Habitantes de la comunidad 3 de Enero, ubicada en la Hacienda Prusia, kilómetro siete y medio de la calle Antigua Panamericana, en Soyapango, se mantienen en zozobra por una cárcava de gran envergadura que pone en riesgo la vida de unas 100 familias y las instalaciones de una escuela ubicada en la zona.

La población denuncia que el mal manejo de aguas residuales de empresas ubicadas en el lugar, los terremotos de 2001 y 18 años de descuido ha generado que la cárcava tenga enormes dimensiones. Un par de horas de lluvia no los deja dormir tranquilos pensando que podrían ser soterrados.

La comunidad la conforman 100 familias, pero las más afectadas por la situación son unas 22, las que están más cerca del abismo. Ya registran ocho viviendas con daños, una de ellas con una grieta que la atraviesa y que de un momento a otro podría hundirla.

“Hay ocho viviendas de las que hemos visibilizado en la parte baja, las que están a la orilla del precipicio, pero estábamos identificando otras viviendas en la parte alta que están a la orilla”, relató Sandra Ascencio, quien forma parte de la directiva de la comunidad.

El peligro que la cárcava representa ha robado la tranquilidad de los habitantes, temen que suceda algo parecido a lo que se viven los habitantes de la residencial de la Santa Lucía, donde en plena emergencia por lluvias se derrumbó un sector.

“Hay varias personas que ya sacaron sus pertenencias porque en caso que en la noche haya derrumbes  puedan perder sus cosas. Algunos estuvieron yendo a dormir a la escuela”, dijo Ascencio.

El Centro Escolar Católico San José Obrero, al que asisten los hijos de los habitantes, es el que ha servido como albergue para las familias, pues muchos de los que están en la comunidad son de escasos recursos.

Dicho centro de estudios es administrado por religiosas de la comunidad El Buen Pastor.

“Es un asentamiento, vinieron en los años 80 producto del desplazamiento del conflicto (guerra civil), son de escasos recursos, ellos no son propietarios del terreno, pero el hecho de que no sean propietarios no quiere decir que no se les va a ayudar”, indicó.

Los afectados se han acercado a la Alcaldía de Soyapango, Ministerio de Obras Públicas (MOP) y de Gobernación, pero el primero les dijo que era competencia de Gobernación y funcionarios de esta última institución no llegaron a una reunión a la que se les convocó.

La comunidad, el centro escolar, la parroquia Santa María de Guadalupe y su comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación invitaron a Gobernación por medio de una carta con fecha del 23 de octubre a una reunión programada para el 30 de mismo mes, pero no hubo respuesta.

“Iban a tener una reunión con los funcionarios, pero el único que se hizo presente fue el alcalde. Llegó el MOP al final de la tarde. El alcalde se comprometió. Obras Públicas dijo que no tiene presupuesto para obras de mitigación, sino que la pionera era la alcaldía a través de Gobernación”, dijo.

Los niños más pequeños “están bastante traumatizados”

Desde el 14 de octubre, El Salvador tuvo lluvias tipo temporal que generaron derrumbes, deslizamientos, calles y viviendas inundadas. La emergencia se prolongó durante varios días, pero la problemática en la residencial Santa Lucía, en Ilopango, fue el centro de atención de las autoridades, en tanto que ellos no han tenido una respuesta clara.

Las familias afectadas de la Santa Lucía tuvieron noches de desvelo, ya que les toca dormir “con un ojo cerrado y el otro abierto” ante el peligro. En esos días, el suelo cedió y provocó un desprendimiento de tierra que fue captado en video y que generó más miedo a los pobladores.

Para entonces, la cárcava de la comunidad 3 de enero fue creciendo más.

“Esos días de la lluvia hubo dos derrumbes bastante grandes… en esa cárcava se vinieron más o menos como tres metros del tubo que estaba expuesto, que por los derrumbes quedó en el aire; en esos días que hubo lluvia se cayó la parte del tubo y las personas estaban todavía más asustadas”, narró Sandra Ascencio.

La problemático no solo le quita el sueño a los adultos, sino que también a los niños que temen hayan derrumbes y terminen soterrados.

“Los niños más pequeños están bastante traumatizados, yo platiqué con un niño de las personas con las cuales hemos tenido más contacto y me decía que prefería dormir en la escuela, porque se les permite, porque tenía miedo de que en la noche se cayera su casa y se fueran al barranco. Escuchar a un niño de siete años diciendo eso quiere decir que hay mucha preocupación”, explicó.  

Los habitantes esperan la intervención de las instituciones encargadas de solventar este problema, pues temen que con tormentas prolongadas provoquen derrumbes y ocurra una tragedia. 

Fotos: Cortesía