La tarde del 14 de noviembre de 2016, Carolina Salinas envió a su hija Veralí, de 11 años, a la tienda a comprar unos huevos y unos tomates para la cena. Nunca se imaginó que eso le cambiaría la vida a su hija, pues unos amigos de la familia la esperaron en el camino para atacarla. Un golpe en la cabeza estuvo a punto de matarla.

Eran alrededor de las 5:30 de la tarde, cuando Veralí caminaba desde la tienda en las cercanías de su casa, ubicada en el caserío La Línea, a un costado de la carretera a Quezaltepeque, del municipio de Nejapa.

En el camino, dos personas la detuvieron. Eran Ronald Monge y Reyna Miranda, una pareja a las que su padre les había dado posada unos meses atrás, pero por problemas con su madre los habían terminado echando. Ella los conoció, pero no les tuvo miedo, a pesar de que parecía que estaban escondiéndose para emboscarla.

“Hoy sí te voy a matar”, asegura la menor que le dijo Ronald, al tiempo que la golpeó en la cabeza. No recuerda si fue un machete o fue una pala de madera para menear maíz. Lo que sí recuerda es la sangre saliendo a borbotones de su cabeza y deslizándose por su rostro.

Ella cuenta, a través de su testimonio en cámara Gesell, cómo ambos sujetos huyeron del lugar y cómo ella cayó al suelo sin mayor fuerza. Se arrastró como pudo y recuerda haber pensado: “Yo no me quería morir en la calle, me quería morir en la casa”. Eso le dio fuerza para arrastrarse lo más que pudo por el suelo.

¿Atropellada o golpeada?

Sin embargo, ya no pudo más. Quedó tendida a un lado de la carretera. Al tiempo uno de sus amigos, un vecino a quienes todos conocen como Armando, la encontró tirada en la calle y fue a notificarle a su madre.

Carolina echaba tortillas en la casa cuando el niño le contó que su hija estaba herida, tirada en la calle. No le creyó. Debido a la insistencia del menor, decidió mandar al hermano mayor de Veralí. “Mamá, a  Veralí la atropelló un carro”, le dijo su hijo después de ver a la niña.

La señora salió despavorida de su casa para tratar de auxiliar a la menor. Reconoce que en un principio como la vieron ensangrentada, boca abajo, se imaginaron que la habían atropellado. La menor yacía inconsciente y sin poder contar lo que había sucedido.

Con la niña en brazos, Carolina pidió ayuda y finalmente logró que la trasladaran a la Cruz Roja de Apopa. Ahí la entubaron y la despacharon para el Hospital Nacional de Niños Benjamín Bloom, donde recibió todas las atenciones.

A los tres días del hecho, Veralí recuperó la conciencia. Lo primero que hizo fue pedirle a su madre que la llevara al baño. Al estar ahí la menor se vio en el espejo y notó su cabello rapado. Le preguntó a su madre qué había pasado y esta le dijo que era porque se había caído. La menor le negó esa versión y comenzó a contarle que Ronald y Reyna le habían atacado.

Al ser cuestionada por qué apareció en la calle la menor le dijo: “Yo no me quería morir en la calle, me quería morir en la casa”. Sin embargo, no podía recordar si había sido un machete o una pala para menear maíz. Lo cierto es que Veralí acusaba a las dos personas de haberla atacado.

Carolina recordó que un médico también le había dicho que le parecía extraña la versión del atropello, pues si hubiera sido así hubiese tenido más lesiones o incluso fracturas.

Los padres de la menor en ese mismo momento interpusieron la denuncia en contra de ambas personas. Por ahora, Ronald está siendo procesado por ser el principal sospecho de intento de homicidio en contra de la menor en el Tribunal Sexto de Sentencia de San Salvador.

El juicio dio inicio este 12 de septiembre. Sin embargo, fue reprogramada para continuar el 19 de septiembre debido a que la defensa quiere interrogar al perito sobre las lesiones de la menor, para determinar si fueron provocadas por un vehículo, una caída o un golpe contundente.