A sus 57 años, Mirna le ha dedicado 36 años a la enseñanza en las aulas de clases, específicamente en parvularia, pero no se ha podido jubilar.

Ella está enferma y no rinde como hace un par de años, por eso ahora es una de las maestras que desean jubilarse por motivos de salud: su espalda le molesta y no puede estar mucho tiempo de pie.

Sus ojos ha visto estudiantes que se convirtieron en doctores, enfermeras, administradores de empresas y tantas otras profesiones, a quienes formó en sus primeros años; les enseñó a escribir y a leer.

“Yo quisiera trabajar, pero realmente es bien doloroso, tanto física como psicológicamente, no poder hacer lo mismo que antes. Ya se me dificultan muchas cosas”, lamenta.

Mirna tiene un problema en sus pies: se le hinchan luego de pasar mucho tiempo parada. Una postura con la que trabaja durante 36 años.

“Con los niños, uno corre, salta, se sienta en el suelo y ya no puedo hacerlo; por esa razón,  solicité que me cambiaran a 3º, pero se me complicó la columna y cada vez que escribo en la pizarra me da un fuerte dolor de espalda, si estiro el brazo, el dolor es peor”, reseña.

Uno de los compañeros de Mirna es José, quien padece de insuficiencia renal. Su situación es complicada y de eso están más que seguros.

Estos maestros como otras decenas más están podrían salir del magisterio con una indemnización que les compense su tiempo de servicio.

“El dolor es tremendo, quisiera ser maestra toda mi vida, pero cuando el cuerpo le dice a uno ya no más, uno tiene que obedecer. Ojalá nos podamos retirar dignamente”, expresa esta mujer.

Mirna trabaja en el centro escolar 15 de Septiembre, de Zacatecoluca y es uno de las 1 mil 299 maestros y maestras que tienen problemas de salud dentro del magisterio y que solicitan el retiro.