Bertha Deléon: Aspiro mantenerme activa denunciando las fallas graves del sistema de justicia
La abogada afirma que el sistema judicial del país tiene muchas fallas y que hay abogados que se aprovechan de las personas. Deleón fue promotora de una campaña para la no reelección de Luis Martínez como fiscal general.
En una profesión dominada por hombres, la abogada Bertha María Deleón se ha abierto camino siendo parte de casos polémicos que no solo le han dejado grandes satisfacciones, sino también grandes sinsabores.
Deleón ha sido una fuerte crítica de las fallas en el sistema judicial y además fue promotora de una campaña para la no reelección de Luis Martínez al frente del ministerio público. Actualmente Martínez es acusado de delitos relacionados con la corrupción durante su administración.
La destacada profesional accedió a conceder una entrevista exclusiva con El Salvador TIMES, en la cual afirma estar consciente de que algunas personas la quieren pero otras la odian debido a los casos que tiene que defender o denunciar. Asimismo confiesa que se convirtió en abogada porque siempre le interesó el tema de las injusticias.
Laboró durante varios años en la Fiscalía General de la República (FGR); la mayor parte de este tiempo se desempeñó en la Unidad de Crimen Organizado. Y aunque algunos la perfilan como candidata a fiscal general de la República, apunta que dicha elección continúa respondiendo a cuotas partidarias y prefiere ser independiente.
Deleón es madre de dos hijos, al igual que cientos de mujeres en el país, y como tal combina su trabajo con su familia, pero asegura que a su lado tiene a un hombre muy respetuoso que la apoya en sus decisiones.
Tiene parientes que se desenvuelven en el ámbito del derecho?
Tengo dos hermanos y dos hermanas, pero ninguno es abogado.
Por qué decidió estudiar jurisprudencia?
Siempre me interesó el tema de las injusticias y me pareció un tema importante en este país en el que se dan tantos casos de mala aplicación de la ley. Cuando salí de bachiller estaba en la disyuntiva de si tomaba derecho o periodismo porque ambas carreras me gustaban, pero al final me decidí por el derecho.
Cuando era niña me gustaba la medicina y pensaba que podía ser doctora, pero después me enfoqué en esas dos: derecho y periodismo.
Se arrepiente de haber elegido las leyes en lugar del periodismo?
No. Me gusta bastante mi trabajo, es una gran oportunidad de ayudar a otros y promover cambios en el sistema de justicia.
Y de qué universidad salió?
Me gradué de la UCA en el 2004.
Y trabajó en la Fiscalía?
Sí, estuve en la Fiscalía casi siete años, del 2006 al 2012.
En qué área?
Estuve en la Unidad de Vida, donde se ven homicidios, extorsiones y delitos contra la vida. También estuve un tiempo en la unidad de Patrimonio y en Crimen Organizado, donde trabajé por casi cuatro años.
¿Qué área del derecho le interesa más?
Siempre me interesó el derecho penal. De todas las ramas del derecho eso fue lo que me pareció más interesante. Creo que es la mejor escuela. Si uno quiere dedicarse a lo penal, la Fiscalía es uno de los mejores lugares para aprender y para conocer cómo funciona el sistema de justicia desde el inicio de las investigaciones penales.
¿Y porqué decidió abandonar la institución?
Fueron muchos factores: En primer lugar me fui desencantando de la idea romántica que uno tiene de que la Fiscalía hace justicia, habla por las víctimas y eso. Creo que todas las personas y los abogados recién graduados que entran a la institución tienen la idea de que esa es una forma de hacer justicia. Sí, a veces uno puede a través de su papel de fiscal ayudar a las víctimas pero también a veces recibe instrucciones de sus jefes que no son apegadas a la ley.
¿Y esto es una práctica común dentro del ministerio público?
Quizá no tan común, pero llega un momento en que se da y que usted tiene que decidir si cumple la orden simplemente porque se la están dando o si se opone. Tienen dos caminos y es bien complicado porque si usted se cierra en que se cumpla la ley o lo que usted cree que es correcto, lo más probable es que va a terminar en un conflicto con el jefe.
