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El Salvador 2019: Horizonte de Golondrinas, Centralismo Catequizado o Progreso

El Salvador 2019: Horizonte de Golondrinas, Centralismo Catequizado o Progreso

Durante sus casi dos siglos de existencia como república, la población salvadoreña ha experimentado tanto organizaciones coyunturales como de largo plazo, que han dinamizado su modernización, pero nunca han propiciado un desarrollo económico y social que le traiga estabilidad socio-económica duradera al país.  

Desde los Centroamericanistas Francisco Morazán y Justo Rufino Barrios como los reformistas Gerardo Barrios y Manuel Enrique Araujo hasta Anastacio Aquino y Farabundo Martí que pagaron con sus vidas, movilizaron multitudes de salvadoreños que les sirvieron durante el lapso de su protagonismo.  Otros caudillos como el General Hernández Martínez, el Coronel Jorge Adalberto Rivera, el Mayor Roberto d’Aubuisson y hasta el ingeniero Napoleón Duarte también aglutinaron masas y  formaron maquinarias políticas que les llevó al poder y les sobrevivió.  Todos estos han causado alternancia en el ejercicio del poder favorecidos por la población y las circunstancias políticas en su hora.

La última alternancia en el poder fue ocasionada por un frente guerrillero que después de negociar el fin de la guerra se erigió en partido político, creando una maquinaria política que le ha fraguado acceso a dirigir todas las ramas y niveles del gobierno. A pesar de una vida electoral relativamente corta, el FMLN cuenta con una larga experiencia política en la que sobrevivió una estrategia de contrainsurgencia dirigida por expertos del pentágono y la CIA, múltiples escisiones y purgas.  Esa experiencia orgánica le ha dado victorias electorales como la presidencia y mayoría en la asamblea legislativa. Gerenciaron el cariño y respeto entre la población que les dejó la guerra, pero ¿han actualizado su visión? Antes, durante y después del conflicto, el FMLN funcionó bajo un centralismo “democrático” catequizado que fue efectivo, para sobrevivir, movilizarse, crecer y avanzar en tiempo de guerra y en la clandestinidad, pero que obviamente lo está llevando al despeñadero.

Comparado al de ARENA, el gobierno del FMLN ha sido más exitoso tanto en obras de infraestructura, como en seguridad y en profundizar la democratización.  Sin embargo, de cara a su compromiso histórico con los pobres e imagen ante sus simpatizantes, militancia histórica y resto de la ciudadanía, el frente ha fracasado.  Los cerca de 400,000 votantes que le retiraron el apoyo no aprueban el endeudamiento nihilista que ha orientado sus obras monumentales en las zonas más caras de la capital, ni el nepotismo y privilegios entre sus funcionarios, ni mucho menos el manejo de subsidios a servicios básicos entre los más pobres.  Los recientes cambios en el gabinete de Sánchez Cerén mejoran su imagen ante la ciudadanía, pero no la del partido ante sus simpatizantes y militantes.  La medida punitiva de remoción del director de Migración Héctor Rodríguez por sus críticas a la dirección, mientras envía al servicio exterior al exministro Carlos Cáceres, piedra angular de su política de endeudamiento e irresponsabilidad fiscal corporativa, mandan un mensaje oscuro y turbio a sus simpatizantes y militantes críticos.

A pesar de expresar por diferentes medios que está aprendiendo del mensaje de sus votantes nulo y abstenciones, el FMLN no parece atinar el carácter de estos mensajeros.  Peor aún es que no ha entendido que el centralismo democrático catequizado que le funcionó efectivamente durante la guerra y la lucha clandestina, no es apropiado para un partido político moderno en la era de las redes sociales.  Es importante para el estado salvadoreño tener partidos fuertes.  El fracaso del partido más probado en la historia de El Salvador sugiere una implosión de su clase política.  El FMLN es una maquinaria electoral que de células clandestinas creó organizaciones de masas cuyas alianzas lo nutrieron para convertirlo en un ejército guerrillero capaz de sostener una guerra de baja intensidad contra Estados Unidos y luego transformarse en un partido político y gobernar El Salvador.

Entre la membresía del frente y sus simpatizantes hay generaciones que le han seguido y apoyado en múltiples facetas de su existencia.  Sus adeptos y votantes son los mejor informados del país, y a eso se debe lo clínico de su voto para eludir la dirección del partido.  Marzo 2018 no fue la primera vez que este electorado le envió un mensaje clínico al FMLN.  Las elecciones de alcaldes y diputados del 2009 también le hicieron llegar una misiva que vulnero a su candidato presidencial Mauricio Funes momentáneamente -- lo cual forzó a éste a buscar apoyos financieros que comprometieron la conformación de su gobierno.

Aunque su historia no es tan compleja como la del FMLN, el partido ARENA también nació durante la guerra civil, como parte de la estrategia de contrainsurgencia de EEUU en Centroamérica.  Fundada por Roberto d’Aubuisson, un destacado estratega anticomunista, ARENA recibió el apoyo de las administraciones Reagan y Bush durante la guerra, y de Clinton y Bush hijo, después de la misma. Como el frente, los areneros han tenido sus propias escisiones que incluso los llevaron a perder su hegemonía en la asamblea legislativa y el ejecutivo en el 2009 y 2014.  Al igual que la del frente, la cantera de cuadros de ARENA está en bancarrota, por eso también ha tenido que echar mano de candidatos no partidarios a falta de militantes capaces de elegirse tanto a nivel municipal como nacional. Similarmente al frente, también ha sido apoyado por financistas extranjeros como Taiwán y Estados Unidos que comprometieron sus gobiernos y hasta las políticas de estado actuales.

