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Negocios - Panamá

El Canal de Panamá se atasca de embarcaciones por grave sequía

El comercio mundial prevé una subida de precios en muchos productos que son transportados a través del canal.
Canal de Panamá
Foto EST/Cortesía
El Canal de Panamá se atasca de embarcaciones por grave sequía

Un video de decenas y decenas de barcos flotando en los alrededores del Canal de Panamá a la espera de poder cruzarlo atrajo gran atención la semana pasada cuando circuló por redes sociales.

La imagen no es inédita, ya que cualquiera que haya volado a Ciudad de Panamá ha podido observar con frecuencia grupos de buques a la espera de su turno para pasar del océano Pacífico al Atlántico, o viceversa.

Lo llamativo en esta ocasión era el número de embarcaciones: este lunes 21 de agosto ascendía a 132 sumando las de ambos lados del canal, cuando “bajo condiciones regulares” la cifra es de 90, según un comunicado enviado a BBC Mundo por la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). Este miércoles 23, el número ya había disminuido a 124.

La mayoría son buques graneleros de carga general como carbón y mineral de hierro o algunos gaseros que no pudieron reservar su lugar para el tránsito dado que suelen conocer sus rutas con poca antelación, al contrario que la mayoría de portacontenedores.

“El Canal de Panamá es un gran desastre estos días. 20 días haciendo cola no tiene precedentes en esta época del año”, dijo el pasado viernes Øystein Kalleklev, director ejecutivo de la empresa Avance Gas, al diario The Wall Street Journal, que cifró en más de 200 los barcos que estaban ese día a la espera.

Este miércoles, sin embargo, los datos oficiales del canal mostraban que la mitad no llevaba más de tres días aguardando poder cruzar.

Otros 15 estaban desde hace más de una semana en la zona y solo uno de ellos esperaba su autorización desde hace 14 días. La ACP calcula que para este mes el tiempo promedio de espera será de entre nueve y 11 días.

“El asunto es que cuando uno ve desde el aire la cantidad de buques parece que todos van a transitar por el canal, y aunque son la mayoría, no siempre es así. Hay otros que van para el puerto y otros fondeados en el área que solo esperan avituallamiento, abastecimiento de combustible, cambio de tripulación…”, matiza Jorge Quijano, exadministrador del canal.

Quien dirigiera la ACP entre 2012 y 2019 asegura que ya vio en el pasado imágenes semejantes a la congestión actual de barcos, pero reconoce que el motivo en esta ocasión es diferente.

“Ya habíamos desarrollado estos niveles de cola (de barcos) por cuestiones de mantenimiento en el canal, pero lo que diría que es inédito es que esta vez es una situación forzada que se debe a la escasez de agua”, le dice a BBC Mundo.

Impacto económico

Estas medidas, como es de esperar, ya tienen un claro impacto económico en todos los actores relacionados con el canal.

El primero es la propia ACP, cuyo administrador, Ricaurte Vásquez, reconoció hace unas semanas que sus ingresos en 2024 caerán en unos $200 millones a causa de las restricciones.

Los segundos afectados son las empresas dueñas de los barcos que, en algunos casos, han comenzado a explorar rutas más lejanas —y costosas— como el canal de Suez o rodear el cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica.

Los que siguen utilizando el canal centroamericano se enfrentan a un costo extra por cada día de espera.

“A un buque portacontenedores de 15,000 TEUs —la unidad de medida de capacidad para contenedores equivalente a 6.1 m— le cuesta el alquiler diario alrededor de $45,000, por lo que estar ahí esperando le podría suponer hasta un 40 o 50 por ciento más de lo que le costaría atravesar el canal”, ejemplifica el exadministrador Quijano.

Otra opción para estas empresas es la de participar en subastas para adquirir uno de los limitados puestos de reserva con el que garantizar su tránsito más rápido, pero por lo que se han llegado a pagar cifras cercanas a $1 millón en algunos casos.

Además, hay que recordar que las restricciones actuales sobre el calado máximo de los barcos también les obliga a limitar la carga que pueden transportar a través de la vía y, por lo tanto, buscar alternativas.

“Un buque puede entonces ir al puerto y bajar unos mil contenedores, lo que no es algo inusual, pasarlos por el ferrocarril y recogerlos en el otro lado. Eso le puede costar en torno a $1 millón, lo que se puede traducir en unos $750 extra por contenedor que alguien va a tener que asumir”, explica.

Ese “alguien”, como es previsible, es el consumidor final de esos productos transportados.

Los $750 adicionales se dividirán entre el coste de cada artículo de ese contenedor, lo que encarecerá su precio final de venta con un impacto mayor para objetos de grandes dimensiones (como electrodomésticos o grandes muebles) porque caben menos unidades en dicho contenedor, explica Quijano.

El destino de estos productos no se reduce a Norteamérica, sino que prácticamente llegan a todo el planeta.

Según Bloomberg, el 40% de los contenedores enviados de Asia a Europa también pasan por el Canal de Panamá. En total, por este punto transitan cada año unos 500 millones de toneladas de carga, según datos de la ACP.

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