Un estafador se hizo pasar como emprendedor ante un amigo para despojarlo de su carro, el que le prometió pagar cuando la empresa que iba a fundar le comenzara a generar ganancias.

Según la investigación fiscal, a inicios de 2014 Denis Enrique Rivera Ramírez le pidió a Fermín Chávez que por la amistad que tenían le entregara sin mayores trámites su carro, marca  Mitsubishi Lancer año 2008, con el que iba a trabajar y que luego de unos meses se lo iba a pagar.

Pasados algunos meses, Chávez dejó de tener contacto con Rivera, pero se enteró que el proyecto de la empresa de publicidad digital que estaba montando se detuvo debido a diferencias con un socio.

Rivera nunca respondió las llamadas de Chávez, quien por terceras personas se dio cuenta que el carro que había entregado había sido puesto a la venta por el supuesto empresario.

Un anuncio que Rivera puso en diferentes medios fue visto por un amigo de Filadelfo Salvador Molina, a quien le recomendaron adquirir el automotor que estaba en venta a un precio de $6,400.

Fue así como Molina se reunió con Rivera en un centro comercial de San Salvador para revisar el estado del carro y las condiciones legales en las que este se encontraba.

Luego de una negociación por el precio del carro se pactó la venta de este a Molina, quien le entregó el dinero a Rivera el 3 de junio, recibiendo una compra venta a nombre de Fermín Chávez pero que estaba legalmente constituida para que Denis Rivera realizara el traspaso.

El 3 de junio los hombres cerraron el acuerdo, quedando pendiente únicamente que Filadelfo iniciara los trámites para que la tarjeta de circulación del carro quedara a su nombre.

El 14 del mismo mes, Molina fue interceptado en una calle de San Salvador por Fermín Chávez quien le aseguró que el vehículo que él había comprado le pertenecía y que él fue engañado por Rivera.

Al verificar la tarjeta de circulación, Molina comprobó lo dicho por Chávez, quien le aseguró no haber recibido dinero a cambio del vehículo en discordia.

Ambos ofendidos acudieron a una delegación de la Policía Nacional Civil (PNC), pero solo Filadelfo Molina interpuso la denuncia respectiva en contra de Rivera. Esto para evitar un conflicto entre los estafados.

En un primer acercamiento con el estafador, este prometió a ambos ofendidos que iba a hipotecar su casa para responder por la deuda que adquirió, especialmente con Molina.

Pero Rivera no cumplió con la promesa hecha y fue procesado por los delitos de estafa y falsedad material en el juzgado Quinto de Sentencia de San Salvador.

El juez a cargo del proceso decidió decretar sobreseimiento a Rivera por el delito de falsedad y condenarlo a cuatro años de prisión por la estafa realizada a Molina.