• Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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El dictador Daniel Ortega

El dictador Daniel Ortega

Lo que en El Salvador la izquierda dice le quiere hacer la derecha en contubernio con la Sala de lo Constitucional: golpe de Estado, en Nicaragua acaba de hacerlo el sandinismo. Antes en Honduras fue la derecha. 

La lucha contra la dictadura Somocista inició con la toma por parte del FSLN del Palacio Legislativo el 22 de agosto de 1978. La 38 celebración de aquella efeméride será convertir al sandinismo en partido único nicaragüense. La dictadura del siglo XXI.

En una tenaza político-jurídica y sobre todo leguleya primero, en junio, la CSJ destituyó de la presidencia del partido opositor a Eduardo Montealegre y lo entregó a un perico de los palotes de nombre Pedro Reyes. Esta jugada dejó sin adversario por la presidencia al comandante Ortega.

Esto lógicamente llevó a que Reyes fuera desconocido por los diputados del partido usurpado. Este se presentó al Consejo Supremo Electoral para que destituyera entonces a 28 diputados propietarios y suplentes por desacato a su «máximo» dirigente.

El argumento del CSE sandinista es que al no reconocer a su presidente partidario han violado la ley orgánica legislativa que prohíbe el transfuguismo y que se castiga con la perdida de  la diputación.  Esta situación ocurre con otros legisladores a fines a Ortega y no son separados de su escaño.

Fueron despojados de su cargo pesar de que el órgano judicial nica por voz del magistrado sandinista Francisco Rosales sentenció que diputados y alcaldes de la oposición ya electos por el voto popular no podían ser removidos de sus cargos y terminarían su mandato logrado en las urnas. Mentiras. El giro de tuerca que afianzaba el cuarto período presidencial de la familia Ortega debía ser finalizado.

Los diputados destituidos han acusado de golpe de Estado legislativo esa maniobra del sandinismo que por medio del organismo electoral que controla deja sin poder institucional a la oposición real nicaragüense.

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En El Salvador sabemos de qué va el FSLN. Quizá Ortega debiera leer nuestra historia. Tuvimos una época un presidente de aguas azules que reformó la constitución para reelegirse por única vez cuatro veces, cansado el pueblo y empresarios que habían gozado de una estabilidad económica para prosperar terminaron haciendo una huelga de brazos caídos. 

El dictador terminó refugiado en Honduras, donde finalizó sus días apuñalado por un empleado. 

La misma jugada que hace el dictador new-age Ortega en 2016 la sufrimos nosotros en 1945, se la hicieron a Arturo Romero. Desde un gobierno-dictadura se diseñó la estrategia para que Salvador Castaneda Castro se quedara como candidato único y ganará la elección. 

Y la ganó. Pero terminó sufriendo un golpe de Estado cuando pretendió perpetuarse en el poder. Guardó prisión por dos años.

Los centroamericanos somos, en distintos tiempos, tercos. Nos encantan los candidatos únicos. Luego de la experiencia de 1945, José María Lemus volvió a probar suerte en 1956. 

Con el 95% de los votos fue electo presidente siendo candidato único gracias a una serie de resoluciones fraudulentas contra la oposición por parte del Concejo Central de Elecciones y represión desde el gobierno a las protestas callejeras como ahora hace Ortega. 

José María Lemus en 1961 antes de ser derrocado y refugiado en Costa Rica ordenó la captura y tortura que terminó matando al candidato opositor Roberto Edmundo Canessa. 

Julio Adalberto Rivera también en 1962 como candidato único en un proceso político electoral violento contra la oposición ganó las elecciones.

Todos ellos al igual que Daniel Ortega garantizaron orden y seguridad económica a las elites nacionales que les hacían volver la vista para no criticar los excesos y fraudes electorales contra opositores.  

Ellos también nos embarcaron en la invasión contra Honduras, una absurda y vengativa guerra de hermanos pobres contra pobres hermanos.

Todos ellos también fueron sumando piezas que conformarían el rompecabezas de nuestra guerra civil de 1980-1992. 

Corolario:

Puestos a comparar aliados lo hecho aquí por la Sala de Constitucional no parece tan nefasto en comparación con lo ejecutado por el sandinismo. A nosotros nos eliminaron diputados suplentes porque debieron ser electos por rostros y nombres tal cual lo fueron sus propietarios. 

Es una negligencia de las cúpulas partidarias al negarse hacer una necesaria reforma electoral lo que ha enmendado y obligado a enmendar la Sala Constitucional para la elección 2018; esto sin obviar la corrupción y antojadizo manejo que se hace para asignar qué suplentes trabajan y cuáles no.    

El comandante Daniel sin hacer campaña electoral ha instaurado el partido y candidatura única otra vez en Nicaragua. Al mismo tiempo legitimó –como ya nos pasó a nosotros- la insurrección popular cómo salida natural para regresar a la democracia. 

Conociendo como sabemos de los nicas ahora tienen miedo de actuar. El poder que inspira Daniel Ortega, Rosario Murillo y familia recuerda al talante de Anastasio Somoza y Salvadora Debayle padres de Luis y Tachito y abuelos del Chigüín. 

Pero el ataque a la democracia iniciado ahora es señal que si bien Ortega ha mantenido alejada a Nicaragua de conflictos sociales violentos como los de sus vecinos podría desembocar en tragedia política como fue habitual en ese país hermano.     

Tanto el clientelismo político financiado por ALBA y la corrupción familiar que se permiten al mejor estilo somocista comienza entre líneas hacerse insoportable para la población. 

Los centroamericanos no cobramos experiencia. Igual la derecha da golpe de Estado en Honduras, el sandino-chavismo antiimperialista muta a somocismo y la izquierda y empresarios salvadoreños callan de Nicaragua lo que denuncian en su país. Guatemala mejor hace presidente a un cómico. ¿Debe sorprendernos que Costa Rica haya fusilado a Francisco Morazán?