Hospitales

Taxistas, los testigos de la vida y la muerte en el Hospital Benjamín Bloom

Imagen de referencia

La vida de un taxista esta llena de sorpresas inesperadas, algunas de ellas no tan gratificantes como otras. 

Asaltos, nacimientos de niños y hasta ser testigos de la muerte y milagros, son algunas de las anécdotas que cuentan los taxistas que laboran frente al Hospital de Niños "Benjamín Bloom".

Estos hombres, quienes en algunos casos son padres de familia, admiten que no es nada fácil presenciar momentos de angustias, dolor y tristeza de muchas familias a las que trasladan hasta las afueras del Bloom.

Incluso, dentro de sus funciones los conductores han aprendido a ser hasta "terapistas" de los familiares que se quedan esperarando una noticia alentadora que calme su preocupación por el menor que está ingresado. y 

Lucas Orlando Aquían, Héctor Antonio Pérez y Carlos Gómez  son los únicos tres taxistas certificados por el nosocomio con el que han estado trabajando desde hace tres, 22, 18 y3 años respectivamente.

Aquían es el más experimentado de los tres conductores que conversaron con El Salvador Times y por ende es el que más historias para compartir tiene aclarando que pese a que un hospital es sinónimo de malas noticias él opta por recordar las buenas.

La vida

“No todo es triste en nuestro trabajo”, aclaró el hombre como forma de introducción a la historia de una pareja que dio a luz a un bebé en el carro con el que trabajaba durante la década de los ochenta.

Pese al riesgo que había en esa época por el conflicto armado, Aquian realizó un viaje a unos esposos que desde San Martín iban a un hospital de San Salvador, sin embargo, el viaje no se completó ya que el hombre le pidió detener la marcha al ver el dolor de su esposa.

Sin tener claro que hacer, se bajó del carro y escuchaba los gritos de dolor de la mujer que estaba dando a luz a un niño frente a él. De pronto, vio bajar la ventana de su carro  con el bebé en el asiento trasero del vehículo, fue su madre la que terminó atendiendo a la pareja que ya no tuvo necesidad de ir al hospital.

Este taxista nunca imaginó que su trabajo le traería este tipo de experiencias y aseguró que durante todo este tiempo nunca ha vuelto a vivir algo similar.

La muerte 

Contrario a Don Lucas, Gómez consideró que la experiencia que más lo ha marcado fue presenciar la muerte de un niño en brazos de su madre cuando los trasladaba hasta La Costa del Sol.

“Cuando íbamos por Olocuilta, la madre comenzó a llorar y a gritar que su hijo había muerto”, señaló Gómez quien señaló que no sabía qué hacer ni qué decir para consolar a la triste madre que lloraba desconsoladamente por haber perdido a su pequeño hijo.

“Es duro ver llorar a una madre que acaba de perder a un hijo en sus brazos, uno no sabe cómo actuar en esas circunstancias”, recordó Gómez a quien no se le olvida que el niño que vio morir fue por leucemía y que había sido dado de alta por los médicos ya que las creencias religiosas de la madre le impedían que el pequeño tuviera trasfusiones de sangre y eso le ocasionó la muerte.

En ese momento, siguió el camino que la madre le había indicado, al llegar a la casa se dio cuenta que la familia no tenía la caja para enterrar al niño, por lo que decidieron ponerlo sobre una mesa y llenarlo de flores.

Mientras Carlos Gómez terminaba su relato, los otros dos taxistas escuchaban con atención y se miraban uno al otro mostrando tristeza en sus ojos por lo que acababan de escuchar.

Los peligros a los que se exponen

El tipo de trabajo obliga a estos hombres a tratar con una gran cantidad de personas día con día, pero no todos los usuarios tienen buenas intenciones y ellos ya han sufrido el haber sido contratados para un viaje que terminó en asalto.

Don Lucas señaló que el asalto que más recuerda fue el que sufrió a manos de tres delincuentes que incluso lo obligaron a bajar del automóvil apuntándole con pistolas cargadas.

“Me quitaron la cartera y uno de ellos quería matarme. Yo les pedía que no lo hicieran, mientras me escondía detrás de un poste”, recordó el taxista quien finalmente fue abandonado por los delincuentes.

En tanto Gómez relató que un día dos supuestos policías le solicitaron un viaje en el que lo despojaron de sus pertenencias. Hasta la fecha el hombre cree que estos no eran elementos de la corporación aunque no tiene claro eso.

“Ellos me preguntaron si andaba armas, les dije que no. Luego sacaron una pistola y me pidieron el dinero que andaba. Después de eso, se bajaron y se fueron bien tranquilos”, recordó Gómez.

Luego de contar estas historias, los taxistas tuvieron que salir con viajes para ganarse la vida y seguir teniendo historias que contar a sus seres queridos.