• Diario Digital | lunes, 18 de marzo de 2024
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Santa Claus versus Niño Dios ¿competencia desleal?

Santa Claus versus Niño Dios ¿competencia desleal?

No sé cómo se ha podido escapar a los diputados puritanos salvadoreños empecinados en hacer leer la Biblia en las escuelas, cambiar el nombre a la Puerta del Diablo y prohibir películas apadrinar un decreto legislativo que prohíba el uso de Santa Claus o Papá Noel por competir deslealmente con el Niño Dios.

La tradición salvadoreña establecía (por lo menos hasta mi infancia) que los regalos los dejaba bajo la cama el Niño Dios. Doy fe, muchas veces me vi obligado ante la mirada inquisitorial de los mayores de mi casa (siendo un niño) contrito agradecer en el pesebre del árbol de Navidad al niño Jesús recién nacido por el regalo hallado bajo mi cama la mañana del 25 de diciembre.

El punto de iniciar este debate bizantino debe ser porque no se trata de las cosas buenas que deja en la mente de los niños Santa Claus sino por qué los adultos decidieron inventarlo y, como desde luego no pudo haber sido por buenos motivos que no fueran la de comercializar su figura y con ello paganizar la fiesta religiosa. Hubo una época en que fue necesario tomar medidas.

En 1951 en la catedral de Dijon, Francia en el atrio y en nombre de todos los hogares cristianos fue quemado para luchar contra la mentira en presencia de los niños Santa Claus.

Se le acusó (al muñeco) de usurpador y hereje. De desnaturalizar la Navidad y de poco a poco irse instalando como protagonista del nacimiento del hijo de Dios. Incluso se le acuso de colarse en los pesebres que se instalaban por esos días.

Se argumentó que la figura de Santa Claus o Papá Noel no puede representar en ningún momento el sentimiento religioso y menos ser un instrumento educativo para tales fines en los niños.

La fiesta de la Navidad (dijeron quienes llevaron a la hoguera a Santa Claus) debe seguir siendo la fiesta del nacimiento del Salvador.

Este asunto como era de esperarse dividió a la ciudad en dos bandos: los que apoyaban la quema del hereje y los que decidieron resucitarlo.

Así fue, los anti religiosos anunciaron que al día siguiente resucitaría a las diez y ocho horas en el edificio de la Alcaldía Santa Claus o Papá Noel.

Anunciaron que no solo resucitaría sino que en medio de luces y desde lo alto del tejado hablaría a los niños de Dijon desde donde bajaría hasta la Plaza Liberación. Y todos asistieron a ver aquella resurrección.

Corolario:

Y así estimados cristianos fue que Santa Claus o Papá Noel resucitó (no podía ser de otra forma) desde las cenizas y se igualó al Niño Dios.

La iglesia tuvo que declararse en retirada y guardar hasta ahora silencio. Ya que luego de aquella portentosa resurrección clausonesca o papanoelesca tanto cristianos y no creyentes (como no sucedía desde la revolución) extrañamente y de la mano de los anticlericales se unieron en contra del clero.

La inversión de roles Santa Claus (Papá Noel) versus Niño Dios quedó sellada. Pasamos de la oración a Dios a la carta para pedir cosas. Una muestra más que las creencias y costumbres son dinámicas y cambian de mito y culto.

Nada raro en la historia. La humanidad sustituye desde el zoroastrismo cada miles de años su fe. Muchos atribuyen al cristianismo una universalidad y eternidad por existir ya dos mil años. Ignoran que la religión egipcia existió tres mil años y finalmente se agotó.