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Reflexiones sobre mis razones para votar “Apruebo” en el plebiscito en Chile

Por eso este 25 de octubre en la Embajada de Chile en El Salvador, al ver las opciones del voto entre el apruebo y rechazo se me reveló en mi mente el efecto de la dictadura militarista y  su  daño personal y familiar.
Reflexiones sobre mis razones para votar “Apruebo” en el plebiscito en Chile

Apruebo desde el extranjero

Mi madre, mujer empoderada de verdad que comenzó a trabajar desde los 18 años en la Compañía de Teléfonos de Chile, me contaba en ese mismo año de 1980 como los elementos de la dictadura que estaban infiltrados en esa empresa creaban chismes de que las huellas digitales quedarían en las papeletas y las personas serían despedidas o detenidas por vinculación a cualquier invento que podrían crear en relación a actividades terroristas.

Ella votó por el “Sí” a la Constitución de Pinochet  y la reelección de ocho años del dictador.  En un lugar colmado de militares y carabineros quienes observaban a los votantes con esa típica prepotencia y desprecio hacia los civiles que siempre han tenido los elementos de la gloriosas Fuerzas Armadas de Chile. . Así era la vida “democrática”  bajo el régimen de Pinochet y sus socios del gran capital chileno afectado por el pánico de lo que fue el gobierno de Allende.

Mi padre Julio Jorge Pinkas Paschcuan ya estaba en los listados creados por la dictadura y su Gestapo la CNI-DINA. Esto le impedía encontrar trabajo como a cientos de militantes políticos de esa época. Mi padre era activo militante de la Democracia Cristiana y seguidor total de la visión del humanismo cristiano, de Eduardo Freía Montalva  y jamás negaría eso ni lo abandonaría.

Es debido al hostigamiento y persecución  que se auto-exilia en Venezuela para después viajar al El Salvador junto a José Miguel Fritis, Giacomo Marasso - otro gran humanista cristiano - Marcelo Rosas,  escritor y periodista, Francisco Javier Jara, periodista, Ricardo Urzúa, Horacio Valdeavellano, Manuel Labra, camarógrafo y editor y Nacho Castillo Hernández,  periodista. Este grupo fue a asesorar al gobierno del demócrata cristiano José Napoleón Duarte, uno de los mejores presidentes que he conocido y quien luchó por lograr la paz en una guerra civil que se vivía en ese país promovida con las guerrillas marxistas del FMLN  patrocinadas por el régimen sandinista y cubano.

Esto fue en el año de 1980.  IVEPO fue el nombre de esa oficina de comunicaciones  que tuvo la misión de modernizar el periodismo en El Salvador  en momentos que estaban en la Edad Media del periodismo.  Esto se logró gracias a todo ese proyecto desarrollado en las comunicaciones por ese grupo de chilenos los cuales adaptaron el modelo de noticias que había en Chile con formato de presentadores con apoyo de periodistas en coberturas.

¿Por qué narrar esta historia? La respuesta es para enmarcar un hecho histórico sobre los que salimos de Chile debido a la persecución y bloqueo por la dictadura de Pinochet y de los que crearon esa constitución viciada para proteger sus privilegios de clase y convertir al país de gente con mentalidad política y crítica a simples consumidores de basura. Lo que se puede llamar deshumanizar al ente social. Algo que se logró y todavía se mantiene en Chile.

Por eso este 25 de octubre en la Embajada de Chile en El Salvador, al ver las opciones del voto entre el apruebo y rechazo se me reveló en mi mente el efecto de la dictadura militarista y  su  daño personal y familiar.  Recuerdos en secuencias de lo que es tener que salir de nuestro país debido a la existencia de un miserable dictador que sembraba el odio constantemente hacia cualquiera que no fuera un militarista que le rindiera pleitesía.

Nadie sale de su país porque quiere. Uno se larga por esa persecución, por estar en un régimen que veía como comunista hasta a un militante de la Democracia Cristiana y por estar en constante peligro de ser asesinados.  Esto llevó a miles de chilenos a partir y quedar en el ostracismo por la persecución militarista de corte fascista de la dictadura de Pinochet.  En 2016 mi padre fallece a un mes de recibir su indemnización por exonerado  político y sin poder recuperar su dignidad mancillada por un grupo social que jamás tuvo lástima ni compasión por los detenidos-desaparecidos y menos por los otros chilenos que fuimos víctimas al tener que abandonar nuestros hogares.

