Por primera vez en la historia reciente, una propuesta de ley rompió vidrios y puso en peligro la vida de los empleados de la Asamblea Legislativa, que vivieron momentos de preocupación luego de una lluvia de piedras y otros objetos contundentes que impactaron contra las instalaciones del recinto legislativo, específicamente en la entrada conocida como "palo de hule". 

Un grupo de supuestos estudiantes de la Universidad de El Salvador (UES) atacaron las instalaciones por una presunta privatización del agua. Un camarógrafo de un medio de comunicación, en el pleno cumplimiento de su trabajo, resultó con un corte de profundidad en uno de sus brazos. 

La ley de la "discordia" es la que se trabaja en la la comisión de medio ambiente y cambio climático, la conformación del organismo regulador, especificamente, es lo que ha generado controversia. El bloque de derecha quiere que sea conformada por dos representantes de la empresa privada, dos de las alcadías y uno del estado, cinco en total. Mientras que el FMLN reclama que se quiere "dejar fuera al estado".

La UES, desde inicios de esta semana, convocó a una concentración y posterior marcha al Órgano Legislativo para protestar contra lo que ellos dijeron evitar "la privatización del agua". El interés era tal de parte de las autoridades que se reprogramaron actividades en algunas facultades. La indicación era estar en la entrada de La Minerva para salir de ese punto. Decenas de estudiantes atendieron el llamado. 

El camino hasta la Asamblea fue tranquilo, entre cánticos y consignas, los jóvenes llegaron y se concentraron frente a las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR). 

Los ánimos fueron subiendo de tono al encontrar que agentes de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO) habían cerrado los accesos de la Asamblea. En forma de protesta, los estudiantes entonaron una serie de saludos para la madre del diputado presidente de la Asamblea, Norman Quijano. 

Luego de algunos minutos fuera de la PGR, los agentes levantaron los bloqueos y los estudiantes llegaron hasta la entrada del Órgano Legislativo. Ninguno de los empleados dice saber cómo llegaron hasta ahí y qué pasó en las entradas para que dejaran entrar a los manifestantes. Entre los protestantes había personas con el rostro cubierto con máscaras, pañoletas y alguno que otro gorro navarone. 

Los primeros diputados que atendieron aquella turba fueron Dina Argueta y Rina Araujo, ambos del FMLN. Las diputadas salieron del portón con la intención de recoger la pieza de correspondencia que llevaba al rector de la UES, Roger Arias.

Los ánimos se caldearon en los manifestantes al escuchar la orden de un empleado: "Que solo entre una comitiva, de unos dos o tres". Irónicamente lo primero que lanzaron fue bolsas con agua, un presagio de lo que estaba por suceder.

Las diputadas efemelenistas querían entrar a la Asamblea para dejar la pieza de correspondencia, pero había un problema. Si se abría la puerta, nada garantizaba que las personas afuera no intentaran ingresar, la cantidad de gente y los cánticos hechos ponían en alerta a las autoridades sobre lo que pasaría si lograban ingresar.

La decisión del portero puso nerviosos a muchos de los presentes. "Vamos a abrir", les dijo a los empleados de seguridad para que estuvieran pendientes de dejar ingresar solo a las diputadas y a la comitiva encabezada por el rector de la UES.

La violencia se apoderó de propios y extraños 

Al abrir la puerta, pasó lo que todos los presentes imaginaron. Aquellos cuatro elementos de seguridad no pudieron controlar el ingreso de la gente. Las diputadas oficialistas ingresaron entre jaloneos, pero todo tomó un giro cuando algunos presentes traspasaron la seguridad. Mientras manifestantes querían ingresar, los elementos de seguridad rociaron gas pimienta a diestra y siniestra para aplacar los ánimos, pero sucedió lo más lógico. 

El gas contuvo unos segundos a los presuntos estudiantes, pero esa fue la gota que derramó el vaso. La enardecida turba respondió al ataque, en cuestión de minutos los empleados que estaban observado frente a la recepción corrieron buscando un lugar seguro, incluso uno de los elementos de seguridad decidió salvaguardar su vida y dejar a los demás compañeros de él en el lugar. El hombre subió a la segunda planta. 

Se habían acabado las bolsas con agua, por lo que los manifestantes fueron a buscar algo más que lanzar y encontraron unas pierdas que estaban al costado de la entrada, algo más contundente.

