• Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Riesgos y oportunidades de una democracia incipiente

Riesgos y oportunidades de una democracia incipiente

Estamos a las puestas de un nuevo proceso de elecciones parlamentarias y de concejos municipales, pero para que nos sirven las elecciones y particularmente esta del 2021-2024. ¿Qué se juega el país en estos comicios?.

Indudablemente, las elecciones son un mecanismo clave en la designación de los gobernantes y de la manifestación política del ciudadano, dando estabilidad política, respeto al Estado de Derecho y la paz social, sin ellas la democracia contemporánea no podría funcionar. Ya que si bien suelen convertirse  eventualmente en un instrumento para inferir en un régimen democrático, o incluso como justificación de parte de gobiernos autoritarios, totalitarismo o dictatoriales no democráticos, en cuyo caso tienen una función más simbólica que operativa, que una vez  pasadas las elecciones, el pueblo ya no tiene ni voz ni voto, la celebración de comicios, en sí mismo, no constituye una garantía que esa supuesta legitimación de la democracia real se cumpla, teniendo en cuenta que en los países pobres con un alto índice de desigualdad, corrupción e impunidad, como se refieren a los del Triángulo del Norte y otros como Venezuela y Nicaragua, la política más que una vocación de servicio se ha convertido en un medio para servirse del Estado, por quienes han ostentado o concentran el poder político, económico, corporativo, transnacional o el fáctico, que es el poder real y a veces muy perjudicial, porque hacen a un lado el valor de la democracia con tal de mantener sus niveles de influencias en los estamentos políticos, excediendo los límites del Estado, vulnerando las reglas básicas de la democracia, debilitando la institucionalidad, cuando ésta no funciona de acuerdo con sus intereses, y descartando instrumentos políticos cuando estos ya no les son útiles para sus múltiples propósitos. Como se observa en la experiencia del partido ARENA, una entidad que sitúan cerca de los poderes corporativos y económicos, que durante sus gobiernos se privatizaron diversas empresas públicas y actividades económicas del Estado, que dejaron como resultado de estas medidas neoliberales, que el agro se deteriorara y que millones de personas emigraran al exterior para sobrevivir y contribuir con sus remesas a la economía familiar, y que en esta coyuntura política electoral, sus financistas lo han abandonado tanto por el lastre acumulado de haber sido gobierno, y deteriorarse la marca, sino también por no representar una opción viable, ganadora y propositiva que les garantice mantener sus privilegios, como le sucede también a su antagonista del conflicto y postconflicto armado, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional “FMLN”, un partido que llega al evento electoral del 28F con un alto grado de rechazo popular, que está en juego su hegemonía como una fuerza política importante, que junto con ARENA se les atribuye haberse desligado de velar por las necesidades fundamentales de la población, los cuales nunca fueron capaces de asumir el rol de una oposición pragmática, constructiva, con cohesión y visión definida, que les hubiese significado dar una percepción favorable al electorado, como lo ha procurado el partido GANA, intentando generarle la gobernabilidad al presidente Bukele, apoyando todas las iniciativas del Ejecutivo en el Congreso, sino también siendo interlocutores en dos crisis coyunturales y complicadas que tuvo el gobierno en el 2020, la crisis del desabastecimiento y mala calidad del agua potable, que se generó en el mes de enero en el Área Metropolitana de San Salvador (AMSS), y por los cuales fueron interpelados en la Asamblea Legislativa la ministra de Salud y el titular de ANDA, y la polémica convocatoria a una sesión extraordinaria del Consejo de Ministros a la Asamblea Legislativa para discutir la aprobación de un préstamo de US$109 millones destinados para seguridad, a la cual existieron diputados de GANA, del PCN y algunos de ARENA, el pasado domingo 9 de febrero de 2020, y que todavía tiene a los medios tradicionales dando notoriedad a ese acontecimiento en el marco del proceso electoral, que desde el oficialismo fue catalogado como un protocolo de seguridad del presidente, desde la oposición, una usurpación a las atribuciones del Parlamento y el día que se resquebrajó la democracia, y para otros muchos, un error político del Ejecutivo que nadie de la oposición supo capitalizar, y que muy por el contrario si lo hizo el presidente de la república, Nayib Bukele, al establecer y controlar la narrativa nacional, imponer su verdad e incursionar en la programación de los principales de medios noticiosos y en la opinión pública y redes sociales, en detrimento del establishment político y de la alicaída imagen de los partidos políticos tradicionales, que este próximo domingo 28 de febrero compiten por mantener la supremacía.