Valores para la vida
Existen en el universo social nuestro: frases y dichos que se refieren a la responsabilidad en la formación en valores para vivir en sociedad. Tradicionalmente se dice que la formación comienza en el hogar y es moldeada en la escuela
Gran parte de la población con menor acceso a los bienes de la educación y la cultura, es a la vez de menores ingresos económicos. Nos podríamos preguntar: ¿Cómo podrá un padre nacido y formado en este ambiente que no ha tenido oportunidad de los bienes de la educación y la cultura en la formación de valores, trasmitírsela a sus hijos? Esa falencia individual común, es fuente generacional de trasmisión de antivalores adquiridos en la supervivencia diaria de una vida comunitaria que hay que enfrentar en una sociedad a veces cruel e injusta.
Hay hogares de un segmento poblacional con mejores ingresos, que los horarios de trabajo, no les permite compartir con sus hijos la mayor parte del tiempo y quedan a merced de los valores que se inculcan en la calle o en otro ambiente donde el progenitor poco puede hacer para incidir sobre esa situación. Y aquí es importante considerar la influencia de los medios de comunicación de masas especialmente el cine, la televisión, los impresos y el internet, en donde circulan cientos de contenidos que incitan a la violencia, sexo, infidelidad, mentira, egoísmo, drogas y toda clase de antivalores.
El fin de estos contenidos y mensajes son ofertas comerciales elaboradas para persuadir la compra de espacios y productos. Utilizan alta tecnología que de manera subliminal manipulan el subconsciente de los clientes, para inducir conductas de consumo. La moral o los valores no les importan.
El internet se ha convertido en un pandemónium de la información, donde circulan con igual facilidad información entretenida y veraz; a la vez que el rumor y la mentira pululan libremente, salida de mentes retorcidas y de oscuros propósitos.
De esos medios surgen los modelos que se reproducen por millares y que nos llevan en un afán desmedido, hacia el ideal de parecernos a ellos. Hacemos hasta lo imposible por lograr esa identificación, muchas veces sin saber conscientemente hacia dónde vamos; de allí el acendrado consumismo de nuestra sociedad y los vicios que proliferan. Hacemos hasta lo inaudito para conseguir llegar a igualarnos a los modelos que nos insinúan, sin importar las acciones que realizamos: mentira, falsedad, engaño, extorsión, robo, muerte; solo para parecernos a lo que se nos presenta como lo mejor de la vida.
Llegamos entonces a la función que le corresponde al Estado para salvaguardar la salud y la vida de sus habitantes , como el ministerio de educación y de gobernación, el uno para que oriente, corrija y promueva una serie de valores que fortalezcan los valores positivos para la convivencia armónica y promuevan la cohesión social fundamental para la gobernabilidad. Y el otro para que controle los contenidos de los medios de comunicación colectiva. Gestiones sin mayor impacto.
Las generaciones actuales hemos proporcionado a nuestros hijos toda clase de facilidades para enfrentar la vida y que ¨ no sufran como nosotros¨. Esa actitud permisiva los ha convertido en personas más inconscientes e inconsistentes en los valores de respeto y dignidad humana; ahora ¨él sabe más, el padre es un anticuado¨, y hace de su vida lo que quiere, por cierto en la mayoría de caso una desgracia.
Es hora de asumir este riesgo social eminente. Comencemos a actuar rescatando lo que nosotros sabemos que es correcto y trasmitámoslo al entorno propio para impulsar un cambio. En este sentido, nosotros somos piedra angular para el cambio de la sociedad del futuro.