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Social - Hospitales

Casa Madre de la Misericordia, un albergue para familias con ingresados en hospitales que se mantiene gracias al amor de un grupo de monjas

Mes a mes las religiosas que administran el albergue se ven en la necesidad de reunir el dinero para asumir con los gastos del albergue. Si usted desea apoyar la causa puede contactarse directamente con este medio para hacer llegar su valioso aporte.

Niño hospitalizado
Casa Madre de la Misericordia, un albergue para familias con ingresados en hospitales que se mantiene gracias al amor de un grupo de monjas

La casa que inició como un albergue para personas asediadas por pandillas y mujeres víctimas de la violencia, se convirtió en un techo para las familias que desde el interior del país viajan para ver a algún familiar que se encuentra ingresado en los hospitales de la capital.

En 2007, un grupo de religiosas comenzaron a trabajar en la Casa Madre de la Misericordia, la cual era un refugio para personas que iban a abandonar el país debido a la violencia promovida por estructuras criminales.

Un año más tarde, en 2008, la misión cambió al conocer la necesidad de muchas personas que viajaban de zonas fronterizas, e incluso desde el extranjero, para que un ser querido fuera atendido por un especialista en San Salvador.

“Nos encontrábamos a madres en las afueras de los hospitales que ya tenían días de no tener un lugar donde comer, bañarse, descansar y como no conocen la capital se les hace difícil, más si no cuentan con dinero”, aseguró una de las monjas encargadas del albergue.

Fue así como iniciaron con la labor que hoy suma diez años en este lugar que tiene la capacidad de albergar a 26 madres con sus hijos, con área lúdica para niños, una capilla y hasta un parqueo que es utilizado por los niños como una mini cancha.

Las paredes del albergue están llenas de historias de muchas familias, en algunos casos madres que el único apoyo que recibieron fue el de "las monjitas", como de cariño son llamadas por sus huéspedes, y que han regresado con víveres como muestra de agradecimiento.

Tal es el caso de Juana una madre que conoció del asesinato de su esposo y uno de sus hijos cuando su hija estaba siendo ingresada de emergencia por insuficiencia renal en el Hospital de Niños Benjamín Bloom.

“En el albergue hemos recibido a personas que vienen de Honduras, Guatemala y de Belice”, cuenta la administradora con un tono de satisfacción. Además, aseguró que cada caso les ha dejado marcada una huella.

El milagro que fortaleció su trabajo

Para su sorpresa, la casa que se ubicaba al lado fue puesta en venta algo que les alegró y llenó el corazón de una nueva esperanza, pues sus sueños se harían realidad. Sin embargo, un extranjero iba ser competencia en la compra para fines totalmente distintos.

“El dueño de la casa ya tenía comprador, un gringo que venía a poner un night club, y nosotros no teníamos cómo comprar la casa”, recordó la monja quien pese a las dificultades no perdió la fe y siguió trabajando.

Las religiosas comenzaron a rezar y a pedir por un milagro, pues no deseaban que las ideas del extranjero se llevaran a cabo justo a la par de un lugar en donde habitaban madres cansadas que tenían niños enfermos.

Las súplicas de las monjitas fueron escuchadas, tocaron las puertas de un banco que les brindó el préstamo para comprar la segunda casa  y tener más espacio para que más personas llegaran al lugar.

La casa en la que trabajan había servido como un taller que tenía las paredes deterioradas y llenas de grasa, por lo que se vieron en la necesidad de cambiar los baños y el piso del lugar.

Día y noche trabajaron para lograr las condiciones necesarias para ser un refugio que hiciera sentir como en casa a sus prójimos.

Las dificultades de mantener el albergue

Según lo explicado, la propiedad donde se ubican aún no es propio por lo que deben pagar mensualmente al banco por los préstamos realizados y que les ha permitido tener mayor capacidad para recibir a las familias más necesitadas.

Mes a mes durante la última década, las monjas han tenido la capacidad de sortear las dificultades financieras que se les presentan por la administración del albergue cuyos gastos mensuales ascienden a más de $3,000.

Cada domingo realizan venta de pupusas en las afueras de una iglesia en la que exponen los casos de ayuda de las personas que han tocado sus puertas en busca de una mano amiga 

Si usted desea apoyar la causa puede contactarse directamente con este medio para hacer llegar su valioso aporte a las familias más necesitadas.

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