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Internacionales - guerra sangrienta

Al menos 33 muertos en nueva masacre en una cárcel de Brasil

El hecho se da apenas cuatro días después de que una sangrienta venganza dejara 56 muertos en un presidio de Manaos, en plena guerra entre bandas por el control del narcotráfico.

Handout picture taken with a cell phone by a PM militarized police officer showing the corpses of the inmates killed in a riot in the PAMC (Agricola de Monte Cristo Penitentiary) in Roraima, northern Brazil on January 6, 2017.
At least 33 inmates were killed by their rivals at a prison in northern Brazil on Friday, days after a riot by warring gangs left dozens more dead at another prison, officials said. / AFP PHOTO / HO / GRAPHIC CONTENT
Al menos 33 prisioneros murieron el viernes en una prisión en el norte de Brasil, días después de un disturbio por pandillas que dejaron decenas de muertos en otra prisión. / AFP PHOTO
Al menos 33 muertos en nueva masacre en una cárcel de Brasil

Al menos 33 presos fueron brutalmente asesinados la madrugada del viernes en una cárcel de Roraima, en el norte de Brasil, cuatro días después de que una sangrienta venganza dejara 56 muertos en un presidio de Manaos, en plena guerra entre bandas por el control del narcotráfico.

Como en la capital de Amazonas, las víctimas fueron decapitadas, mutiladas y desmembradas, según las fotografías obtenidas por la AFP, donde aparecen decenas de cuerpos apilados sobre un gigantesco baño de sangre.

"La Secretaría de Justicia y Ciudadanía informa que en esta madrugada (día 6) fueron registradas 33 muertes en la Pamc (Penitenciaría Agrícola de Monte Cristo)", indicó el gobierno de Roraima en un comunicado, precisando que la situación está ahora "bajo control".

Pese al clima de máxima tensión entre facciones que se vive en los presidios de la estratégica región norte de Brasil -importante ruta del narcotráfico fronteriza con Venezuela, Perú y Colombia-, la matanza no habría sido una respuesta a la masacre de Manaos, según las primeras informaciones.

"No es, aparentemente, una venganza del PCC en relación a la Familia del Norte (las dos bandas enfrentadas en la capital de Amazonas, ndlr)", afirmó el ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, en la presentación del Plan Nacional de Seguridad en Brasilia.

"En esta prisión, desde las últimas rebeliones, hubo separación de las facciones, por lo que todos eran de la misma, ligados al PCC", añadió el ministro antes de partir hacia el lugar de la tragedia.

El pasado 17 de octubre, diez presos fueron asesinados en la Pamc, la mayor cárcel de este estado fronterizo con Venezuela, algunos decapitados y otros quemados vivos. El mismo día, ocho reclusos murieron en una cárcel de Rondonia, también en el norte de Brasil.

En aquel momento, la Pamc contaba con 1.400 internos, el doble de su capacidad.

- Guerra sangrienta -

Este nuevo incidente ocurre apenas cuatro días después de que una rebelión en el vecino estado de Amazonas dejara 56 muertos en el Complejo Penitenciario Anisio Jobim, la segunda mayor masacre registrada en una prisión brasileña.

La matanza de Manaos se desató el domingo por la tarde tras un choque entre reos miembros del Primer Comando de la Capital (PCC), originario de Sao Paulo, y de la banda local Familia del Norte (FDN). 

Los brutales asesinatos y su ostentación de la violencia -la mayoría de las víctimas fueron decapitadas y mutiladas- respondieron, según las investigaciones, a una venganza del FDN, aliado del Comando Vermelho (CV) de Rio, contra el PCC, la poderosa organización nacida a inicios de la década de 1990 en una cárcel paulista. 

Una "tragedia anunciada" para expertos como Camila Dias, profesora de la Universidad Federal del ABC, que venían alertando de las consecuencias desastrosas que podía traer para el deficiente sistema penitenciario brasileño la guerra abierta entre el PCC y el Comando Vermelho. 

Las dos organizaciones criminales más poderosas del país rompieron su alianza en julio, dando inicio a una carrera sangrienta por el dominio nacional del narcotráfico. Después de lo ocurrido en Manaos, organizaciones internacionales como Human Rights Watch o incluso el Papa Francisco llamaron la atención sobre las condiciones de vida en las cárceles de Brasil, consumidas por la superpoblación y el dominio de las bandas.

Cómodas en su interior, -donde disponen de celulares, armas o drogas-, estas facciones tienen en los presidios su centro de operaciones. 

El Colegio de Abogados de Brasil (OAB) anunció, de su lado, que llevará ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos las dos tragedias, motivadas según la organización "por la falta de adopción de acciones concretas por parte del Estado para resolver el problema, que siempre se repite".

- Nuevas medidas -

Después de las críticas recibidas por sus tres días de silencio ante la tragedia de Manaos, el presidente Michel Temer reaccionó rápido esta vez, lamentando lo ocurrido a través de un comunicado.

El jueves, había anunciado la construcción de nuevas cárceles en todos los estados, así como de cinco centros de máxima seguridad, para hacer frente a una crisis que, como anunciaron los expertos, no tardaría en sumar nuevos capítulos.

La guerra en los presidios "es efecto de una política de encarcelamiento en masa que produce y amplifica las pésimas condiciones de las prisiones brasileñas", afirmó Dias a la AFP, que consideró insuficientes las medidas presentadas por el gobierno.  

Con 622.000 personas privadas de libertad -en su mayoría jóvenes negros-, el gigante sudamericano tiene la cuarta mayor población penal del mundo, por detrás de Estados Unidos, China y Rusia, según datos oficiales.

A nivel nacional, la tasa de ocupación de las prisiones es del 167% y un informe del ministerio de Justicia estima que habría que aumentar las plazas en un 50% para solucionar el problema.

Más de un preso por día murió de forma violenta en las cárceles brasileñas durante 2016, según datos recogidos por la prensa local.

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