Caminando por la plaza Barrios, en el Centro Histórico de San Salvador, se puede encontrar a salvadoreños que venden todo tipo de artículos para llevar el pan de cada día a sus hogares.

Ese es el caso de Filiberto, de 77 años, cuya supervivencia se basa, en parte, en lo que pueda vender con sus anteojos de a dólar en el centro de San Salvador. Filiberto tiene puesta una gorra negra para protegerse del sol, carga una mochila y en su mano derecha tiene un abanico de lentes que los vende a un dólar cada par.

No puede venir todos los días a vender. Lo hace cuando las fuerzas se lo permiten. A su edad, ya no aguanta caminar durante mucho tiempo. Ha tratado de vender sus lentes en colonias, pero no le ha resultado. Se vende casi nada.

Filiberto nació en Chalatenango y vive con su hijo en San Salvador.

"Lo que yo vendo es secundario, casi no se vende. A veces vendo de tres a cuatro pares lo más. Esto no rinde como en un negocio", dice Filiberto. Y prosigue: "Esto lo hago a mi edad porque no aguanto con trabajos más fuertes, pero no crea usted que esto es rentable".

Antes era más barato 

Al hacer una comparación con los años anteriores, Filiberto afirma que la situación ha cambiado en los negocios. Los precios son más altos que antes. "El tiempo en que yo me crie, todo era más barato. Las mercaderías eran baratas, ahora no, los precios son más altos", dice el septuagenario.

Recuerda que en su juventud trabajaba en la construcción y ganaba poco, pero le alcanzaba para cubrir las necesidades de su familia. Ahora, si no fuera por la ayuda de su hijo, no le alcanzaría para sobrevivir solo con la venta de los lentes.