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Internacionales - Informe

Países del Triángulo Norte siguen entre los más violentos del mundo pese a disminución de homicidios

De acuerdo a un informe, entre El Salvador, Honduras y Guatemala se cometieron 16,000 asesinatos en el último año, cifra superada en el continente solo por México.

Homicidio de una mujer
Países del Triángulo Norte siguen entre los más violentos del mundo pese a disminución de homicidios

México fue en 2016 el país con más asesinatos del mundo por culpa del narcotráfico, superado sólo por Siria, informó este martes la organización IISS en su informe anual sobre conflictos presentado este martes.

"Los homicidios intencionados en México en 2016 fueron 23.000", superados sólo por los 60.000 de Siria, que vive una guerra civil, escribió Antonio Sampaio, experto del Instituto de Estudios Estratégicos (IISS, según sus siglas en inglés), una organización especializada en Defensa y conflictos con sede en Londres.

"Es muy raro que la violencia criminal alcance los niveles de un conflicto armado. Pero es lo que ocurrió en el Triángulo Norte de Centroamérica (Honduras, Guatemala y El Salvador), y, especialmente, México", añadió.

En los tres países centroamericanos mencionados, la cifra combinada de asesinatos fue de 16.000.

Si bien el informe constata una reducción de las tasas de homicidios en esos países centroamericanos, no fue el caso de México, donde aumentaron un 11% entre 2015 y 2016. 

El origen de semejante violencia se remonta a la decisión del presidente Felipe Calderón de declarar, en diciembre de 2006, la guerra al narcotráfico e implicar al ejército en ella: "el conflicto resultante trajo la miseria a México", afirma Sampaio.

El aumento de la violencia constatado en el último año estuvo motivado por la carrera armamentística entre carteles, "con los grupos criminales buscando los instrumentos más efectivos de intimidación contra los rivales y el Estado", explicó Sampaio.

"El objetivo de estas bandas es la autonomía, sobre territorios urbanos y actividades económicas ilícitas, como el tráfico de cocaína, la producción de heroína y, cada vez más, los laboratorios de drogas sintéticas".

Todo ello, con un trasfondo de "debilidad institucional y corrupción generalizada que ha infestado al Estado mexicano".

En el capítulo de recomendaciones, Sampaio afirma que "México necesita rapidez y políticas innovadoras si va a cambiar su estrategia de seguridad".

Recordando la reducción de la violencia en la última década en ciudades latinoamericanas como Medellín y Río de Janeiro, el autor recomienda aplicar "políticas multidimensionales", que impliquen un esfuerzo militar, de las fuerzas de seguridad, la justicia, de planificación urbana, infraestructura y tecnología.

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