La alarma se extendió en los empleados al observar las primeras piedras impactando contra el vidrio de la entrada. Debido a la proximidad entre la entrada y la recepción, las primeras en huir de la escena fueron las recepcionistas. 

El olor del gas pimienta dificultaba la respiración, pero los presuntos estudiantes se repusieron rápido y atacaron con todo lo que encontraron a la mano las instalaciones de la Asamblea. Los custodios poco podían hacer para controlar a decenas de personas por lo que decidieron resguardarse y prevenir a los demás en la zona. Algunos no acataron las recomendaciones y decidieron tomar fotos.

El camarógrafo de Gentevé se dispuso a hacer su trabajo, hacer imágenes, pero en eso, una pierda de tamaño considerable impactó contra el vidrio y lo rompió. Los trazos volaron por diferentes direcciones, uno de los pedazos impactó contra la mano del reportero, la herida fue tal que dejó un rastro de varios metros de sangre en el piso y las gradas de la Asamblea. 

La preocupación reinaba en ese pequeño espacio, los impactos contra el vidrio eran cada vez mayores, los responsables no cesaban en el ataque. Uno de los atacantes sacó un objeto de plástico de varios centímetros y lo estrelló contra el poco vidrio que aún quedaba.

Los elementos de seguridad pidieron refuerzos a agentes de la UMO que estaban fuera de las instalaciones, y ni el cuerpo antimotín detuvo la ira de las personas.

Mientras esto pasaba, el camarógrafo Walter Aparicio esperaba la asistencia de elementos de socorro que estaban en camino. Para reducir la pérdida de sangre, le hicieron un torniquete improvisado con una camisa. Con todo y el vendaje, la sangre seguía cayendo en el piso. Le avisaron que la ambulancia estaba lista, por lo que corrió a buscarla y fue retirado del lugar. 

El miedo entre los presentes era tal que algunos corrieron al salón azul. Solo unos pocos llegaron, ya que otro grupo de elementos de la UMO resguardaba la zona, por si la enfurecida turba tenía la intención de llegar al Salón Azul. Fue hasta que un agente de la UMO hizo uso de balas de salva que portaba, contra los manifestantes, que decidieron cesar su ataque.

El disparo había tranquilizado los ánimos, mientras se retiraban las personas, corearon el característico grito de la Universidad "Esta es la U".

En la retiraba, uno de los asistentes dijo a voz alta: "Vamos a regresar el viernes, este el el primer llamado", sentenció.

ARENA culpa a los estudiantes y el FMLN a la seguridad de la Asamblea

El primero de los bandos que se expresó fue el partido tricolor. Montaron una conferencia de prensa para llamar a los manifestantes "terroristas". Quijano catalogó y los demás estuvieron de acuerdo.

Los opositores mostraron videos de la lluvia de piedras, evitando mostrar el momento donde la seguridad roció gas pimienta y aprovechando el momento para negar la presunta privatización. "Esto se parece a Nicaragua", dijo una voz entre los reunidos.

Ninguno explicó quién dio la orden de rociar gas pimienta para controlar a los manifestantes, solo se limitaron a condenar el hecho más de una vez.

Los diputados del FMLN se hicieron esperar unos minutos. Nidia Díaz fue la encargada de leer un comunicado condenando el hecho, pero por razones diferentes a los tricolores.

Los oficialistas mostraron videos de los momentos en que el personal de seguridad de la Asamblea "bañaron" de gas pimienta a los manifestantes, evitando mostrar el momento en los presentes lanzaron piedras y rompieron ventanas.

Las diputadas Dina Argueta y Rina Araujo hablaron a la prensa, todavía quedaba evidencia en sus rostros de haber respiirado el gas pimineta.

Más allá de la manifestación, los disturbios, el gas pimienta, las ventanas rotas y la sangre en el suelo de la Asamblea, afortunadamente los hechos no pasaron a más y no hay vidas que lamentar. Una pieza de correspondencia para evitar la privatización del agua terminó en uno de los episodios más violentos que se ha vivido en el recinto legislativo. 

Por ahora, una ley que no termina de quedar clara y bajo la que se han erigido una serie de mitos y desinformación que los diputados deberán esclarecer.