Hospital Divina Providencia, un lugar bendecido por monseñor Romero al que la alcaldía de San Salvador se niega a exonerar de impuestos
Este es un lugar en donde enfermos paliativos de cáncer llegan a recibir sus tratamientos sin ningún costo, algunos de ellos son referidos de hospitales nacionales, pese a ello las autoridades no les brindan apoyo.
Pese a que desde 1966 el Hospital Divina Providencia realiza una labor humanitaria al recibir pacientes en etapas terminales, el Estado salvadoreño ha invisibilizado esta labor y no ha tomado consideraciones con el lugar en el que fue asesinado monseñor Romero y cuyos costos mensuales en la actualidad ascienden a $30,000.
La madre mexicana, Luz Isabel Cuevas, buscó la donación del terreno en el que se encuentran para abrir este espacio a pacientes paliativos con diferentes tipos de cáncer, quienes son referidos desde diferentes hospitales de la red pública para que reciban tratamientos gratuitos que les ayudarán a sufrir menos en sus últimos días.
“La madre Luz, vio como muchos salvadoreños del interior del país dormían en las calles, no tenían donde bañarse, ni dinero para comida, por eso decidió iniciar con un pequeño espacio destinado para estas personas”, aseguró María Julia García, actual directora de la institución.
Desinterés del Estado
García señaló que el dinero que debe reunir mensualmente para poder solventar el pago de planilla de los trabajadores, pago de servicios básicos y la compra medicamentos necesarios para el tratamiento de los pacientes.
Tratando de reducir los costos, en reiteradas ocasiones y con diferentes administraciones las monjas han recurrido a la alcaldía de San Salvador para pedir una revisión en la tasa municipal que tiene el hospital, algo que les ahorraría $2,000.
“Yo soy consiente en que debemos pagar, pero no una tasa tan alta como la que ellos nos ha puesto”, consideró la administradora quien tiene como respuesta de la comuna que ella vende los servicios a las personas que llegan.
“Yo les he explicado hasta el cansancio que no vendemos el servicio, que es algo de beneficencia”, recordó la monja quien agregó que a esta explicación siempre ha recibido un “no importa, usted debe pagar lo asignado”.
Otra institución que, según García, ha hecho caso omiso de ellos es el Ministerio de Salud, pese a que muchos de los pacientes que atienden son referidos de hospitales nacionales, “nosotros recibimos pacientes del hospital Rosales, del San Rafael, Zacamil, de Santa Ana y de muchos otros hospitales en el país”, aseguró.
Un tratamiento integral
El pago de impuestos y la compra de medicamentos en este hospital es posible gracias a la bonda de personas altruistas que constantemente se comunican con la directora para que siga dando la ayuda integral debido a que además del paciente se atiende a sus familiares.
“Aquí damos atención espiritual, alivio del dolor, ayudamos con la moral de las personas, los acompañamos en esta etapa difícil y brindamos atención psicología al paciente y a sus familiares para sobrellevar esta dura etapa de sus vidas”, señaló la religiosa.
Actualmente, el lugar cuenta con ocho salas en las que se puede dar tratamiento a 16 personas a las que asisten 20 enfermeras, cinco médicos, un psicólogo de planta y los estudiantes de medicina que están en su año social apoyando diariamente sin esperar nada a cambio.