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Teodora Vásquez, del “infierno” en cárcel de mujeres a ícono por la lucha contra la despenalización del aborto

El infierno, como ella misma lo califica, inició un 13 de julio de 2007, un día normal y corriente. Fue condenada a 30 años de prisión. Sin embargo, solo estuvo diez años y siete meses. "La cárcel es un lugar al que no se lo deseo ni a mi peor enemigo" 

Teodora
Imagen de archivo.
Teodora Vásquez, del “infierno” en cárcel de mujeres a ícono por la lucha contra la despenalización del aborto

Cuando Teodora del Carmen Vásquez de Zaldaña fue condenada en 2008 a 30 años de prisión por el delito de homicidio agravado en perjuicio de su bebé, jamás se imaginó que años después se convertiría en ícono en la lucha a favor de la despenalización del aborto. Teodora cree que fue condenada por un "crimen que nunca cometió. Un “accidente” cambió por completo su vida.

El infierno, como ella misma lo califica, inició un 13 de julio de 2007. Se dispuso a ir a su trabajo en el Liceo Canadiense, como cualquier otro día. En esa época esperaba el nacimiento de su segundo hijo, una niña. Faltaban pocos días para la fecha estimada de parto. En aquella tarde nunca imaginó todo lo que estaba por venir.

Antes de entrar al centro educativo, la madre de Teodora le habló, quería que su hija estuviera en casa los últimos días que le quedaban antes de la fecha prevista para el nacimiento de su nieta. Acordaron que desde el 14 de julio se quedaría con ella. De un momento a otro, los planes cambiaron por completo.

El día trascurrió rápido, a las 6:00 de la tarde, en el colegio se percataron que necesitaban algunos víveres. Ella y unas compañeras fueron al mercado La Tiendona por lo que necesitaban. En el viaje de regreso sintió unas pequeñas molestias en la espalda, les restó importancia y continúo con su deber.

Cuando desempacaban lo comprado, las molestias se hicieron mayores y le dijo a sus compañeras: “Me siento mal, terminen lo que estamos haciendo me iré a recostar”. Los dolores fueron incesantes. “Sentí que ya no podía más”, dice en esta plática con El Salvador Times en la que cuenta su experiencia.  

Recuerda que llamó al 911 en busca de ayuda. Le contestó una mujer. Detiene el relato un momento y toma aire. “Me preguntaba dónde me encontraba, yo le decía el lugar, le decía que estaba embarazada y le decía que mi hija ya iba a nacer”. En ese momento, Teodora se aferró al “ya van a llegar” que la mujer le respondió.

En aquella ocasión, dice, llamó unas siete veces, pero La Policía Nacional Civil (PNC) no llegó a tiempo y ella no soportó más. “Entonces, mi bebé tuvo que nacer ahí donde yo estaba”, recuerda en medio de toda esa situación y a punto de desmayarse. “Mi bebé no lloró”, acto seguido se desmayó.

No recuerda cuánto tiempo permaneció inconsciente. En el momento que despertó vio a su bebé en el suelo, inmóvil. Aterrada corrió a buscar ayuda entre sus compañeras de trabajo. Al ver la escena, Teodora espantada y con sangre en diferentes partes del cuerpo, corrieron a ayudarla. Sin previo aviso, los agentes de la policía irrumpieron en la casa.

Uno de los agentes preguntó “¿de quién es el bebé que está ahí?”, Teodora contestó inmediatamente “mío”. El policía caminó hasta donde estaba ella y le respondió: “¿Por qué lo mataste?, ¿Por qué hiciste eso?, mejor lo hubieras regalado”.

Su intento por explicarle la situación fracasó y Teodora fue esposada. Sin recibir atención médica fue subida a la patrulla, bajo una torrencial lluvia, con destino a unas bartolinas, mientras dice no recordar exactamente cuáles, suspira y continúa. Lo único que recuerda es que se desmayó en varias ocasiones.

En medio de ese lapso, escuchó una conversación entre los agentes, uno de ellos dijo: “Mejor llévenla al hospital porque se va a morir aquí, es mejor que se vaya a morir al hospital y no en bartolinas”. Teodora no recuerda como, pero cuando volvió a recobrar la conciencia ya estaba en el hospital. En el nosocomio, cuando recobró el conocimiento, estaba rodeada de medios de comunicación que informaban de la captura de una mujer por asesinar a su bebé, esa mujer era ella.

Luego que los periodistas se retiraron, uno de los doctores se le acercó, la miró con desprecio y le dijo “el lugar donde estás lo puede ocupar otra persona, así que mejor apurate”. Al recordar el episodio desvía la mirada, su voz se corta e intenta disimular para continuar el relato.

30 años de cárcel por homicidio agravado y la vida en prisión

El juez envió a Teodora a cárcel de mujeres mientras se realizaba la investigación de los hechos. Cuando ella estaba en prisión, sus padres contactaron a un abogado, luego de explicarle la situación les dijo que cobraría cinco mil dólares, una cantidad con la que no contaban.

