Política - opinión de Geovani Galeas
El plan fiscal revolucionario de Donald Trump
Los ciudadanos que ganen menos de 3 mil dólares no pagarán impuestos. Difícilmente puede haber una mejor noticia para los pobres.

Durante su campaña, Donald Tump habló muy poco de sus planes en cuanto a la política fiscal, que todo mundo presumía sería de estricto corte neoliberal. Pero recién el pasado jueves subió a su web oficial los detalles de esa política. Su propuesta ha sorprendido a propios y extraños, en primer lugar porque no parece insensata en lo absoluto, y en segundo término por la magnitud revolucionaria de su alcance si se considera la actual situación tributaria en Estados Unidos.
Los detalles concretos y ya traducidos a cifras específicas, como hemos dicho, se encuentran en la página web del magnate. En esta nota nos enfocaremos en los aspectos que consideramos más significativos.
Ahora, y desde hace ya varios años, las familias y las empresas de Estados Unidos sufren el agobio de una alta presión fiscal, de hecho, una de las más altas en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE. Este problema ha provocado que las grandes empresas sacar sus beneficios hacia países con sistemas de tributación más laxos y menos onerosos, y que por eso mismo no hayan atendido al llamado a repatriar esos enormes capitales.
Por su parte, muchas familias de clase media fueron empujadas hacia la pobreza, sobre todo a partir de la gran crisis financiera que se abrió desde 2008.
Ante ese panorama, y replicando parcialmente la impactante reforma fiscal implementada por Ronald Reagan en los años ochenta, Donald Trunp propone ahora una reducción sustancial generalizada de la carga impositiva tanto a las rentas del capital como a las del trabajo, es decir a ricos y a pobres.
Según ese plan, el impuesto a las sociedades bajaría nada menos que a la mitad, pasando del 30 al 15 por ciento. Además de que estimularía la repatriación masiva de grandes capitales mediante una especie de amnistía y reducción de carga impositiva que convertiría a Estados Unidos en algo bastante parecido a un paraíso fiscal.
Por otra parte, el plan también beneficiaría a las familias con una reducción promedio de hasta el 35 por ciento en el pago de impuestos. De hecho, todo ingreso menor a 37 mil dólares quedaría exento de tributación. Es decir que los ciudadanos que ganen menos de 3 mil dólares no pagarán impuestos. Difícilmente puede haber una mejor noticia para los pobres.
Pero al mismo tiempo y en aparente contradicción, ya que en teoría quien reduce impuestos debe asimismo recortar el gasto, el proyecto de Trump no contempla esa reducción. Por el contrario, anuncia una suerte de Plan Marshall interno, un retorno parcial al keynesianismo tan rechazado por los neoliberales, pues el Estado hará una mega inversión en la infraestructura nacional, con lo que Trump pretende garantizar, como en la era del New Deal de Franklin D. Roosevelt, el pleno empleo y la dinamización de la economía, pues tanto las empresas como las familias tendrán más dinero.
Y en este punto hay que destacar las grandes oportunidades que ese proyecto supone para millones de inmigrantes que ya estén legalizados.
Sin ser un especialista en la materia, uno se pregunta lo obvio: ¿cómo se financiará ese plan? Parece que Donald Trump confía en aquella teoría que supone que al reducir los impuestos crece la recaudación fiscal y en general crece la economía ya que al haber más dinero circulante aumenta el consumo y la actividad comercial en general.
Sin embargo, también hay otro factor, que si bien no está explicitado en el proyecto de Trump, sí queda bastante claro en su discurso: él no solo quiere que Estados Unidos salga de Oriente Medio sino que, además, está dispuesto a que su país deje de financiar por medio de la OTAN el sistema de seguridad europeo, lo cual viene sucediendo desde 1945. Eso podría tener alguna justificación durante la Guerra Fría, pero esa guerra terminó hace ya 27 años.
Esos dos abandonos, combinados con un voraz enfoque de negocios concentrado en el Pacífico, parecieran responder a la pregunta planteada, pues implican una muy favorable relación potencial de significativo ahorro por un lado y de considerable ingreso por la otra parte.
Después de conocer los detalles de esta revolucionaria política fiscal me pregunto qué otras sorpresas nos dará el imprevisible Donald Trump.