La plaza Morazán en el centro de San Salvador fue inundada de cyan. Con trompetas y coros sin cesar, banderas ondeantes y consignas de alegría así fue como cientos de personas  esperaban la llegada del nuevo presidente electo de El Salvador: Nayib Bukele.

Eran un poco más de las 10:00 de la noche, cuando de pronto la canción de “Viva la vida” de la banda británica Coldplay, interrumpió para que, por las escaleras traseras de la tarima, apareciera Bukele junto con su esposa Gabriela. Ese fue el momento exacto cuando el centro estalló con un furor que, que posiblemente, no se había conocido desde que se celebró los Acuerdos de Paz en 1992.

“¡Ganamos, ganamos!”, “¡Nayib, Nayib!”, “¡Esta vez haremos historia!”, eran algunos de los gritos que comenzaban a sonar dentro del grupo apiñado. Los que estaban ahí se hacían hacia atrás para tomar aire y hacer que su voz se escuchara entre la música.

Con su mano levantada para celebrar su triunfo, se desplazó en toda la tarima mientras que sus espectadores subían sus teléfonos celulares para captar ese momento.

“¡Sí, se pudo!”, corearon una y otra vez sin cansancio. “Claro que se pudo”, les contestó sonriendo mientras la ovación era prolongaba por varios minutos.

“Este día es histórico para nuestro país. Este día El Salvador destruyó el bipartidismo, pasamos por fin, después de 27 años de firmados los Acuerdos de Paz, este día pasamos la página de la posguerra. Hemos ganado masivamente, con más votos que ARENA y el FMLN juntos. Ganamos en todos los departamentos del país. Dijimos que haríamos historia, y lo hicimos”, señaló frente a la masa exaltada.

Mientras él daba su discurso, más personas se iban sumando a la ya apretada masa de personas. Mujeres y hombres de todas las edades exclamaban su apoyo. Muchos de ellos levantaban sus jugos enlatados y otros, al margen de la ley, levantaban sus latas de cerveza mientras saltaban de felicidad juntos con sus amigos.

Dentro de estos estaba Antonio Palacios, de 30 años de edad, quien llegó disfrazado de musulmán para brindar su apoyo a Bukele, ya que durante la campaña electoral muchos de sus detractores quisieron hacer creer que el hecho de provenir de una familia con “raíces del medio oriente” era sinónimo de maldad.

“Hay mucha discriminación, yo estoy haciendo esto porque es la vestimenta de ellos (musulmanes). (Bukele) no es sangre de El Salvador pero no es burla”, señaló lanzado una risa al mismo tiempo que sus amigos le echaban porras. Así como este "musulmán" habían otros más. 

Metros adelante Bukele seguía hablando. “Este movimiento es del pueblo salvadoreño. No nos pertenece a nosotros, les pertenece a ustedes que pueden hacer de él lo que ustedes quieran. Cuenten con este servidor como un miembro más de este movimiento. Si nos toca marchar, pues marchamos. A partir de ahora trabajaré para construir ese país que hemos soñado”, señaló casi perdiendo el aire.

Sus primeras palabras de ganador

Una hora atrás el proclamado presidente, dio sus primeras declaraciones ante los medios y otros grupo de sus seguidores que le acompañaban. 

En su escueto discurso de casi cinco minutos se proclamó presidente con una sonrisa y su típica pose formando un cuatro con sus piernas en el pódium.

"En este momento podemos anunciar con toda certeza que hemos ganado la presidencia de la República", con la incredulidad de quién aún no ha asimilado todo el peso de las palabras que está diciendo. Rodeado de aplausos señaló que este sería el fin del bipartidismo y con ello se ha "pasado la página de la posguerra". 

Los aplausos invadieron el pequeño salón de un hotel capitalino mientras que afuera lanzaban pólvora y sonaban batucadas. 

Ahí, anunció que la celebración serian en la plaza Morazán, en el centro histórico, uno de los lugares emblema de la administración de Bukele cuando fue alcalde capitalino. 

Los testigos de la plaza

Sentados en pequeñas sillas y en medio de toda la gente se encontraban Óscar y Alejandra. Ellos son un matrimonio de comerciantes de comida desde que eran niños y fue en este mismo parque donde aprendieron a ganarse la vida. Cuando se les preguntó sobre qué opinaban del recién electo presidente ambos hicieron mala cara.

“No me parece. Aquí no se cree nada porque es lo mismo. Este es un partido (GANA) que vino de abajo, así como lo hizo el FMLN, lo hizo solo para abastecerse de la gente pobre”, dijo con desprecio. El matrimonio tiene una venta de sándwich y lo comercializaban antes de que Bukele en sus funciones de alcalde remodelara el centro histórico.

“Si no trabajamos no comemos.  Aquí nadie le va a venir vaya tome esto, la gente es que se deja dar paja”, señaló mientras lanzaba sus manos al iré. Tanto Óscar como Alejandra no fueron a votar.

Metros adelante estaba Carlos, de 37 años, que acompañada de Cecilia de sus dos hijas pequeñas ofrecían camisas con el nombre de Bukele y el logo de la bandera de GANA al precio de $5. Él es un pequeño comerciante de artículos de símbolos e íconos de la historia de la derecha como el “Ché” Guevara, Fidel Castro e incluso Shafick Handal.

Comentó que cuando tenía 12 años observó cómo miles de personas celebraban los Acuerdos de Paz una cuadra más arriba. “La sensación es la misma lo único que cambia es el tiempo”, dijo.

Al otro lado del parque, Bukele seguía hablando. “Hoy le enviamos un mensaje a todos los partidos políticos que el pueblo es mayor que la sumatoria de todos ellos. Dijeron que era imposible… lo que se les olvidó es que teníamos lo más importante: el corazón del pueblo salvadoreño”. Los tambores y trompetas interrumpieron una y otra vez. 

Muchos de los seguidores del candidato se esmeraron para llevar su imaginación al máximo, ya que uno de ellos se visitó de una muerte celeste que jalaba dos ataúdes con las banderas del FMLN y ARENA pintados en la parte superior. Las personas al verlo se asombraban y detenían el paso para tomarse fotografías.

Pero el que se llevó el premio de la imaginación fue un títere que asemejaba de Bukele, quien minutos antes de que el verdadero llegara a los escenarios se había apoderado del ambiente y era ovacionado por las personas. “¡Eh!, ¡Eh!”, coreaban mientras el muñeco se movía de un lado a otro.

Eran cientos de personas que se apuñaban celebrando a su líder. El color cyan, característico del ahora presidente, dominó en las encuestas y ahora en las urnas sobre sus contrincantes con el partido GANA, que le abrió las puertas para llegar al poder presidencial. 

En ninguno de los dos eventos públicos, el candidato ganador estuvo acompañado de miembros del partido que lo llevó al poder y tampoco ninguna bandera naranja ondeaba en la plaza. Sin embargo, en medios de su discurso este agradeció por la apertura.