• Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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ARENA/FMLN: Hay que aceptar la verdad

ARENA/FMLN: Hay que aceptar la verdad

La sentencia de la Sala de lo Constitucional –una de ellas- referente a la derogatoria de la amnistía de 1993 que dejaba en el limbo sino es que en la impunidad los delitos que la Comisión de la Verdad de la ONU reveló cometieron tanto fuerzas del Estado o escuadrones de la muerte y la ex guerrilla del FMLN antes y durante el conflicto armado que llegó a su fin en 1992 ha sido sacada del ordenamiento jurídico nacional. Finalmente.

Soy profesor de historia y una de las maneras de enseñarla es por medio de los grandes acontecimientos y personajes que influenciaron la vida nacional o mundial.

Desde Akenatón, que introdujo en Egipto la herejía de un dios único y que luego retomaría Moisés para los judíos, al pasar por la cultura y educación egipcias historiadores y estudiosos del Mundo Antiguo pueden tener elementos de discusión sobre quién influyó a quién en la evolución del politeísmo al monoteísmo. Pasando igualmente por un personaje estudiado y juzgado a la saciedad como fue Adolf Hitler que ha llevado a proscribir aunque sea moralmente el nazismo hasta finalmente la mentirosa y convenenciera invasión a Irak organizada por George Bush hijo con Tony Blair y José María Aznar la historia necesita de nombres tanto de culpables cómo de víctimas.

La historia salvadoreña ha estado llena de mentiras, ocultaciones, tergiversaciones, disimulos, silencios, falsos héroes que la ley de amnistía de 1993 continuo revalidando en detrimento de la identidad nacional.

No se trata de que Atlacatl no existió. Que las fotos de los próceres que adornan cada septiembre las aulas nacionales sean tan falsas como el mal llamado primer grito de independencia y de que se haya construido desde el anticomunismo y la religión más rancia y conservadora la mentalidad salvadoreña que desde eso legitima la matanza de 1932 sino que al enterrar toda posibilidad de verdad y conocimiento de los hechos que desencadenaron la guerra civil 1980-1992 y posterior comportamiento de los actores principales de aquella guerra estemos condenados a glorificar a una derecha que mató cuando menos a un santo y sigue sin reconocerlo y no solo, sino que años después crea seis mártires jesuitas y tengan muchos de los culpables el cinismo de pedir en nombre de la patria el voto para gobernarnos, como si nada hubiera pasado.

Es cierto, el salvadoreño tiene carencias de muchas cosas, entre ellas la memoria. Igualados como somos deseamos alejarnos lo más posible de los malos recuerdos. Esos que nos recuerdan que somos pobres, abandonados, ilegítimos e hijos de amantes. 

Desesperadamente anhelamos la perfección que da el apellido rimbombante y las zonas residenciales de las lomas que de noche pueden ver el lucerío de las zonas marginales que a sus pies duermen. Por eso es mejor no investigar nada.

II

¿Quién mató a Romero? El Vaticano lo hará público dentro de 80 años. Aquí nadie oficialmente se hace cargo incluso la ceremonia de beatificación se tiñó de mentira cuando lo declararon mártir por amor. Cuando realmente fue asesinado por odio a la fe, aquella que clamaba por Derechos Humanos. 

ARENA sigue sin aceptar que el fundador de ese partido autodefinido conservador y cristiano tuvo participación en aquella muerte. Lo que nos deja con una ausencia de culpables en torno a un caso histórico tan importante para la historiografía nacional ocultándose en la memoria nacional los asesinos.

Porque si bien ARENA no valida que el mayor Roberto d’Aubuisson ordenó o facilitó la muerte del arzobispo Romero tampoco dice quién fue y jamás hizo nada por averiguarlo en 20 años de gobiernos areneros.

No se puede pretender tener un santo nacional y volver tabú qué, quiénes o quién lo hicieron mártir y que luego amparados por una ley de amnistía impunemente enarbolen los valores patrios y nacionalistas y de paso nos den lecciones de cristianismo. 

El FMLN histórico igualmente debe permitir que se entierren algunos muertos. Los de sus partisanos. Los muertos del llamado carnicero de la paracentral, Mayo Sibrián deben ser exhumados de los lugares donde fueron aventados por la paranoia de un psicópata que fue protegido por años por la comandancia de las FPL. 

Una dirigencia que reaccionó tarde y ya casi para la firma de los Acuerdos de Paz fusilándolo condenó al silencio perpetuo la verdad de aquellas acciones y omisiones. ¿O existe acaso alguna diferencia entre el Mozote y la paracentral guerrillera? 

Corolario:

Hace unos días Alejandro Poma tuiteaba que se podía perdonar pero no olvidar. Es cierto. Su familia sabe a quién perdonar: al ERP de Joaquín Villalobos y Ana Guadalupe Martínez que fuera liberada por aquella negociación de un cadáver, el de Roberto Poma.

Pero ¿a quién deben perdonar los familiares de Romero? Si al parecer nadie se hace cargo de su muerte. La forma en que la FGR fue dilatando el proceso hasta lograr su prescripción y la intimidación de escuadrones de la muerte a jueces o fiscales del caso solo ha podido ser revertido con la declaratoria de inconstitucionalidad de 2016 que ha establecido que son crímenes de lesa humanidad e imprescriptibles.

Igual sucede con la masacre jesuita. Cínica e impune se oyen las declaraciones de familiares y militares implicados en el caso que comienzan reconociendo que fue un abominable crimen pero terminan diciendo una cosa y la contraria: ellos defendían a la patria de la agresión terrorista. 

La derogatoria de esa ley de amnistía es el turno del ofendido. Mucho se ha hablado sobre la intolerancia e incapacidad interna del bipartidismo de resolver sus diferencias internas. 

Esa omnipotencia de los líderes que no toleran la mínima critica o disidencia proviene de la impunidad que les otorga jamás tener que haber rendido cuentas de sus actos pasados. Cuando decidían quién moría o vivía con tan solo ver por los binoculares desde sus campamentos de guerra.

Llegó el momento si lo desean, no por política y justicia sino en honor a la historia de saber y aceptar la verdad.