Jorge Ernesto Ulloa Sibrián, mejor conocido como “Repollo”, se valió de gente humilde y necesitada de dinero para mover cocaína por diferentes países de Centroamérica en viajes que se cotizaban en un millón de dólares cada uno y que se realizaban en vehículos modificados con compartimentos secretos.

Durante varios años, el carpintero Orlando de Jesús Argueta fue pieza clave de las operaciones de la banda liderada por Ulloa Sibrián, quien le había asignado un pago de $5 mil por elaborar caletas (escondites) que colocaban en el motor de diferentes vehículos.

Guillermo Paz Serrano, quien dice se dedicaba a la venta de minutas, y José Gilberto Hernández eran los otros dos que le ayudaban a Argueta a crear los espacios.

Ulloa Sibrián, conocedor de autos, utilizaba vehículos fabricados antes de 1985, esto debido a que no contaban con el sistema de inyección y tenían más espacios en el motor, es decir que había mayor facilidad de modificarlos y ocultar ilícitos en su interior.

Los vehículos modificados eran conducidos por Carmen del Socorro de Morán, quien se desplazaba junto a su esposo por rutas que le eran asignadas por el agente policial Rubilio O. a quien “el Repollo” conoció luego de la primer investigación que se giró en su contra y que convenció de ayudarlo a cambio de dinero. El papel de Rubilio O. era prevenir a la estructura de retenes que se colocaban en las carreteras y así pudieran evadirlos.

Según la Fiscalía, Morán incluso llegó a pegarse a su cuerpo parte del dinero que movilizaba junto a su compañero de vida, quien ya paga una condena por delitos atribuidos a la estructura de “Repollo”.

De Morán, de 60 años, también fue señalada por los testigos como responsable de mover droga en una cantidad no especificada de viajes.

Durante la lectura de la sentencia, la mujer irrumpió el protocolo y entre lágrimas le gritó al juez Alejandro Guevara: “Eso no es cierto”. Sin inmutarse, el juzgador le respondió; “Usted ya no puede hablar”.

En la tercera vista pública realizada contra estos cinco colaboradores de Ulloa Sibrián, la Fiscalía logró la condena para cuatro de ellos, quienes pasarán los próximos diez años en prisión por el delito de tráfico ilícito de drogas.

El error de la Fiscalía

La única persona absuelta en este proceso es el agente Rubilio O., quien a criterio del tribunal fue señalado por un delito incorrecto ya que la calificación que se le dio fue de conspiración, cuando el juzgador consideró que sus actos son atribuibles a cohecho activo.

El policía conoció a Ulloa Sibrián luego de que Edildo Alfredo Martínez interpusiera una denuncia en la que detallaba la forma de operar del narcotraficante.

Ulloa Sibrián se negaba a pagarle el dinero que le adeudaba a Martínez debido a que este se había apropiado de un camión con dinero, algo que provocó que este interpusiera la denuncia que fue recibida por Rubilio O.

El agente policial en lugar de proceder con la investigación contra el capo lo buscó para hacer negocios con él y recibir dinero a cambio de la información que se tenía en contra de su estructura.

Pese a esta información el tribunal decretó sobresimiento definitivo contra el agente, pero recomendó a la Fiscalía abrir una nueva investigación en su contra.