclusión y protección a la familia y la niñez en la dimensión correcta del debate público y no solamente desde la mal sana óptica conservadora que arrastrábamos por décadas alejados de las nuevas teorías antropológicas, psicológicas y sociológicas a las cuales renunció convenientemente ARENA en 20 años.

¿Cómo es que igualmente están en la misma banca de espera de Francisco Flores y su esposa, Tony Saca y su esposa incluso han terminado ambas familias (Flores/Funes) alegando la misma defensa? Persecución política. 

Están allí debido a que el ex presidente Funes y su ex esposa no pueden explicar la forma de vida que pos presidencia mantienen. La cantaleta de ingresos recibidos desde la época de campaña electoral 2009 o por consultorías difíciles de comprobar es orinarnos encima y pretender que digamos que llueve. Dicho en otras palabras: la única diferencia política entre los ex presidentes Flores y Funes es que uno está vivo.

Decepcionante. Ahora sabemos que el maltrato en la pareja presidencial del primer gobierno de izquierda salvadoreña era real, hay un hijo extra matrimonial como prueba de ello. Y no se confunda estimado lector, no hablo de la vida íntima de las personas, sino de la vida privada, ya que al enarbolar las luchas que enarbolaron Funes-Pignato y ser la primera pareja de la nación su coherencia o no se vuelve de interés público.

No se puede ser candil de la calle y oscuridad en la casa. La izquierda no puede hacer o callar paredes hacia adentro lo que denuncia con hidalguía puertas hacia afuera. Eso es, ser de derechas. ¿O ya no?

La izquierda no puede llegar al poder a enriquecerse de forma ilícita haciendo como hace la derecha, porque entonces la lucha ya no será ideológica sino por intereses; no habrá propaganda sino publicidad; no habrá pueblo sino idiotas a los que vender líderes que no necesitan y partidos con obsolescencia programada una vez asuman el control de los gobiernos. Solo habremos quienes vivimos abajo y los que viven arriba nuestro.

Corolario:

Ya lo decía Umberto Eco: a los libros se les respeta leyéndolos no teniéndolos guardados. Quizá si leyeran nuestros políticos podrían crear con influencias sus propios pensamientos e ideas.

Para el caso Mauricio Funes: ni siquiera para enriquecerse ha sido original. Su cinismo cuando lucia su nueva riqueza sin justificación valida y legitima no solo conlleva el estilo de fulano venido a más, sino además la intención de vernos la cara de estúpidos a los salvadoreños. 

Sin la justificación de sus ingresos y su nuevo estilo de vida la argumentación de persecución política es inútil y cuando menos se dé cuenta pasará a la historia como otro corrupto más.