• Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Implosion de Clase Política de Mercado en El Salvador

Implosion de Clase Política de Mercado en El Salvador

La implosión que vive la clase política salvadoreña producto del agotamiento del modelo neoliberal que han promovido y adoptado los gobiernos de los últimos 30 años está llevando al pueblo de la desesperanza a la desesperación.  Tanto el partido de izquierda en el poder como los de derecha en la oposición creyeron que seguir el modelo de una economía de mercado impuesta por la globalización resolvería los problemas del país en una medida suficiente como para turnarse en el gobierno sin mayores consecuencias.  Pero una economía de mercado no puede más que producir una sociedad de mercado y por supuesto una clase política de mercado cuyos partidos visten, anuncian y venden cualquier discurso y se agrupan en cualquier formato con tal de llegar al poder. El nihilismo gerencial de endeudarse, suplir un mercado internacional, aumentar impuestos, privatizar y parasitar en el envío de remesas familiares del exterior los ha llevado a un precipicio con vestido matrimonial no importa con quien.

Aunque la clara intención de independencia sostenida por la recién salida Sala de lo Constitucional, las vendetas en la Fiscalía General de la República, el encarcelamiento de un expresidente y acusación formal de otros, nos haya dado una impresión de que El Salvador ha progresado en la edificación de un estado de derecho, el cálculo y descaro de la utilización de los órganos del poder judicial para evitar que un individuo participe en elecciones que ponen en riesgo un resultado previsto dicen lo contrario.  Cualquier maniobra, madrugón o fraude, se quedó chiquito con el reciente ataque a la diversidad política representada en el partido Cambio Democrático. El país está perplejo -- incluso los que ordenaron el mandado. Además de lo sorprendente del eclipse que ha puesto juntos a lacayos de cuño derecho e izquierdo, la multiplicidad de posibilidades que los políticos ambiciosos han tenido ante sus ojos durante las 24 horas posteriores a la nefasta decisión del Tribunal Supremo electoral es asombrosa. Todos los ungibles con hueso en el horizonte lo han visto la movida a su favor y en su contra aunque sea por un momento.  Tanto el frente como ARENA tuvieron por un momento un respiro que a simple vista les favoreció el que el TSE les quitara de encima su mayor contendiente. Por un momento ambos FMLN y ARENA se hicieron bigotes de victoria, pero la cera o manteca que se los acolocha se les derrite ante la movida de Nayib Bukele de renunciar de Cambio Democrático e inscribirse en el Partido GANA, lo cual terminó afectando hasta las aspiraciones de Will Salgado, precandidato presidencial de dicho partido.

El miedo irreparable que sienten los que van a la deriva o en caída libre no se remedioo con la decisión del Tribunal Supremo Electoral, sino que los patrones ordenan se busque la posibilidad de evitar Bukele se inscriba y participe dentro de GANA.  Hay obviamente unidad en la clase política cuyos privilegiados se turnan los huesos, chicharrones y zurrapa en puestos y posiciones costeadas por el erario público sin respeto, espíritu de servicio y civismo alguno. Obviamente su contendiente tampoco tiene compromisos que le prevengan moverse de una piedra a otra para agarrarlos de pechito.  Nayib Bukele tiene un capital político que aunque después de la zarandeada se le reduzca, le es suficiente para continuar atemorizando a los que ven en su candidatura una amenaza a sus empleos y a los ingresos de sus familias.

Mientras todas esta maraña de patrañas toma lugar en las direcciones de los principales partidos en el poder, allá en el pueblo la implosión de estas instituciones políticas impacta diferenciadamente a sus bases, simpatizantes y víctimas. Es una implosión porque la indignación que causa a la ciudadanía decente la dantesca escena por la que el TSE ha pasado al electorado, hace añicos cualquier interés de participación democrático que se haya obtenido después de la guerra civil en las mentes de los decentes. La contienda electoral pasa de ser un acontecimiento cívico a uno de entretenimiento, morbosidad y venganza, en la que ya no importa los beneficios que pueda representar que gane uno u otro candidato, sino el castigo al percibido culpable, que aunque los magistrados sean cuatro, sus padrinos son dos. Aunque a los mayorcitos nos de asco o nauseas el que el candidato de nuestra simpatía se cambie de partido como cambiarse de camisa o haga las mismas movidas inmorales que su partido de oposición, a los jóvenes, izquierda y derecha les importa un comino -- ya entendieron que tanto uno como el otro son dos tipos de parásitos en el estómago de su país.

Es lamentable que la perspectiva cortoplacista de Nayib Bukele y sus más cercanos asesores no haya proveído al movimiento Nuevas Ideas una agenda clara y una organización coherente que le permita arrasar con toda la clase política podrida que empaña la visión y futuro de El Salvador.  La horizontalidad planteada por el ahora candidato por GANA aunque mantiene motivada a la mayoría de sus adeptos no ha sido suficiente para para protestar y derrotar efectivamente las maniobras electorales de los directorios de ARENA y FMLN. Lo poco vertebrado de Nuevas Ideas no le permitió detener tal movida en su proceso.

Es deplorable que en vez de invertir su intelecto en buscar soluciones al impacto negativo del modelo neoliberal cuyas privatizaciones, endeudamiento y modernización amorfa y desmedida postran al país, los partidos políticos se dediquen a estropearse unos con otros usando el sistema judicial para sus intereses egoístas.  La falta de valores morales mínimos es un atentado suicida de cualquier institución política que pretenda enarbolar la lucha por el progreso del país. Ensañarse con un partido pequeño con todo el lujo de patraña más que enseñar inteligencia muestra miedo y cobardía. El sacrificar a un partido históricamente aliado en la promoción de la democracia, como ha sido Cambio Democrático para el FMLN, lascera cualquier articulación que una dirección quiera tener con su bases para emprender una campaña política. Más que prepararse para el triunfo de una agenda que resuelva las necesidades de El Salvador el FMLN y ARENA le están comunicando a su electorado la voluntad de imponerse a costa de su propia existencia partidaria.