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El conductor de ambulancia del hospital Bloom que ha burlado varias veces la muerte y hasta logró escaparse de un grupo de narcos

No siendo suficiente su salario en el nosocomio decidió cruzar la frontera y llegar a los Estados Unidos en busca de un mejor futuro para él y su familia. E

Fotografía tomada del Hospital Bloom
Fotografía tomada del Hospital Bloom
El conductor de ambulancia del hospital Bloom que ha burlado varias veces la muerte y hasta logró escaparse de un grupo de narcos

Detrás del timón de una ambulancia del hospital Benjamín Bloom se encuentra Francisco Zaldaña, un hombre que se ha salvado varias veces de morir y que ha ayudado a muchas personas que se han encontrado en peligro.

Zaldaña contó a El Salvador Times que antes de trabajar en el hospital, hacía viajes en un pick up que con mucho esfuerzo había logrado comprar. Un día, unos sujetos desconocidos le solicitaron un viaje que se convirtió en una pesadilla para él.

“Me pidieron que los llevara al Castillo de la Policía, acepte. Cuando se subieron me amenazaron con un arma y me llevaron al calabozo. Yo les pedí que me dejaran ir y que se quedaran con el carro, pero no quisieron”, relató el hombre, quien aún recuerda esos momentos de angustia claramente.

Justo cuando se encontraba solo, recordó que un hombre pasó y que le pidió ayuda, tras unas llamadas salió del lugar y se encontró con las llaves de su vehículo, las tomó y se fue del Castillo, cuenta Zaldaña. Ese mismo día, los agentes que lo habían llevado lo buscaron para pedirle dinero y ya no molestarlo, accedió a darles lo que pedían y nunca más los volvió a ver.

Esa amarga experiencia no ha sido la única que ha vivido, ya que varias veces los ladrones le apuntaron con el arma en la cabeza para despojarlo de sus pertenencias, amenazándolo con quitarle la vida.

“Nombre, calmate. Llevate el carro, no me hagas nada a mí, no voy a denunciar nada”, fueron las palabras que le valieron ante los delincuentes que estaban decididos a asesinarlo.

Luego, trabajó como taxista y recuerda que un día pasaba por la colonia Luz y vio que unos pandilleros tomaron a un joven, consciente de lo que le esperaba al muchacho decidió girar y llegar a abogar por el joven, quien no era del lugar y que se dirigía al trabajo.

“Y vos, ¿Quién sos? ¿Por qué te metes?”, recordó que le dijo uno de los pandilleros. “No soy nadie, pero dejalo ir”, le manifestó. Tras abogar durante minutos por un desconocido, los delincuentes lo soltaron y se lo llevó hasta su trabajo.  

Deja su trabajo como conductor de ambulancia del Bloom y los Zetas lo ayudaron a cruzar la frontera

No siendo suficiente su salario en el nosocomio decidió cruzar la frontera y llegar a los Estados Unidos en busca de un mejor futuro para él y su familia. En su travesía, lo acompañó su hija que en ese tiempo tenía 13 años.

En el trayecto, se fueron a bordo de un furgón junto al  “coyote” y su familia, pero el lugar en el que fueron alojados “no teníamos espacio, era un lugar en donde se sentía lo caliente del motor y teníamos poco oxígeno”, recordó Zaldaña.

En la desesperación por salir de ese lugar en el que habían pasado 21 horas, sin beber agua ni ingerir alimentos gritaba al conductor que parara en algún lugar y que su hija pudiera ir al sanitario y tomar un respiro para después continuar su camino. Sin embargo, este fue negado en reiteradas ocasiones hasta que la esposa del “coyote” intercedió por ellos y dejó que salieran del pequeño espacio en el que estaban arrinconados.

“No nos dejaron salir del camión, mi hija no aguantaba la vejiga y le tocó orinar en un huacal”, relató Zaldaña quien no ha olvidado lo dolorosos que fueron esos momentos y más aún cuando migración los llevó a una delegación de la ciudad de México.

“En ese lugar fue algo terrible, el policía me aseguró que si no delataba quién era el coyote violarían a mi hija”, recordó el hombre con la mirada perdida como si esas imágenes estuvieran pasando por su mente en ese preciso instante.

Según el relato de Zaldaña, los policías llegaron a un acuerdo con los detenidos para pagar su salida de la cárcel y fue así como libró a migración y siguió su camino hasta que, sin saber, cayó en las manos de un grupo de narcotraficantes. 

“Pasamos un día con ellos en un cuarto, igual que nosotros llegó una guatemalteca con un recién nacido, en la noche pasamos el río mi hija y la muchacha con su bebé en un neumático y yo desnudo caminando detrás de ellas”, aseguró Zaldaña.

Justo en ese momento, en el que casi cruzaban la frontera, agentes de inmigración se acercaban en un vehículo, los hombres al ver esto decidieron soltar la balsa en la que iban las mujeres y esconderse de ellos.

“A como pude agarré la balsa con una mano y me sostuve con la otra en el monte, mi hija y la muchacha me ayudaron para que la corriente no se las llevara y así salimos del agua”, agregó.

Sin embargo, migración llegó hasta ellos, pero para su fortuna dejaron que pasaran y durante años trabajó en diversidad de empleos hasta que por la crisis económica del 2008 se vio obligado a regresar al país a bordo de un microbús lleno de herramientas.

Desde entonces, regresó al hospital pidiendo que le otorgaran nuevamente trabajo, algo que por su buen desempeño en el tiempo que laboró le fue concedido y ahora sigue trabajando detrás del timón de una ambulancia y en su día libre en un taxi.

Fallece su hijo en un accidente de tránsito

El año pasado, su hijo, un querido técnico en aeronáutica falleció en un aparatoso accidente de tránsito cuando venía de compartir con sus amigos. El cansancio lo llevó a dormirse mientras iba al volante por lo que perdió el control de auto y falleció en el hospital.

Para su familia, amigos y conocidos su partida fue algo impactante, algo que nadie esperaba pues en poco tiempo se iría a cumplir una misión en el extranjero y con lo que ganaría le aseguró a su padre que pagarían todas sus deudas.

Con un nudo en la garganta, Zaldaña recordó que su hijo fue alguien dedicado y muy amigable con todos sus compañeros, algo que él siempre le inculcó pues considera que “es mejor tener amigos que dinero” y asegura que fue demostrado en su funeral al ser despedido con honores. “Como si hubiera sido un general”, agregó.

La pérdida de un ser querido llevó a la familia al punto de querer quitarse la vida, hasta que se acercaron a la iglesia sintieron un poco más de paz y tranquilidad para sobrellevar el dolor que le había causado la muerte de su hijo.

Por ahora, Zaldaña continúa en su trabajo tras el volante de una ambulancia del Hospital Bloom, siempre al filo de la muerte, siempre intentando ganarle a la muerte. 

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