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Política - Expedición a China 2018, primer contacto

China: No exportamos nuestra ideología y jamás tomaremos a El Salvador como nuestro patio trasero

Episodio 2. Los chinos han dejado claro que sin importar si en 2019 gana Carlos Calleja, Hugo Martínez o Nayib Bukele, las relaciones entre ambos pueblos van a continuar.

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Salón de honor del complejo Diaoyutai, Beijing. Foto cortesía de Carlos Figueroa.
China: No exportamos nuestra ideología y jamás tomaremos a El Salvador como nuestro patio trasero

—Nosotros buscamos debilitar la posición de Taiwán y que los países se pasen al lado correcto de la historia. No hemos abierto relaciones diplomáticas con El Salvador porque es el FMLN quien está gobernando, eso para nosotros es irrelevante, sea quien sea el que gobierne vamos a aumentar nuestra cooperación.

La frase no deja dudas. Es del vicecanciller Qin Gang, quien en el salón de honor del complejo Diaoyutai recibe a la delegación de periodistas y de funcionarios salvadoreños en este primer periplo hacia China.

En ese salón han pasado grandes personajes de la historia mundial. Es donde se recibe a los visitantes notables.

Es un salón amplio, perfecto para fotos oficiales, con un medallón de madera al fondo y unas sillas con forro de seda amarilla a los laterales. Es muy alto y las personas parecen muy pequeñas. Dudo que esté diseñado así al azar; más bien pienso que es a propósito, para que el individuo quede minimizado y el Estado sea el protagonista.

Y en esas mismas sillas donde se ha sentado gente como Fidel Castro y su comitiva es que el alto funcionario chino pronuncia la frase con que se inició esta nota.

En ese salón, en la silla izquierda está el vicecanciller; a su derecha está Steven Kawas, jefe de la misión salvadoreña de funcionarios.

Kawas asiente protocolariamente la frase del chino. E incluso se mantiene en posición incólume cuando el anfitrión suelta otro de sus potentes enunciados.

“No nos importan los resultados de las elecciones de 2019 en En El Salvador, porque esto (lo de las relaciones diplomáticas) va a continuar. Es irresponsable que haya especulación sobre las relaciones de ambos pueblos”.

Sin duda en China se leen al dedillo las noticias que sobre el tema se publican en El Salvador. Línea por línea; lo comprobamos porque mencionan lo que ha dicho la embajadora de Estados Unidos en nuestro país, y cuando deslizan frases que más bien parecen respuestas a lo que opinan algunos políticos de la oposición salvadoreña.

En esta reunión Qin Gang se ha tomado el tiempo para explicar por qué China es una y Taiwán es un mero gobierno sin el amparo legal ni el apoyo internacional. Incluso, menciona que países como Estados Unidos han reconocido al gobierno de Beijing como el oficial desde los años 70.

Sobre el hecho que no es debido al FMLN que se comenzó esta diplomacia Qin felicita, sin embargo, a nuestro país porque “es una decisión histórica… que llegó tarde, pero llegó”.

Y ahí, en ese mismo salón donde El Salvador puso fin a décadas de amor político-financiero con Taiwán, se confirma que —por ejemplo— el café salvadoreño será uno de los productos de vanguardia para el mercado chino, y que el conocimiento mutuo “es la piedra angular para el desarrollo de nuestra amistad.

Qin es amplio en sus respuestas, y en su disertación nos da su cátedra sobre la historia política china, antes de hacernos pasar al banquete.

Y como no tuve la oportunidad de hacerle preguntas en ese momento, debí a esperar a que en la mesa redonda y atendidos por serviciales camareras (de esas que ya quisiéramos que existieran en los restaurantes salvadoreños) hubiera un espacio. Y lo hubo.

—Es que muchos salvadoreños no entendemos. Si somos un país tan pequeño, por qué China se interesa tanto en tener diplomacia con nosotros. ¿Es por la ubicación geográfica?

—Si usted me está haciendo esa pregunta yo se la podría hacer también. Dígame ¿por qué la ubicación geográfica nos habría de interesar a nosotros?

Como periodista uno conoce esas tácticas de cuando una fuente se incomoda y te responde con la misma pregunta (me pasó con Fabio Castillo, Cristiani y otro par de políticos salvadoreños durante más de alguna entrevista). Y aunque era tentador quedarse callado o buscar otra pregunta, decidí picar el anzuelo:

—Posiblemente porque les interese hacer un puerto en el Golfo de Fonseca. O posiblemente para tener un lugar desde donde abrir un canal seco hasta el Atlántico… o posiblemente para tener una base diplomática más cerca de Estados Unidos y de países que todavía no tienen relaciones con ustedes —le respondí.

