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Política - Columna de opinión

Munguía Payés y Hato Hasbún deben responder por desastre en seguridad pública

Desde que el FMLN llegó al gobierno en 2009 y hasta ahora, las caras más visibles en la política de seguridad han sido David Munguía Payés, quien conoce muy bien la diferencia entre la estrategia y la táctica, y Hato Hasbún, quien puede ignorar con plenitud supina lo que sea la estrategia y la táctica.  

 

Geovani Galeas
Munguía Payés y Hato Hasbún deben responder por desastre en seguridad pública

La famosa “tregua” fracasó porque se basaba en un pacto entre el Estado y los criminales, y solo se pacta con el enemigo cuando se reconoce la incapacidad de vencerlo. Cuando el Estado asume esa impotencia, el criminal deja de ser el enemigo que causa el problema y asciende a la dignidad de aliado como parte constitutiva de la solución. Pero todo eso es un engaño.

Una vez formalizada “la tregua”, el promedio de homicidios diarios descendió de inmediato hasta en un 50%; sin embargo, como esa reducción no dependía de la fuerza del Estado, sino de la voluntad de los criminales, podía revertirse cuando estos lo quisieran. Y así ocurrió, con el agravante de que, en el ínterin, los criminales se fortalecieron gracias a todos los beneficios que les otorgó el Estado a cambio del “favor” de matar un poco menos.

Desde que el FMLN llegó al gobierno en 2009 y hasta ahora, las caras más visibles en la política de seguridad han sido David Munguía Payés y Hato Hasbún. El primero como ministro de Defensa, de Seguridad y otra vez de Defensa; el segundo, como delegado presidencial para todo lo importante excepto, por el momento al menos, de la comisión de coros y danzas.  
 
El general Munguía Payés conoce muy bien la diferencia entre la estrategia y la táctica. La estrategia es el diseño de una secuencia de pasos articulados en fases sucesivas para derrotar al enemigo. La táctica opera en la implementación concreta de cada uno de esos pasos. Por su parte, el licenciado Hasbún, no habiendo sido nunca ni guerrillero ni militar, puede ignorar con plenitud supina lo que sea la estrategia y la táctica.  

Pues bien, como confeso padre de “la tregua”, según lo publicado en su momento por diversos medios, y si nos atenemos a la realidad de los hechos y no a presuntas intenciones personales, Munguía Payés no se propuso como objetivo la derrota estratégica de los grupos criminales, sino solo una simple y huérfana variación táctica con el propósito de reducir homicidios.

Pero, como ya he señalado, para eso era necesario que los criminales dejaran de ser sus enemigos y se convirtieran en sus aliados. Después de todo, si se estima que los pandilleros y su entorno cómplice suman algo más de un par de centenas de miles, y si se calcula que esa considerable cifra puede traducirse en votos, contar con su simpatía no está nada mal para quien tenga o tuviera altas aspiraciones política. Y en este punto no hay ninguna necesidad de agregar mayores explicaciones. 
  
Por su parte, en su condición de ignorante en los requerimientos más básicos del combate, y por añadidura ocupadísimo en tantísimas delegaciones del más alto nivel, el licenciado Hasbún no está obligado a saber que, para cumplir su misión en la batalla contra el crimen, los policías y los soldados necesitan más más balas, patrullas, combustible y equipamiento, que marchas y otros muchos eventos simbólicos de rogativas por la paz. 
 
Y tampoco está obligado a saber que el dinero de los planes preventivos asistencialistas, derramado en las zonas donde el control efectivo del territorio, no lo tiene el Estado sino los criminales, son estos últimos los que lo usufructúan en su propio beneficio. Reitero, pues, sin la menor sombra de ironía, que el licenciado Hasbún no tiene por qué ser un experto en materia de seguridad pública, esa cosa tan incómoda que a menudo tiene que ver con pistolas y sudor y sangre, pero igualmente afirmo con todo respeto que, como sentencia la sabiduría popular, “mucho ayuda quien no estorba”. 

No tengo ningún problema en admitir la posibilidad de que algunas de mis inferencias personales sean erróneas o injustas, y que si tal extremo se comprobara objetivamente estaría dispuesto a disculparme y retractarme de lo dicho. Pero hay dos hechos concretos que nadie puede negar: uno, que los planes de seguridad del gobierno anterior y del actual han sido un desastre y han fracasado; y dos, que personas que formularon esos planes son Munguía Payés y Hato Hasbún. En consecuencia, creo que ambos le deben cuando menos una explicación a la ciudadanía, porque el otro camino, simple y llano, sería la inmediata dimisión de sus cargos. 

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