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La batalla por las almas

La batalla por las almas

Desde tiempos inmemoriales se cree en la participación de los dioses en medio de las batallas de los hombres. Lo registran pinturas, relatos orales y escritos. Cientos de ángeles se aprestan a la batalla junto a sus protegidos para derrotar las fuerzas del mal. El arcángel San Miguel y sus huestes vencen a Luzbel y lo envían a las profundidades del planeta tierra en los confines del Universo. Cerca de 500 años después de Jesucristo, el profeta Mahoma funda en una región sin mayor presencia del imperio Romano, el islamismo, donde funde la religión con lo político militar.

Con el icono de la Visitación de María a su prima Santa Isabel  y el lema: “Salir aprisa al encuentro de la vida”. Cerca de 92 congregaciones y  alrededor de 1, 400  religiosos y religiosas, más un ejército de laicos comprometidos, darán sustancia espiritual y terrenal al  compromiso de combatir los males en El Salvador.

La acción de la Conferencia de los religiosos  refleja la difícil situación actual del país con afectación en  la dimensión socio cultural, medio ambiental, económica, política y religiosa; que abordan con clara franqueza y despojada de tintes políticos partidarios.

 Si bien reconocen la disminución de fieles católicos, desde su  perspectiva un trabajo acertado, coordinado y eficiente son fundamentales para revertir estas “sombras”. Para ello apuntan, es prioritario el  acercamiento con otras iglesias cristianas en la búsqueda del bien común y en el fortalecimiento del movimiento de religiones por la paz. 

Su misión dicen, esta encarnada en el ejemplo de Jesucristo:”…quien nos enviará  a consolar las lágrimas de nuestros hermanos y hermanas más abandonados, oprimidos y excluidos.  

Algunos enfoques que llaman la atención  se fundamentan en documentos de la iglesia, especialmente  de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, o Conferencia de Aparecida, (Brasil) de mayo de 2007. 

a) “La opción preferencial por los pobres exige que prestemos especial atención a aquellos profesionales católicos que son responsables de las finanzas de las naciones, a quienes fomentan el empleo, los políticos que deben crear las condiciones para el desarrollo económico de los países, a fin de darles orientaciones éticas coherentes con su fe. (DA 395)”

b) “Una globalización sin solidaridad afecta negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente «explotados» sino «sobrantes» y «desechables» (DA 65). 

Con ello pretende iluminar el camino de los pobres y excluidos en las áreas de educación, salud, comunidades eclesiales, trabajo pastoral parroquial, pastoral social, trabajo misionero en las áreas urbanas marginales y rurales y en los medios de comunicación. 

Sobre la religiosidad popular tan manifiesta en nuestra sociedad  advierten que debe ser reinterpretada y reencauzada, ya que presenta peligro de quedarse solamente como elemento folclórico y que existe una fuerte pastoral de conservación, con resistencia al cambio, pastoral que en algunos sectores tiene una fuerza mayor que la pastoral liberadora. 

Todas estas acciones estratégicas, se concretizarán en las  diócesis del país, por este ejercito de Dios, en un escenario donde los valores morales y religiosos pugnan por ganar la batalla contra las fuerzas destructoras del crimen organizado, la violencia, la apatía,  y la deshumanización, que acecha el alma de los hombres de esta sociedad pos moderna.