• Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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La extrema izquierda y el antisemitismo

La extrema izquierda y el antisemitismo

El racismo nunca será una opinión, siempre será una ofensa, y parece que un sector de la extrema izquierda encontró una vertiente para destilar odio contra los judíos en su defensa de los grupos terroristas islamistas por las diferentes redes sociales y blogs.

No hay que perder mucho tiempo para exponer todos los crímenes de los fanáticos islamistas como el ataque contra Malala Yousafzai por la Talibanes, el atentado en Boston y la ofensiva terrorista del ISIS a nivel global. Queda muy claro que el islamismo yihadista lleva a las acciones más aberrantes y deshumanizantes a quienes caen bajo su doctrina de religión y odio.  

Obviamente un sector de la izquierda reaccionaria, influenciada por la propaganda terrorista anti Estados Unidos y contra Israel, ha encontrado un aliado nada envidiable.   

Unidos por el odio

Como en la derecha liberal existe un sector radical e intolerante representado en el fascismo; la izquierda o socialdemocracia posee otro rostro en la ultraizquierda extremista. Este sector ha convertido las reivindicaciones sociales en simple populismo y añoranzas por las viejas dictaduras estalinistas y, por ejemplo, hasta el genocida de Pol Pot, líder de los Jemeres Rojos en Camboya, es visto con admiración casi religiosa.

Lo peor de este sector se ubica en su posición de autoproclamarse en los poseedores de la verdad social absoluta. Se sienten con el derecho de señalar con el dedo a otros grupos de izquierda como burgueses y acomodados, llegando al punto de discriminar las posturas críticas que vayan contra sus actuales símbolos como son Fidel Castro y la dictadura disfrazada de democracia de Nicolás Maduro. Pobre del hombre crítico que alce un comentario de análisis sobre el chavismo que no les guste, pues inmediatamente es reducido a fascista, agente del imperio o un traidor. Bueno y sabemos muy bien cómo trata la extrema izquierda a los que considera traidores. 

Aunque todavía eso puede ser aceptado aplicando una mentalidad abierta en la misma izquierda moderada y democrática. Pensar que es una posición basada en una reacción a la historia Latinoamericana encadenada a la persecución por parte de las dictaduras. Podría darse un beneficio de aceptación y tolerancia a este enfoque por esa herencia brutal.  Solo que al acercarse al islamismo y defender sus acciones terroristas como victorias propias es inadmisible.  

Las últimas posturas de la extrema izquierda muestran un discurso xenófobo y antisemita sin tapujos ni inhibiciones. Se han alineado abiertamente con el sermón de ira que surge desde la tiranía iraní  y han tomado las banderas de lucha del terrorismo internacional y su “yihad” contra Estados Unidos. 

Constantemente sus analistas de propaganda xenófoba y racista disfrutan de plataformas en el canal chavista de TeleSur , RT -Russia Today-  e HispanTV – medio de propaganda iraní -  para brindar una cantidad de falacias idénticas a las de neonazis al negar la existencia del Holocausto. Se sataniza al pueblo judío y se fomenta el antisemitismo en sus foros de discusión, permitiendo los comentarios más ofensivos contra dicha comunidad sin ningún control o censura sobre las apologías de odio. 

Se solidarizan con los actos terroristas y promueven el resentimiento por las diversas redes sociales, mostrando una parte de la realidad a favor de cualquier grupo islamista radical, y sus medios de control censuran las noticias como el caso de Malala Yousafzai, los genocidios realizados por Bashar al- Assad en Siria o las condenas a muerte hacia homosexuales en países como Irán. 

Llegan a defender el intento de asesinato de la joven activista Yousafzai, pues están seguros de las palabras de los líderes religiosos talibanes que la acusaban de ser una agente de la CIA. 

Defienden las atrocidades de Hamás, Hezbollah , Al Qaeda e ISIS como actos revolucionarios, celebrando o callando sobre la muerte de civiles en atentados, dañando la imagen de la izquierda intelectual y progresista bajo su obtuso análisis antiimperialista. 

Al final se transforman en tontos útiles del terrorismo. En simples masas adoctrinadas por ideales fanáticos de una de los fenómenos políticos y sociales más violentas como es el islamismo radical.   Alabando a dictaduras como la de   Bashar al- Assad donde ellos mismo hubieran conocido el puño de la represión y tortura en las cárceles solo por elevar la mínima protesta contra ese régimen. 

Se dedican a defender a Hamas como mártires y santos, sabiendo que en sus posturas reales del grupo terrorista la vida humana solo favorece al hombre. Donde las mujeres son casi una propiedad privada y objeto de la mayor violencia por parte de sus “amos”. Estos militantes de la extrema izquierda han perdido la brújula que delimita ser de izquierda pensante a un simple alienado por la propaganda racista y sexista del islamismo.    

Estados Unidos e Israel son Satanás

El fenómeno del islamismo radical ha entrado en las mentes de la extrema izquierda gracias a la ira contra Estados Unidos. Esto ha llevado a crear un racismo y xenofobia hacia los ciudadanos de ese país y en especial hacia los judíos.

El antisemitismo se ha convertido en el pilar de la arenga de Irán, el portaviones de los terroristas en Medio Oriente, y la crítica hacia la falta de valores en Occidente ha formado un sincretismo absurdo y peligroso. El régimen iraní encontró tierra fértil  para sus pretensiones intervencionistas en la crisis del sistema y la desesperanza de un gran sector de la ciudadanía mundial; no cabe duda que su intensión en lograr penetrar y, en su visión teocrática ridícula, expandir su esfera de influencia geopolítica.

Solo necesitaban células para esparcir sus ideales medievales y los encontraron en la extrema izquierda, que  cayó en la trampa. Según ellos, la postura de Irán y del islamismo extremista tiene una conexión con sus objetivos revolucionarios de destruir al “imperio” y, a la vez, a su aliado Israel. 

Esta extrema izquierda que conoce bien los actos de la represión fascista en América Latina, que vivió los actos de genocidio, menosprecio social e intolerancia, que todavía es presa de los estereotipos de ser tildados como comunistas come niños; se ha transformado en un títere que repite, escribe y fomenta las ofensas racistas contra judíos, contribuyendo a promover delitos de odio y agrupándose con la misma oratoria xenófoba de su peor enemigo histórico: el nazismo. 

Marx fue bien claro en definir la religión como el opio del pueblo, aunque pareciera que ahora a un “camarada” se le ocurrió reflexionar que existen excepciones con los fanáticos religiosos de los ejércitos de la “yihad” islamista.