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Margot Robbie sobre "El lobo de Wall Street": “Deberían prestar atención”

Fotos EST/Cortesía
En una entrevista con Letterboxd, la actriz analizó el significado que ciertos hombres atribuyen a la película de Scorsese hasta convertirla en seña de identidad.
Una reciente entrevista de Margot Robbie reavivó el debate sobre el impacto de "El lobo de Wall Street" en la cultura pop y la percepción contemporánea de la masculinidad.

Durante una conversación para Letterboxd junto a Colin Farrell, la actriz australiana advirtió que los hombres que consideran esta película como su favorita podrían estar mostrando una visión problemática de lo masculino, publicó Vanity Fair.

Al comentar la opinión de un usuario que resaltó: “Las mujeres a las que les gusta esta película son sexis, pero los hombres a los que les gusta no son de fiar”, Robbie coincidió y señaló: “Tiene sentido. No se equivoca… Chicos a los que les gusta esta película, deberían prestar atención”.

Farrell, por su parte, adoptó una postura similar al comparar la actitud de estos admiradores con la del personaje Patrick Bateman de American Psycho. Las declaraciones, difundidas por Vanity Fair, generaron una nueva discusión sobre la influencia de la película y su papel como símbolo de una masculinidad tóxica.

Una sátira que ha sido tergiversada a una inspiración para el macho alfa

Estrenada en el 2013 bajo la dirección de Martin Scorsese y con Leonardo DiCaprio como Jordan Belfort, "El lobo de Wall Street" cuenta la historia del ascenso y caída de un corredor de bolsa marcado por el exceso, la ambición y la corrupción.

Aunque la película fue celebrada por su energía y estilo, la crítica advirtió sobre interpretaciones erróneas desde el inicio. Esther Zuckerman, mencionada por Vanity Fair, advirtió en su momento que el filme podría convertirse en “un manual para imbéciles”.

Diez años después, la película se interpreta, en ciertos sectores, como un manifiesto accidental de éxito y poder, especialmente entre jóvenes que la perciben como un modelo de macho alfa en lugar de una sátira.

Según Vanity Fair, el problema no es el gusto cinematográfico, sino la identificación acrítica con el universo de Belfort: la exaltación del dinero, la omnipotencia y la crueldad. Robbie, de hecho, contó que conoce a personas que emplean el discurso de Belfort como motivación laboral, ilustrando el modo en el que el filme se convirtió en una especie de manual de comportamiento para algunos.

La paradoja de la sátira

Este fenómeno se inscribe en una tendencia más amplia de masculinismo actual, habitualmente camuflado de meritocracia y eficiencia. Así lo observa Vanity Fair en la famosa escena de “Véndeme este bolígrafo”, que aporta frases y actitudes para una comunicación viril, relegando lo femenino.

El personaje de Naomi Lapaglia, interpretado por Robbie, suele reducirse entre ciertos fans simplemente a “la escena de la minifalda”, mientras que éxito y transgresión se muestran como virtudes supremas.

La cultura de los “autoemprendedores”, guiada por referentes como Andrew Tate, encuentra en la película un respaldo para justificar la agresividad y la dominación como estrategias legítimas.

La paradoja de la sátira, según Vanity Fair, consiste en que mientras más efectiva sea la denuncia, mayor es el riesgo de que una parte del público termine celebrando aquello que debería ser motivo de crítica.

Scorsese, en definitiva, nunca quiso glorificar a sus personajes, pero la puesta en escena convierte los excesos en espectáculo. El resultado: la película es hoy un símbolo entre banqueros y jóvenes ambiciosos, lo que pone sobre la mesa la diferencia entre admirar la obra y adoptar ciegamente sus símbolos, según describe el medio.

Una invitación a separar la ficción de la realidad

En este escenario, las palabras de Robbie funcionan como una invitación a reflexionar. La actriz no reniega de su experiencia ni del resultado final, que califica de “brillante”, pero su advertencia, recogida por Vanity Fair, pide distinguir el disfrute cinematográfico de la fascinación acrítica por la fantasía de poder que la película puede alimentar.

La verdadera lección, según Robbie, es aprender a ver "El lobo de Wall Street" como ficción, no como modelo de vida.