• Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Los malnacidos

Los malnacidos

«¡El infierno está vacío! ¡Aquí están los demonios!»   Shakespeare

La soga

Desde la ventana del último piso de un edificio de cartón, cuelga un cuerpo de una soga. Nada pude hacer para salvarlo del vértigo de un mundo que gira tan rápido. El número 100 está en su frente escrito con hilos negros. Las aves saltan desde las cornisas hacia el cielo blanco y  una luna de la tarde opaca el sol, mientras los despojos se van fusionando al panorama urbano. Uno más y qué más da. 

Tengo hilos cocidos en mi mano perforada. Mi cuerpo atravesado por cicatrices de las pasiones palpita con la fuerza de un corazón de colibrí. El viento trae los aromas de las rosas y los girasoles que florecen cerca las cordilleras marchitas. Desde allá el eco que grita: “malnacidos, ¿puedes oír cómo las olas crecen y aplastan  todo? 

“Claro que oigo los ecos con punzadas en mi cabeza, sin duda que las puedo oír”  me respondo- “Pero no los atiendo”, me aseguro.

La vida no es justa en estos tiempos duros. La conciencia  me falla cada vez que cobro por visitar a estos parásitos, cucarachas y sabandijas. Soy el fumigador de plagas y me pagan por eso. Dios conoce mis acciones y estoy seguro que las aprueba,  pues camino por las calles brindando justicia por unos pocos dólares. 

La hora marca las doce y será 24 de junio día de San Juan. Es hora de predicar la verdad con esta soga a otro pecador. El infierno está vacío los demonios hemos regresado.  

Noche de putas

Javier cierra un libro pues le parece tan trillada  su prosa que le provoca mal humor .Esa falsa moda de exaltar el dolor en tiempos que nada se puede hacer le disgusta como el sabor al fracaso que ve en las caras de las prostitutas que germinan y levitan a su alrededor.  

Nada es peor que tener que leer sobre dolores irreales. Una rubia con senos enormes se acerca y le dice: “Me gusta su tatuaje en la frente.  ¿Qué quiere decir?”

 – No quiere decir absolutamente nada- le expresa mientras busca algo en el fondo del vaso para no mirarla. 

Sabes cariño soy un hombre atrapado en el cuerpo voluptuoso de una mujer. Puedo darte placer de las dos formas si deseas que te cambie esa cara de retorcido. 

La mente de Javier se remonta a los  días en una ciudad ardiente. Fueron buenos momentos.  Espacios verdes, cultura por doquier , grandes teatros con la música en vivo, ferias de libros y otras expresiones extintas de cuando el hombre tenía algo que expresar con cierta dignidad. Ahora esa dignidad estaba representada en irse de casa de putas a los lupanares de pueblos malditos. 

Javier, que lo habían  acusado de misógino y discriminador, la observó con la prepotencia digna de su estrato falsamente superior. 

¿Eres una “feminazi” o  tan  solo una ramera vendiendo fantasías pervertidas?

La chica lanzó unas grandes carcajadas. Eran como  gritos nacidos de los avernos donde están los peores demonios, súcubos e íncubos. Donde las almas de los pobres infelices son torturadas para toda la otra vida. Antes que Javier pudiera decir nada, su cabeza rodó por el suelo sucio. 

Los presentes salieron corriendo por todos lados. Mientras el demonio agitaba sus monstruosas alas  cortaba las cabezas de todos los pobres clientes. Al final la chica o demonio o lo qué fuese,  salió volando por la ventana y sus alas de metal escupieron manchas de sangre en un rojo amanecer sobre un pueblo maldito.

Allá por las fronteras

Los hermanos Juárez tenían una gran puntería cuando se trataba de disparar a grandes distancias. No había soldado del régimen que pudiera evitar sus bien puestas balas. Sobre casuchas cerca de  la frontera,  se apostaban al anochecer para esperar las patrullas que siempre venían desde Tijuana. 

Esa noche fue diferente. No pasaba  ningún convoy, al contrario pudieron ver a una chica que venía caminando. Los hermanos Juárez observaron  a la mujer con ojos de ansias. No les interesaba establecer una conversación sobre política o las razones de su lucha reivindicativa.

Estaban más enfocados en ganar un buen momento de placer aunque este significará hacerlo por la fuerza. Se acercaron corriendo a la mujer que rápidamente comprendió que su suerte estaba en las manos de los dos guerrilleros. Mientas José Benedicto Juárez montaba guardia, su hermano mayor se revolcaba con la chica ten una covacha de un rancho. 

Pasaron un par de horas y José Benedicto Juárez entró en ira al darse cuenta que José Francisco Juárez no tenía la menor intención de soltar su carnal botín. De una patada abre la puerta de la covacha y sin reclamar saca su cuchillo y corta a su hermano.  La mujer, quien ya se había enamorado del ahora difunto, salió en su defensa, pero José Benedicto Juárez lanza otro zarpazo y la mujer cae como una piedra. 

José Benedicto Juárez corre a la salida tropezando de frente con el cura González  que con fusil en mano lo pone en la boca del ahora fugitivo.  “Maldito mestizo no podías compartir el botín de guerra con tus hermanos de armas. Ahí yace tu hermano junto a esa hermosa india, al menos gozó de esa bellas piernas”

¡Padrecito, yo no sabía qué hacer ¡ 

¡Pero yo sí!, le responde el cura y de un disparo manda a José Benedicto al mismo cielo

Que Dios te perdone los pecados, hijo mío.