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Aún no hay ganador claro en las elecciones de Honduras, se demora el conteo y crece la incertidumbre
Los candidatos Nasry “Tito” Asfura y Salvador Nasralla encabezan en las primeras horas de este lunes 1 de diciembre el conteo preliminar de las elecciones presidenciales hondureñas, señalando un posible retorno conservador tras cuatro años de gobierno izquierdista.
Con 55.90% de las actas escrutadas, Asfura, conservador del Partido Nacional, obtiene 40.00% de los votos frente al 39.80% del centrista Nasralla, del Partido Liberal, una diferencia de apenas 4,176 votos. La candidata oficialista Rixi Moncada, del izquierdista partido Libre, quedó relegada al tercer lugar con 19.20%, un resultado que marca un giro político dramático en el país centroamericano.
La jornada electoral se desarrolló con relativa normalidad el domingo, con una participación de aproximadamente 2.8 millones de votantes de los 6 millones habilitados, aunque la publicación de resultados preliminares se retrasó más de una hora por problemas técnicos en el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Asfura, visiblemente molesto antes de conocerse los primeros datos, exigió públicamente a la presidenta del CNE que acelerara la divulgación de cifras, afirmando que el país no debía permanecer “en ascuas, en tinieblas”. Estados Unidos ha seguido de cerca el proceso y aplaudido la alta participación ciudadana.
Las elecciones estuvieron marcadas por el inesperado respaldo del presidente estadounidense Donald Trump a Asfura, a quien calificó como “el único verdadero amigo de la libertad en Honduras” y prometió “mucho apoyo” si resultaba ganador. Trump también vinculó su apoyo a la lucha contra el narcotráfico y el régimen venezolano de Nicolás Maduro, en un contexto donde su administración ofreció un futuro indulto al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, del mismo Partido Nacional que Asfura, quien cumple condena por narcotráfico en Estados Unidos.
Nasralla, quien fue designado presidencial (vicepresidente) bajo el gobierno de Xiomara Castro hasta su renuncia en 2024, mantiene la esperanza de remontar los resultados conforme avance el escrutinio.
Sin embargo, de confirmarse su triunfo, Asfura asumiría la presidencia en enero de 2026 al frente de un partido que, tras tres periodos en el gobierno (2010-2022), enfrenta un desgaste por denuncias de corrupción y supuestos vínculos con el narcotráfico.
El clima en el país es de tensa expectación, aunque reina la calma tras el cierre de urnas. Mientras seguidores del Partido Nacional celebran los datos preliminares que sitúan a Asfura al frente, simpatizantes del Partido Liberal confían en que la tendencia puede revertirse a medida que avance el conteo, particularmente pendiente de los votos de mesas en áreas urbanas clave.
Los líderes de ambas fuerzas aguardan los resultados definitivos, conscientes de que ningún candidato puede reclamar victoria en este momento.
Más de 6 millones de hondureños estaban convocados a estas elecciones, que también definen cargos legislativos, municipales y al Parlamento Centroamericano. La demora en el escrutinio y la ajustada diferencia alimentan la incertidumbre en un proceso que los observadores internacionales siguen de cerca.