Otro aspecto me motivó a irme fue el clima laboral. La Fiscalía es una de las instituciones, creo yo, donde los empleados tiene un estrés laboral bien alto por el número de casos que llevan, por la presión de la gente que quiere que usted le resuelva su caso y el ambiente por parte de los jefes a veces es bien tóxico. Entre los empleados es muy raro encontrar compañerismo y apoyo; hay mucha competencia, mucha envidia. Es una mezcla de cosas y poco a poco uno se va decepcionando de eso y las arbitrariedades que se dan de los jefes a los subalternos y eso a uno lo termina de hartar.
¿Y a usted le tocó ir en contra de sus principios en alguna ocasión, le dijeron que tenía que ir en contra de lo que creía por obedecer una orden?
Quizás me pasó en un momento en el que recién entraba a la Fiscalía. Cuando uno no tiene la experiencia y la capacidad de decir "yo creo que aquí se está cometiendo una injusticia y no voy a hacer esto", o cuando se dan estos procesos masivos en los cuales se capturan 50 ó 60 personas y cuando es un fiscal inexperto usted confía a ciegas en lo que el investigador le lleva. Si los investigadores de la policía le llevan fichados a 30 jóvenes y en este grupo hay 20 que son menores de edad, por ejemplo, a veces cae en ilegalidades por ignorancia o por inexperiencia.
Cuando veo hacia atrás creo que caí en ese tipo de situaciones de ilegalidades por no tener la experiencia suficiente, ni la capacidad de decir "a mí me parece que esto no está de acuerdo a la ley".
Usted dice que algunas personas la quieren y otras no. Hemos visto algunos comentarios que la perfilan como candidata a fiscal. ¿Está interesada en ser fiscal general de la República?
Yo tengo muy claro que esas son asignaciones o cuotas políticas. No es tan cierto que usted va a llegar a una posición como esa por su trabajo, experiencia o conocimiento de derecho penal y procesal penal, sino que es necesario tener un padrino político fuerte. En segundo lugar, tiene que contar con el apoyo político de las dos principales fuerzas del país; y cada una de esas fuerzas tiene cola que le pisen. Entonces tiene que llegar y asumir los compromisos para ser viable para la institución. Realmente en esos términos creo que yo nunca llegaría a ser fiscal general.
¿Y no le interesaría?
Teniendo claro lo que le dije no, porque una de mis principales aspiraciones es continuar denunciando lo que veo y ser independiente.
¿Ha recibido amenazas en alguna ocasión?
Sí, pero las amenazas han sido sobre todo por redes sociales e incluso algunos periódicos digitales que han publicado falsedades de mi vida privada. No es tanto de las personas acusadas que venga eso, sino de los seguidores. Por ejemplo, cuando tuve varias amenazas por redes sociales, que no las denuncie, creo que fueron de gente de ARENA, gente recalcitrante que me veía como enemiga por lo que decía del caso Flores y ahora que hemos estado defendiendo los intereses de la señora Claudia Herrera y el abogado Mario Calderón hemos tenido también amenazas y hemos tenido una serie de eventos sospechosos que nos ponen a pensar.
¿Eventos de qué tipo?
Por ejemplo seguimientos. A veces estamos reunidos en un café como este y nos encontramos a gente que nos está tomando fotos o queriendo grabar lo que decimos y que obviamente no lo ha invitado a la conversación. Eso nos ha pasado como tres veces con el otro abogado colega de Claudia, que llegamos a un café cuando nos percatamos que a la par de nosotros estaban grabándonos. Es una situación que a uno lo pone a pensar; sin embargo creo que en este país alguien que quiera ejercer el derecho penal tiene que estar dispuesto a asumirlo y a confiar que no pasará nada.
¿Y usted confía en la justicia de este país?
Yo creo que no hay que cansarse de señalar porque si uno dice simplemente "no confío" y se resigna entonces ahí ya está perdido. No hay que cansarse y desde lo poco que uno pueda aportar hay que hacerlo. A esa conclusión he llegado: a que no hay que aspirar a que uno va cambiar el sistema con solo no someterse y decir lo que se mira. Ese acto de coherencia es importante y a eso aspiro, a mantenerme activa denunciando las fallas graves del sistema de justicia penal.
¿Está preparada para enfrentar los ataques de personas que no dan la cara?
