• Diario Digital | lunes, 18 de marzo de 2024
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¿Debemos romper con China Popular?

¿Debemos romper con China Popular?

Narraba Mijaíl Gorbachov en una conferencia hace algún tiempo que una de las cosas que resentía de haber disuelto el Pacto de Varsovia y entregado el territorio alemán en control soviético sin ninguna condición era haberlo hecho tan solo ingenuamente aceptando «la palabra» de los estadounidenses que OTAN nunca llegaría a las zonas de influencia rusa y que se detendría la carrera armamentista.

La instalación (alegando que nunca firmaron lo contrario) de bases militares en las fronteras rusas por parte de OTAN y, más recientemente, el abandono de Donald Trump del tratado de desarme nuclear acordado en los 80`s entre Reagan y Gorbachov apuntaló el liderazgo de Vladimir Putin que pesar de ser acusado desde occidente de antidemocrático es para los rusos la única garantía de que no habrá otra invasión como ha sucedido a lo largo de la historia.

Si la libertad es el libre comercio ¿cuál es el problema de tener relaciones diplomáticas con la primera potencia comercial del mundo? otra cosa es la manera sospechosa en que el FMLN organizó el establecimiento de relaciones plenas con China.

Por eso revisar el acuerdo no significa romper relaciones con China Popular. Implica que si las negociaciones de la administración Sánchez Cerén fueron oscuras es obligación moral del gobierno Bukele transparentarlas.

Pero es absurdo que ARENA utilizando la metáfora del terror haga bullying disfrazado por medio de algunos de sus voceros hacia el presidente electo para llevarlo hacia un ridículo internacional presionándolo para que finalmente anuncie de la nada y sin motivos el rompimiento de relaciones con China Popular.

Presionan al presidente electo para que sin mayores compromisos de parte de la administración Trump (con el TPS o los proyectos del plan Cuscatlán, por ejemplo o ausencia de garantías que Taiwán restablecería lazos comerciales beneficiosos con nosotros y menos analizan la posibilidad de sanciones comerciales desde Pekín contra la factura de compra de $1,500 millones anuales nuestra) tome una decisión sobre las relaciones chino-salvadoreñas.

II

Recientemente el presidente electo Nayib Bukele sostuvo las habituales reuniones luego de ser declarado ganador de las elecciones con la embajadora estadounidense en San Salvador así como con John Bolton asesor de seguridad del presidente Trump.

Como muestra de un giro en las relaciones estadounidense-salvadoreña Bukele anunció su rechazo a las formas de gobierno de Venezuela, Nicaragua y Honduras definiendo como principio moral internacional de su gobierno el respeto a los Derechos Humanos. En esos encuentros volvió a salir el tema de China Popular.

¿Es legítimo el reclamo de contener a China en la región que hace EE.UU. a nuestros países cuando abandonan y se aíslan con un muro de la región? Incluso ¿Cuándo el FBI ha iniciado una investigación con Trump por considerarlo un agente al servicio de una potencia extrajera? Esa es la situación que nunca aclaran a su traspatio los voceros del gobierno estadounidense.

Existe y habrá una relación difícil entre Latinoamérica y EE.UU. si solo se insiste en el propio y máximo interés para ellos dejando de lado la honestidad, ética de responsabilidad social, protección de los migrantes, el reconocimiento de la interdependencia, bien común, creación de comunidad y respeto mutuo, conceptos, que a la actual administración parecen no importarle.

III

El FMLN y ARENA (heredan otro embrollo al país) con el tema Chino-taiwanés jugaron a la ideología y en el caso arenero a la diplomacia del dólar. Cuando en realidad las relaciones internacionales se basan en tres principios: multilateralismo, interdependencia y cooperación internacional.   

Por otro lado la visión –que no hay que olvidar cuando se negocia con EE.UU.- que sobre política exterior tienen ellos está ideada en que existen naciones-personas. De esa manera hay naciones adultas (industrializadas) e infantiles (nosotros). De allí que a los niños haya que enseñarles a desarrollarse y castigarlos cuando no hagan caso de las indicaciones que los adultos han dado.

Para los supremacistas que actualmente ocupan la Casa Blanca que El Salvador se haya asociado a China Popular es una actitud pandilleril, la de un adolescente inculto que corvo en mano desafía la norma de América para los estadounidenses. Es un acto irracional pensar que China puede desarrollar nuestra región.

El relato diplomático y de relaciones públicas de los conservadores estadounidenses que debe evitarse es que el debate se haga desde la idea que hay un héroe (EE.UU.), un crimen (Relaciones Diplomáticas), una víctima (El Salvador) y un villano (China).

Recordemos que en esa lógica, el héroe no puede razonar con el villano y por eso debe siempre luchar contra él, derrotarlo o matarlo. Esa versión ya se usó con las dictaduras militares y sus crímenes anti comunistas; en Irak y Afganistán; en Yemen con Arabia Saudita; Siria y nunca terminaron bien.

Corolario:

¿Y si fortalecemos las relaciones con EE.UU. transparentando el acuerdo que se tiene con China Popular para mejorar la estadía de nuestros casi 3,5 millones de salvadoreños que viven allá?

¿Si también usamos el comercio con China Popular para mejorar nuestra economía y evitar la migración hacia EE.UU. de nuestros compatriotas?

¿Si replanteamos la relación comercial con Taiwán para que los negocios que se tenían establecidos continúen y comercien con ellos quienes deseen hacerlo?

Nota: Las opiniones vertidas en este artículo son exclusivas del autor. No representan la postura de ninguna otra entidad.