Los padres se reunieron en varias ocasiones con el abogado para tratar de convencerlo. Le dieron lo que pudieron reunir, $700. “Si me la saca, nosotros hacemos lo posible por darle el resto del dinero”, dijo la madre en aquella ocasión.

El abogado, en forma de protesta con la familia, se presentó en la audiencia inicial y no dijo nada. Para la audiencia pública, en enero de 2008, ya no tenía defensor. “El abogado que llevaba mi caso se fue sin decir nada”. Iniciada la audiencia, el juez le asignó un defensor público. “El abogado no sabía mi caso, no sabía ni mi nombre ¿Cómo iba a tener una defensa?”, reprocha.

La juez la condenó a 30 años de cárcel. "Perdí a mi bebé que tanto había esperado, tenía mi hijo de tres años y me lo arrancaron de mis brazos, perdí a mi familia y mi libertad. Fueron momentos muy difíciles para mí, todo se dio vuelta en ese momento”, recuerda.

En prisión la único que le daba fuerza “era imaginar que mi hijo se levantaba todos los días para ir a la escuela y superarse me hacía soportar la vida, soportar la rutina. La cárcel es un lugar horrible que no se lo deseo ni a mi peor enemigo”, dice contundente.

Los primeros días de Teodora en la cárcel fueron “horribles”. Conoció casos similares al suyo, condenadas por aborto, que eran golpeadas por las demás mujeres con la complicidad de los custodios que “no hacían nada, solo las dejaban”.

“Estaban esperando para golpearme, pero una mujer me ayudó”, cuenta. Por esa razón, Teodora fue encerrada en solitario durante tres meses para evitar que las demás reclusas la atacaran. Pero ni en ese momento, ni nunca dejó de temer por su vida. 

“Las 17” y un rayo de esperanza

En el 2012, un grupo de abogados se acercó a las mujeres en prisión condenadas por aborto para conformar el grupo de “Las 17”. Los abogados de la recién formada agrupación interpusieron recursos legales para sacar de prisión a las mujeres, en el peor de los casos intentaron reducir la pena.

Desde el 2012, inició la lucha entre la agrupación y el sistema de justicia. Algunos recursos de conmutación de penas interpuestos entre esos años fueron denegados. Pero fue hasta el 2017 que un recurso de revisión fue aceptado y la audiencia programada para diciembre de ese año. Por pequeña que fuera, era una posibilidad.

Cerca de la fecha estipulada fueron notificados de una suspensión. La abogada de la Fiscalía pidió más tiempo para conocer el caso. Sobre la audiencia la recuerda como si fuera ayer:“Tenía todo a mi favor, pero el juez decidió enviarme de nuevo a prisión”. La decisión del juez le afectó mucho, al punto de resignarse, pero una noticia le devolvió la fe.

El recurso de conmutación de pena, interpuesto por los abogados de “Las 17”, fue enviado a la Asamblea Legislativa, con el recurso se anexaban 250,000  firmas recogidas por la organización para acelerar el proceso. La Asamblea trasladó el recurso al Órgano Judicial.

En enero de 2018, luego de más de 10 años en prisión, recibió una hoja de papel, parecía algo tan simple, pero era el resultado de la conmutación : Su libertad.

“Yo no lo podía creer, me entregaron ese papel y lo leí muchas veces para estar segura de lo que estaba leyendo para no hacerme falsas ilusiones nuevamente… Ahí confirmaba que solo tenía que esperar un par de días en los que arreglaban los papeles para mi libertad”, dice conmocionada.

Teodora fue puesta en libertad el 15 de febrero. Con lágrimas en los ojos recuerda: “Fueron momentos difíciles, estar dentro de una prisión sin que uno deba nada es lo más horrible que pueda haber, está bien cuando alguien sabe que lo debe, en el caso de nosotras ha sido negligencia del Estado, ha sido algo que no tiene nombre”.

Recuentro con su familia luego de 10 años

El apoyo de su familia fue vital para soportar tanto tiempo: ”Mi familia me protege como si fuera un bebé, siempre están pendientes de mí”.

Poder volver a verlos, según Teodora es una bendición, en especial a su hijo. Cuando ella fue condenada, él tenía tres años, ahora tiene trece. Está perfectamente consiente que no podrá recuperar ese tiempo, pero eso no le importa. "Lo importante es que puedo volver a estar con ellos”, dice.

Teodora puedo salir, pero no todas corrieron con la misma suerte. En este momento hay 24 mujeres en prisión, acusadas de abortar a sus hijos. Cada una de esas mujeres trata, a diario, de evitar las golpizas en prisión mientras añoran ver a su familia de nuevo.

Por esa razón, Teodora no solo se ha convertido en uno de los íconos de las despenalización del aborto, sin que busca que su historia marque la diferencia para que la situación para decenas de mujeres cambie. 

Todo parece indicar que esta legislatura finalizara sin aprobar la reforma que permite el aborto en cuatro causales y que podrán llegar más mujeres a la cárcel y pasar el mismo "infierno" de Teodora. 

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