Los herederos de Pinochet han demostraron su cero empatía y humanidad hacia las injusticias sociales. Crearon una farsa de ser los tigres de América Latina y esto se desmoronó con el estallido social de octubre de 2019. La explosión social en Chile es el resultado, principalmente, de las injusticias sociales creadas por un sistema económico amparado en la  Constitución de Pinochet  que favorecía a un grupo social ligado a los sectores más explotadores de la sociedad chilena. Grupos conservadores con un pensamiento al estilo supremacista blanco y una mentalidad de sentirse los dueños de un fundo llamado Chile. Esos  mismos grupos que tienen como filosofía dar limosnas a las clases bajas pues piensan que con un plato de porotos estarán felices y mansos. Mientras ellos gozaban de todo lo que sistema económico les retribuía gracias un neoliberalismo sin ningún control ético de la distribución de la riqueza.

Estos mismos que se preocupan del color de la piel de la gente y llaman " picantes" " rotos " " lumpen " a cualquiera que no pase su filtro deshumanizante y clasista. Los mismos que apoyan a Kast y otros aprendices ultranacionalista del señor de las fake news Donald Trump, el ídolo de la generación más llena de odio racista y xenófobo  que se ha visto desde Hitler.

Volviendo a la Embajada de Chile… Y en esos segundos al observar la papeleta, después de lo reflexionado, pensé en mi padre y mi madre y lo que es el auto exilio y su daño psicológico y social que trae consigo y me quedó claro donde debía marcar.  La venganza es un plato que se sirve frío.

La Constitución de 1980 no tuvo legitimidad pues fue creada en régimen antidemocrático y  por un dictador bajo una estructura inhumana que por medio del miedo y el bullying político influyó para que la gente votara por su aprobación. Donde se fundó un Estado y democracia vigilada que fortaleció  las bases de un estado más injusto de apartheid racista y clasista. Esta misma constitución siguió dañando al país por otros 30 años bajo los gobiernos posteriores que por su propio miedo a los militares y sus intereses políticos de casta hicieron casi nada para buscar un cambio de esta realidad.

La Constitución de 1980 representa el mal absoluto de un régimen que creo las condiciones para el crecimiento del  resentimiento social. Destruyó la empatía en Chile y convirtió a los chilenos en personas con odio que es trasversal en todos los niveles. Una toxicidad que se siente en el metro, los supermercados, en postas públicas y hospitales. Ese fue el logró de Pinochet y los militares chilenos. Destruyeron el interés por el otro, la empatía por los marginados y los apartados. Esa constitución nacida en medio de ese odio autoritario de Pinochet y su séquito de adoradores chupamedias, tenía que ser destruida.

Ahora hay que esperar si una nueva Constitución va reflejar lo que buscamos los moderados y no los extremistas de ideologías de la extrema izquierda. Donde el ser humano sea respetado y los derechos básicos como salud de calidad (no un paracetamol para un neumonía) vivienda de calidad (no cajas de fósforo) educación (moderna y ética) salarios dignos, (no sueldos para solo sobrevivir) y todo lo que necesita un ser humano para crecer y también hacer crecer a una sociedad en pos del desarrollo integral queden plasmadas en ese documento como un derecho en letra viva y no muerta.

Es hora de destruir los constructos sociales establecidos por la semántica del odio y clasismo donde el apellido, la zona de residencia, el modelo de auto , la ropa de marca y el fenotipo físico es lo que privilegia una sociedad chilena añeja y fracasada en la integración humana y empática hacia el otro.

El Chile que se debe construir es una sociedad sin racismo sin discriminación, sin clasismo y sin extremismos violentos donde la equidad y justicia social sea parte de la misión y visión de una Carta Magna. Espero que sea así aunque la historia actual de la democracia deja sus dudas entre las demagogias de la extrema derecha y la izquierda tóxica.

Este voto por el apruebo fue para recobrar la dignidad y las raíces robadas a mi recordado  padre que nunca dejó de luchar por el humanismo y por mi madre que juntos nos enseñaron la empatía hacia el otro y la búsqueda de vivir con ética en tiempos de egoísmos.

En toda fiesta siempre habrán colados

Desde el extranjero, algunas personas que no son chilenas creen que el triunfo del apruebo en Chile y lo que será la creación de una nueva Constitución es una victoria del comunismo internacional o del socialismo populista  del régimen de Venezuela. Esto debido a las  felicitaciones enviadas por líderes de la dictadura de Nicolás Maduro y su peón Evo Morales.

Nicolás Maduro es un dictador y demagogo eso ya es claro para aquellos que sabemos lo que es vivir en una dictadura como fue la chilena. Maduro siempre quiere sacar provecho político de victorias sobre sus enemigos ideológicos de la derecha continental y en especial en Chile o cualquier lugar del mundo donde puede nutrir su discurso de odio. Él sabe que el Partido Comunista de Chile es un buen perro faldero del chavismo y lo han demostrado negando que en Venezuela existan violaciones de derechos humanos o simplemente guardando silencio cómplice frente a las acciones contra la dignidad humana en ese país. Maduro ve más allá y puede percibir que su casi gemelo ideológico en Chile es Daniel Jadue. Comparten la visión comunista, el aborrecimiento a los Estados Unidos —Demócratas o Republicanos— y el odio racial hacia Israel y eso hace hermanos de sangre a los extremistas de izquierda del mundo.

