Jazmín R., una joven de 18 años de edad, caminaba junto a su hermana hacia un estacionamiento ubicado en la colonia Alta Vista, en Ilopango, la tarde del 22 de abril de 2016 cuando de repente un carro con placas particulares y color gris se detuvo frente a ambas.

Del automotor se bajaron dos sujetos, mientras otros dos más –ente ellos el conductor- se encontraban esperando en el interior de este.

Bajo amenazas hechas con un arma de fuego y tras utilizar la fuerza, lograron meter a Jasmín en el carro, pero no así a su hermana, quien logró huir y esconderse durante 10 minutos en una casa de la zona.

En contra de los nervios causados por el susto, “Cielo” (clave con la que se le conoce por ser una testigo criteriada) corrió hacia la vivienda en donde residía junto a la víctima y la madre de ambas, a quien le llegó a alertar sobre lo sucedido minutos antes.

Las dos decidieron dirigirse a la Delegación de la Policía Nacional Civil (PNC) de Altavista para interponer la denuncia de la privación de libertad cometida en contra de su familiar.

Mientras ellas narraban los hechos, sobre todo “Cielo” por haber presenciado la acción cometida por los sujetos que pertenecen a la pandilla 18, lograron escuchar que los agentes policiales recibieron una alerta sobre el hallazgo de un cadáver.

Los policías que se encontraban en la delegación implementaron un despliegue sobre la Carretera de Oro, sitio de donde surgió una alerta al conocerse que unos sujetos lanzaron el cuerpo sin vida de una mujer, a la altura del kilómetro cuatro y medio.

El presentimiento de que podía ser su hija llevó a que la mujer solicitara apoyo por parte de los agentes, así que pidió que la trasladaran junto a “Celeste” hacia el lugar en donde reportaban el hecho.

No se equivocó. Tras bajarse de la patrulla policial, logró observar que el cuerpo abandonado en la carretera pertenecía al de su hija de 18 años.

Durante el reconocimiento hecho por los forenses del Instituto de Medicina Legal (ILM), se confirmó que la víctima había sido torturada, que alrededor de su cuello tenía un lazo de nailon color azul que estaba ensangrentado tras romper su piel y había sido golpeada en varias partes de su cuerpo. Además presentaba disparos de arma de fuego en su cabeza.

Condenados

Minutos después y gracias a la descripción de los sujetos hechas por “Celeste”, la PNC logró capturar a los cuatro sujetos, dos de ellos menores de edad, que se conducían en el mismo vehículo en donde Jazmín fue obligada a entrar antes de ser asesinada.

Los policías lograron detener a los imputados sobre el bulevar San Bartolo, luego de una persecución. En el interior del carro se encontraron casquillos, municiones y el arma utilizada para matar a la joven.

Los hombres, dos de ellos identificados como Carlos Antonio Hernández Morán y William Antonio Ramírez Hernández, portaban sangre de la víctima en sus ropas. Esto fue confirmado cuando IML realizó un tamizaje.

Hernández Morán, de 36 años de edad, y quien dijo ante la jueza del Tribunal 4° de Sentencia se dedicaba a hacer viajes en un taxi pirata; mientras que Ramírez Hernández, a la panadería.

Pese a que la FGR ya no pudo contactar con “Celeste”, la jueza consideró válidas las pruebas científicas, como de ADN y la balística, para poder dictaminar un fallo condenatorio en contra de los dos adultos procesados.

Hernández Morán y Ramírez Hernández fueron condenados a 15 años de prisión por el delito de homicidio simple cometido en perjuicio de la joven.