ARENA también fue impactado por el voto nulo y el ausentismo en las recientes elecciones de alcaldes y diputados, pero aparentemente en menor escala.  Si bien en lo inmediato el resultado electoral ha favorecido su presencia en la asamblea legislativa y dirigencia de municipalidades del país, los votantes nulo y de abstención rechazaron la trayectoria de ARENA en los comicios, sobre todo la corrupción de sus presidentes, el nepotismo y privatización de los recursos del estado.  Aunque ARENA ganó más curules legislativos que el FMLN, sus votos no aumentaron.  Por el contrario, disminuyeron cerca de 60,000 votos en comparación a las elecciones anteriores.  Una de las mayores acusaciones que motivaron al voto nulo y abstencionismo es que ambos FMLN y ARENA son nocivos para el país.  La prueba que ARENA está más cerca de desaparecer que de modernizarse, a pesar de sus candidatos nacidos y formados en Estados Unidos, es que su primera propuesta para la próxima legislatura es la relatifundización del país.      

El movimiento Nuevas Ideas parece estar capitalizando el descontento ciudadano con ARENA, FMLN y demás partidos políticos.  Además de estar gestionando su inscripción ante el Tribunal Supremo Electoral, Nuevas Ideas se ha planteado como movimiento ante la ciudadanía.  Su principal gestor, Nayib Bukele ha sido efectivo en señalar las debilidades y corrupción de los principales partidos. En un periodo relativamente corto ha logrado movilizar decenas de miles de salvadoreños a sus concentraciones en las que ha impactado con sus discursos críticos al statu quo.  Su mensaje ha sido enfilado contra la corrupción de las administraciones del FMLN y ARENA, y en la presentación de sus obras durante su administración en los municipios de Nuevo Cuscatlan y San Salvador.  El carisma y retórica de Nayib Bukele han logrado persuadir a casi medio millón de votantes en las recientes elecciones de alcaldes y diputados a abstenerse de votar o votar nulo.  La revista The Economist lo declaró ganador de las elecciones de marzo, sin estar en la boleta electoral.

Si bien los ataques de Bukele a la dirección del FMLN hacen pensar que el alcalde fundaría un movimiento cuyo accionar  le dispute adeptos, la inminente inscripción del movimiento Nuevas Ideas ante el TSE definen más su carácter de partido electoral.  Su inscripción como partido y el carácter de movimiento horizontal con que Bukele anunciado al Movimiento Nuevas Ideas, auguran que los salvadoreños participarán una vez más en una organización coyuntural, que crearía una máquina electoral más, parte de la actual clase política.

No obstante el planteamiento de Nayib que el movimiento se organice solo, sin una dirección vertical, la participación de exdirigentes de otros partidos electoreros y movimientos verticales que han servido solo para favorecer a grupúsculos, ponen en duda dicho carácter.  El anunciado carácter horizontal de Nuevas Ideas deja interrogantes respecto a su visión, objetivos y plataforma programática.  Ante la frustración que provocó su surgimiento espontáneo, vale preguntarse ¿va a  resolver los problemas y necesidades del país?  ¿Va a llevar Nuevas Ideas a Bukele a la presidencia y vamos a tener otro Mauricio Funes?  ¿Qué nos garantiza que esta vez no va ser así?

Este país ha vivido muchas veces movimientos verticales y horizontales, temporales, coyunturales, electorales, reivindicativos, de largo y mediano plazo.  Este pueblo ha muerto y desangrado en luchas prolongadas, espontáneas y de inmediata convocatoria. Ha tenido revoluciones rojas, blancas, oscuras, militares, civiles, etc.  ¿A dónde lo han llevado? Parece ser víctima eterna de un pillaje que se turna para saquearlo.  ¿Qué esperanzas tenemos de revertir la deriva político-económica del país?

Lo que podría asegurar que el movimiento Nuevas Ideas no sea una frustración más para el pueblo salvadoreño es su constitución en un movimiento social con una agenda de nación.  El que Nayib Bukele insista que las ideas vendrán de las bases y que promueva una organización horizontal debe aprovecharse para proponer una agenda que retome las necesidades e intereses del pueblo y que sus miembros las abracen y las defiendan.  De ser electo presidente Nayib Bukele sin el apoyo de ningún partido en la asamblea legislativa el 2019,  necesitará de un movimiento social que haga presión sistemática y constante para poder gobernar. Esa lucha es la que puede garantizarle al pueblo que sus intereses sean promovidos y no los intereses de un grupo elite. Nuevas Ideas tiene el potencial de constituirse en un movimiento permanente de lucha que demande el fortalecimiento del estado de derecho, una política económica sustentable y sostenible, apoyo a la producción de alimentos, una política exterior conveniente a la pequeña y mediana empresa, una educación y salud actualizadas que respondan a las necesidades del país, y un gobierno solidario con los más vulnerables, por lo menos.