Condescendiente, el vicecanciller deja en evidencia que no es en balde que desde los 20 años forma parte del Partido Comunista y que algo (por supuesto que mucho) habrá aprendido en los lances con los medios de comunicación internacionales.

—Nosotros no buscamos a nuestros amigos por su tamaño o por dónde estén ubicados.

Era una respuesta previsible. Lo que no me esperaba es la frase que dijo a continuación: “A diferencia de otros países, nosotros nunca vamos a ver a El Salvador como nuestro patio trasero”.

—¿Se refiere a Estados Unidos?

—Nosotros no exportamos nuestra ideología, y tampoco nos metemos en los problemas políticos de nuestros amigos.

Y agrega que lo de hacer un puerto en La Unión es algo que ya comenzó Japón y que además, si ese fuera el caso, sería una empresa privada la interesada.

—¿Descarta usted entonces que como Estado China vaya a construir el Puerto La Unión?

—Sí. ¿O es que acaso ustedes creen que en China no hay empresas privada?

La pregunta de Qin toca el ego. Y esta vez decido que sea él quien se vea obligado a picar el anzuelo:

—Sí, sabemos que hay empresarios chinos. Lo que quiera saber es si ustedes tienen presos políticos en China.

Me vuelve a ver y, deportivamente, responde: No, no tenemos presos políticos.

Después del lance, un colega toma la palabra. Se trata de uno de los dos cineastas que vienen en la expedición: el iconoclasta Santiago Gutiérrez, cuya pregunta francamente no recuerdo a esta hora en que escribo la nota, en el piso 19 del Crowne Plaza de Beijing.

Hora y media después del párrafo anterior, me encuentro a Santiago en el sexto piso del hotel, que alberga el enorme restaurante para tomar el desayuno y le pregunto si recuerda algo de aquel banquete y las preguntas.

Me responde que sí, y que no fue solo una pregunta que introdujo en la conversación.

—Es que cuando él nos dijo que si no sabíamos que había empresa privada en China yo le dije: “Sí, ya sabemos que hay empresarios, y empresarios buenos y empresarios 'malos'”.

Santiago lo mantiene fresco en su memoria. Y entonces comienzo a recordar que el cineasta fue más allá y le dijo al funcionario: —Y le digo que hay empresarios "malos" (hace la seña de comillas con los dedos) porque también nos dimos cuenta que el canal interoceánico que le ofrecieron a Nicaragua no se hizo porque, según nuestras informaciones, el empresario que lo ofreció no tenía dinero.

Cuando le dijo eso, el vicecanciller dijo que se habían dado cuenta de esa oferta —la del canal interoceánico ofrecido a Nicaragua— por medio de las noticias.

Y fue entonces que Santiago le dijo, equilibrando el ambiente, que también era evidente que había empresarios buenos.

—Por ejemplo, fíjese que hoy desde el bus vimos un Ferrari. Ese creo que debe ser de un empresario bueno, porque no creo que le pertenezca a un funcionario chino.

Al escuchar esto Qin comienza a sonreír distendiendo el protocolo.

Cuando recordamos esto frente al desayuno que nos ha de mantener las energías antes de visitar la Ciudad Prohibida, Rigoberto Chinchilla (presidente de la APES y periodista de larga trayectoria en radio), siempre acucioso y, esta vez vestido con una tradicional camisa de corte chino de seda azul, aprovecha para dar su aporte:

—Ya que vas a ir a actualizar la nota deberías ponerle algo de chilito: He leído esta mañana que El Vaticano ha aceptado abrir relaciones diplomáticas con China.

Francisco Valencia, el sensei del periodismo de izquierda salvadoreña, que también nos acompaña, se sorprende con lo que dice Rigoberto y mientras él intenta bajar una aplicación me dirijo a la habitación para actualizar esta nota.

Y es entonces cuando leo en El País, de España: “... China y El Vaticano han firmado un acuerdo histórico que acerca definitivamente el deshielo de las relaciones diplomáticas, rotas desde 1951... se pone fin así a las dos iglesias que convivían hasta la fecha: la oficial y la clandestina. A cambio, Pekín reconoce al Papa como jefe único”.

Al leer esto solo imagino qué opinará al respecto la oposición política salvadoreña enquistada en el Opus Dei... y la recalcitrante izquierda vernácula cuando vea que su amiga China (a la que muchos desean atea) ha desentrampado el nudo gordiano con los católicos.

vicecanciller chino

El vicecanciller chino le ve futuro al café salvadoreño en el mercado oriental. A su izquierda, Franklin Martínez, jefe de gabinete del vicepresidente Óscar Ortiz; a la derecha, el periodista Javier Menjívar, del canal Gentevé.

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