Si son ataques en las redes sociales y de gente anónima, de troles o como les quiera llamar a mí no me causa ningún impacto; simplemente ignoro esa situación. Ahora, si son otro tipo de amenazas de agresión física o algo parecido pues sí se deben tomar medidas al respecto. Pero es delicado porque sabe que puede ir a denunciar a la Fiscalía, pero qué van a hacer en un país donde muere tanta gente? Sería un caso más.
¿Pero nunca han llegado a ese tipo de agresiones?
No. A lo más que han llegado es que, cuando nos han invitado a entrevistas de radio han dañado todas las chapas del carro y no se han llevado nada del interior del vehículo.
¿Estando en establecimientos que son de medios de comunicación?
Una vez en las afueras de radio cadena Mi Gente, en la colonia Flor Blanca, estábamos en entrevista al mediodía y cuando salimos nos dimos cuenta que estaban totalmente dañadas las chapas.
¿Usted está casada?
No, pero tengo una pareja y dos hijos.
¿Y su familia qué opina de estos ataques?
Tengo un hijo de casi 12 años y una bebé de un año. Mi hijo se preocupa por lo que le dicen sus amiguitos en el colegio. Una vez me preguntó si no me daba vergüenza que me hicieran "memes". Cuando le pregunté 'de dónde sacaba eso me respondió: "unos niños en el colegio me los enseñaron". A veces también, por lo que escucha en las noticias, me pide que no diga cosas porque es peligroso, pero siempre trato de explicarle.
Y cómo logra llevar la vida laboral con la familiar tomando en cuenta, por ejemplo, que hay varios casos mediáticos que está desarrollando?
Es difícil porque mi hija menor está en una edad que necesita bastante atención. A veces sí me siento culpable por no darle tanto tiempo. Lo que hago es, por ejemplo, que desde el viernes hasta el domingo pasó sólo con ellos.
¿Cómo fue su trabajo en FESPAD? Porque me dice que en el caso de la Fiscalía fue una muy buena escuela.
FESPAD fue también una muy buena escuela, porque ahí se ve todo tipo de casos, no solo penales. Hay casos de familia, pero también temas constitucionales en los que se tiene que dar asesoría de cualquier rama del derecho porque la institución ofrece asesoría gratuita a diario y entre todos los abogados que forman parte de los programas se turnan. Llega bastante gente de escasos recursos a plantear sus problemas legales y uno se empapa de conocimientos de otras ramas del derecho.
Cuál es su opinión sobre el caso de Wendy Morales, una joven universitaria de Quezaltepeque en cuyo caso la principal prueba que hay es un teléfono que supuestamente le fue robado dos años antes de que fuera cometida una extorsión. ¿Son comunes esos errores?
Habría que ver, pero sí son comunes. Casos de adolescentes privados de libertad hay muchos. Por ejemplo nosotros llevamos un caso en el que la Fiscalía y la policía capturaron a menores de 15, 16 y 17 años en grupo cuando estaban a fuera de una escuela en Santa Ana.
¿Pero porqué se cometen esa clase de errores, sólo por cumplir una orden?
Por falta de cuidado o por desprecio simplemente. Si usted es una persona pobre de alguna comunidad a nadie le importa. En FESPAD, por ejemplo, trabajamos en las comunidades de Changallo, donde el control territorial lo tienen las pandillas, pero hay mucha gente que es decente, trabajadora, niños, mujeres y ahí a diario hacen redadas y se los llevan pero nadie les cree que no tienen relación con las maras. A veces los jóvenes pasan hasta dos años presos en el tribunal especializado y solo porque a veces tienen un testigo criteriado que asegura que el imputado es "el que avisa cuando viene la policía".
¿Y hay muchos abogados que están involucrados con ilícitos, o que se tenga conocimiento en el gremio que trabajan con pandilleros?
Hay varios. La verdad es complicado porque a toda persona que se le imputa un delito tiene derecho a que lo defiendan. El problema es cuando, como defensor, se mete a ayudar a encubrir delitos. Pero si el defensor está apegado a la ley y logra el menor daño posible en términos procesales, apegado a la ética y a la ley, no le veo problema que defienda pandilleros.
¿Y ha crecido mucho esa área de defender pandilleros en los últimos años?
Creo que si. Hay colegas que se dedican de lleno a defender ese tipo de casos.