El claro internacionalismo de la ultra izquierda (intervencionismo solo que un otro nombre más “progre”) es su forma de hacer política internacional. Siempre lo han realizado  para tomar victorias sociales globales de sectores progresistas y meterlo en su saco ya roto.

Obviamente se sabe que este plebiscito en Chile refleja la voluntad de cambiar una Constitución por parte de una sociedad diversa y no es un triunfo de la izquierda extremistas ni del Partido Comunista de Chile. Pero Maduro y todo su comparsa de la dictadura venezolana no tienen la menor dignidad y moral a la hora de saludar con sombrero ajeno. De ese régimen, se puede esperar cualquier acción en todos los niveles de la decadencia política actual. 

Así mismo que personas de esa ideología hayan votado por la opción del apruebo no convierte a otros sectores políticos y movimiento sociales en organizaciones de fachada del Partido Comunista o de teorías de la conspiración planeadas por el  genio de Maduro y Diosdado Cabello.

Conozco a varias amistades que saben muy bien que Venezuela es un régimen violador de derechos humanos y una democracia fallida condenado por la misma Michel Bachelet de la ONU y José Miguel Vivanco de Human Rights Watch. Personas de pensamiento progresista y también moderado que ven a esos regímenes  y especial la Constitución de Chávez como lo mismo que realizó Pinochet. Bueno es de mencionar que el régimen chavista lleva más tiempo en el poder que lo que estuvo Augusto Pinochet. También la dictadura cubana y casi atrás de ellos la dictadura en Nicaragua del exguerrillero sandinista Daniel Ortega.

Así que los alarmistas sobre que Maduro o el algún líder de la narco-guerrilla colombiana de las FARC salude la victoria del apruebo no es una demostración de la caída de Chile en manos de estas dictaduras.  Es solo propaganda típica de la extrema derecha llorona chilena y de sus socios en otros países. Lo de Maduro y de Evo Morales solo muestra el oportunismo de esos líderes al querer celebrar no sus victorias sino la de otros, pues ya no las tienen.  Por otro lado, si los militantes comunistas celebran este triunfo de la sociedad chilena como de ellos, muestra el mismo oportunismo típico de querer aprovechar la coyuntura política actual. Siempre lo han hecho y más ahora que buscan convertir en presidente a un sujeto seguidor de la demagogia de Nicolás Maduro, Evo Morales y cualquier otro populista de las dictaduras que tiene como referente Daniel Jadue en sus sueños con el baúl de Stalin.

Los comunistas del PC chileno tienen todo el derecho a celebrarlo, pues Chile no es un régimen dictatorial que ellos seguramente idealizan como es la dictadura de Venezuela y de Cuba donde la represión de Estado y violación de derechos humanos es una conducta ya tradicional como es también en China y Corea del Norte; otros de los grandes aliados ideológicos del Partido Comunista de Chile. Dejen a los comunistas celebrar con las estadísticas del conteo. Será lo más que podrá ver en números el señor Daniel Jadue y su partido político anacrónico.

En resumen yo voté apruebo  como muchos que no somos comunistas y ni tenemos la menor relación con sus instintos históricos de atornillarse en el poder por cuatro periodos mínimo.  Que se tengan las mismas visiones de una sociedad digna y con condiciones sociales de calidad para mejorar la vida de la ciudadanía y los derechos humanos no es monopolio del Partido Comunista de Chile y de ningún grupo de la izquierda radical. Repito, la defensa de los derechos humanos no es monopolio del Partido Comunista de Chile y de ningún grupo pro-totalitario de extrema izquierda. 

Es la finalidad de cualquier ser humano, con una visión humanista y anti-totalitaria, buscar la justicia social la cual debe ser la esencia de la acción política.  Es lo que debe regir la conducta humana social de personas con empatía hacia otros seres humanos que viven en la pobreza y sin oportunidades reales de mejorar su vida por efecto de un sistema donde lo humano es tan solo un valor de cambio monetario y mercados de segmentación. Eso es lo fundamental en estos tiempos de pestilencias virales y demagogos de la extrema izquierda o de la derecha reaccionaria.

Chile merece una nueva centro izquierda donde el humanismo y  la empatía hacia el otro sea el pilar de ideas renovadas y modernas y no ideas del pasado fracasado de la Unidad Popular donde el totalitarismo encubierto, la lucha de clases,  la matonería política y el discurso de revolución violenta del proletariado también fueron parte complementaria de la polarización que llevó a la radicalización de las posturas de las extremas, la división de Chile y el golpe de estado de 1973.